Contacto

×
  • +54 343 4178845

  • bcuadra@examedia.com.ar

  • Entre Ríos, Argentina

  • El regalo de la amistad

    Gualeguaychu » FM Maxima

    Fecha: 20/07/2025 18:21

    Cinco letras son suficientes. Alcanzan para empezar a denominar una realidad tan honda como la vida misma. Amigo, amiga. Un regalo profundo, silencioso, vital. Para vivir necesitamos del aire, el agua, los alimentos, el abrigo y cobijo para no quedar a la intemperie. Sin ellos morimos. Si son escasos, se deteriora nuestra salud, y también somos empujados a la muerte. Pero aun teniendo esas necesidades garantizadas, la vida no es plena sin los afectos. Varias veces hemos escuchado decir que alguien “se murió de tristeza”; yo he conocido unas cuantas situaciones así. Cada 20 de julio celebramos el “Día del Amigo”, una fecha que no debería pasar como un simple saludo en redes sociales. El amigo y la amiga nos regalan una presencia que no se impone, pero sostiene, que no exige, pero acompaña. Es una de las formas más humanas —y también más espirituales— de amar. Los amigos verdaderos son como la otra cara de uno mismo: no son iguales, pero tampoco ajenos. Saben abrirnos el corazón sin obligarnos a salir de nosotros mismos. Con ellos compartimos las diferencias sin miedo, sabiendo que lo esencial está intacto. Podemos tener gustos distintos en música, en ropa, en deportes o en política, pero vibramos juntos frente a lo verdaderamente importante: la injusticia, la belleza, el dolor ajeno, la alegría sencilla. La amistad verdadera no necesita definirse, sino vivirse. No se basa en la utilidad, sino en la gratuidad. “La amistad es un alma que habita en dos cuerpos; un corazón que habita en dos almas”, decía el filósofo Aristóteles. Expresa esa dimensión invisible que hace que dos personas se entiendan con una mirada, que se busquen aunque la vida los lleve por caminos distintos. En otras palabras, el amigo es ese testigo silencioso de nuestras mejores versiones y las derrotas más estridentes. Nos ayudan a recordar quiénes somos y de dónde venimos cuando lo olvidamos. Nos sostienen cuando flaqueamos y también nos despiertan cuando nos adormece la rutina o la indiferencia. La vida no fue pensada para ser vivida en soledad. Los amigos —los de verdad— son los que nos caminan al lado, no para indicarnos el rumbo, sino para acompañarnos en los desvíos, en las búsquedas, en las caídas. Nos necesitamos unos a otros para sobrellevar las heridas del espíritu, los cansancios del corazón, las batallas que cada quien libra por dentro. Podemos quedar con el alma desnuda sin avergonzarnos demasiado. Un amigo no siempre tiene las palabras justas, pero sabe cuándo callar y poner la mano en el hombro. No siempre soluciona los problemas, pero los vuelve más llevaderos. No siempre está cerca físicamente, pero nos habita de un modo que desafía el tiempo y la distancia. Sabe entrar con la puerta apenas entreabierta y con los pies descalzos, sin hacer ruido, sin distraer… Por eso, este Día del Amigo no es solo una oportunidad para decir “gracias”, sino también para volver a jugarnos por los vínculos verdaderos, por las relaciones que no se compran ni se venden, que no dependen de modas ni algoritmos. Porque la amistad auténtica no envejece, no necesita likes, no exige explicaciones. Solo pide presencia, escucha, cuidado. Hoy más que nunca, en tiempos de individualismo y conexión virtual, la amistad es un acto de resistencia, rebeldía y esperanza. Porque sigue demostrando que hay vínculos que no se rompen, que hay personas que no se olvidan, que hay abrazos —reales o simbólicos— que nos reconstruyen desde dentro. Nos devuelve la fe en los otros, en la ternura, en la confianza desinteresada. Nos invita a cuidar sin poseer, a ofrecer sin esperar, a compartir sin condiciones. Celebremos a los amigos. A los que están y a los que la vida nos llevó lejos. A los que conocemos desde siempre y a los que aparecieron en la adultez con la fuerza de lo inesperado. A los que no vemos todos los días, pero llevamos en el alma. Jesús en la Última Cena dijo a sus discípulos “a ustedes los llamo amigos, porque les revelé todo lo que oí de mi Padre” (Juan 15). Él nos abrió el corazón y “nos dijo todo”, como hacemos con los amigos, aunque a veces nos lleve tiempo. Jesús siempre tiene disponibilidad para recibirnos y acogernos con las heridas del camino. Aunque lo olvidemos, Él siempre está. Es modelo de amistad. Te invito a ampliar la mirada, para que seamos capaces de anhelar “un nuevo sueño de fraternidad y amistad social” (Papa Francisco) capaz de abrazar a la humanidad entera.

    Ver noticia original

    También te puede interesar

  • Examedia © 2024

    Desarrollado por