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  • Argentina, EE.UU. y la doctrina del alineamiento automático: ¿acuerdo o sometimiento?

    » El Ciudadano

    Fecha: 20/07/2025 17:30

    Por Lic. Ignacio Gutiérrez Brondolo* El 06 de Julio pasado, el prestigioso diario The Economist publicó una nota sobre las posibilidades de llevar adelante un acuerdo formal entre Argentina y Estados Unidos en materia de defensa, que apuntaría a establecer normas de control del Atlántico Sur. Las mencionadas posibilidades no se configuran en un título azaroso que busque una tendencia. Por el contrario, se fundan en el esquema de relaciones diplomáticas que el gobierno de Javier Milei determinó como eje de Política Exterior a partir del 10 de diciembre de 2023 y profundizado con la victoria y asunción de Donald Trump, a quien considera un par en las ideas de libertad. Independientemente del enfoque de uno y otro, y del análisis que desde aquí se pueda hacer sobre el contraste aperturista de Milei con la línea estrictamente cerrada de Trump, el gobierno argentino hoy se considera más alineado que nunca con las ideas de occidente. En materia de defensa, motivo de este artículo, es imprescindible destacar que históricamente, o al menos en la historia democrática reciente de nuestro país, Estados Unidos es el principal proveedor de Argentina en materia de defensa. Hasta el 2023, el 54% de las adquisiciones provenían del país del norte. Las negociaciones por los aviones F-16 se iniciaron en 2021, al igual que los cazas chinos JF-17. A la actual administración sólo le quedó refrendar el acuerdo, firmar y recibir el primer ejemplar. Hoy el debate viene por la recuperación de la capacidad submarina donde Francia y Alemania (Naval Group y Thyssenkrupp) tienen sendas propuestas, una (Francia) por los poderosos Scorpene armados y consolidados, y otra oferta de naves tipo 209 y 212A diesel-eléctrico, con tecnología. El rasgo distintivo de esta oferta es que se propone la construcción en el astillero Tandanor, de bandera nacional. Algo que podría dar un enorme salto de calidad a la empresa del Estado y la industria de la defensa nacional Esta mención solo trata de aportar que, la “acusación” de alineamiento occidental por parte de un sector de la biblioteca no toma en cuenta que forma parte de una tradición. Lo que sí debe estudiarse es la posibilidad de “alineamiento automático” que dejó de ser una sugerencia para convertirse en algo concreto en la política exterior argentina, no sólo con la mirada puesta en el devenir doméstico, sino también en perspectiva de la resonancia internacional, con especial hincapié en los potenciales socios de occidente. Para Argentina hoy, es una buena noticia la voluntad británica de negociar material de defensa con piezas de ese país, pero es algo que los propios europeos aceptaron a regañadientes a sugerencia estadounidense. Cabe aclarar que el negocio de los F-16 se termina realizando por una “tercera vía” que fue Dinamarca, cuyos aviones (más antiguos) no tenían los asientos eyectables ingleses, algo que por entonces obstruía cualquier negocio. El periódico The Economist habla de un diálogo reanudado hoy entre los representantes militares de ambos países, pero lo cierto es que las agregadurías militares funcionan normalmente desde hace años y quienes ostentan ese cargo diplomático militar tuvieron siempre presencia en ambas sedes. Lo que entra aquí en debate, no es el nivel de diálogo, ni las formas. Lo que está en cuestión es el armado y articulación de un programa político, diplomático y de defensa que garantice la preponderancia occidental en el Atlántico Sur. Evidentemente la industria no es el factor condicionante, ni el elemento central de preocupación estadounidense (sí el británico). El principal objetivo norteamericano es bloquear cualquier posibilidad de injerencia sino-rusa en el cono sur. Existe una enorme preocupación por el gran crecimiento geoestratégico del extremo sur, donde en nuestro país se encuentra la llave de la puerta de entrada a la Antártida. Allí, China y Rusia cuentan con 15 bases en conjunto en la búsqueda de hacerse de recursos en el futuro. El canal de Panamá se ve afectado por la sequía y el Estrecho de Magallanes crece incesantemente en tráfico marítimo, es decir que se configura como una zona de preponderancia global a pasos agigantados y China ha dado uno muy importante con el avance de proyectos de infraestructura en toda la región. Las potencias de occidente están al tanto de ello y buscan reordenarse para seguir teniendo el control de la región. En perspectiva de defensa, las Islas Malvinas ofrecen en Monte Agradable una base cada vez más sofisticada con una presencia militar capaz de repeler cualquier intento de lo que se considere amenaza. Una flota de aviones de combate Typhoon y un buque patrullero HMS Forth. El objetivo central de Reino Unido es sostener y afianzar la situación colonial que ostenta desde 1833, y por ello mantiene como política la obstaculización del rearmado argentino. La posesión de Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur, con los espacios marítimos correspondientes, les otorga a las potencias occidentales condiciones para ubicarse estratégicamente de cara al suelo antártico. El periódico The Economist tomando estos elementos y combinando otros factores, como la coyuntura política argentina, analiza la posibilidad de un acuerdo con Estados Unidos (como garante). Una estrategia que anima al norte. Los crecientes gestos de acercamiento de Argentina con EEUU, refuerzan el vínculo otorgando mayor fluidez y lo ubican en la órbita de alineamiento con los aliados de occidente. El posicionamiento público de Javier Milei respecto a cuestiones que tienen que ver con la soberanía argentina, precisamente con las Islas Malvinas, encuadra una ventana de posibilidad para el diálogo directo. El presidente argentino ha manifestado públicamente su postura, reconociendo que hoy el Reino Unido tiene posesión sobre las islas, siendo además confeso admirador de Margaret Thatcher. Las partes en materia de defensa avanzan en un acuerdo de cooperación y se trabaja sobre una reunión bilateral en un futuro no muy lejano. Argentina quiere reforzar su defensa con material de la OTAN, con promesas de incremento de presupuesto. Es imprescindible destacar que durante el 2024, nuestro país solicitó el estatus de socio de la organización. La idea de romper ciertos tabúes respecto de Inglaterra, alienta las posibilidades. Las dudas respecto de un avance tienen que ver con la inestabilidad política por la que pueda pasar el país de cara a un futuro inmediato. Las elecciones de octubre pueden ser determinantes en ese aspecto, aunque sin dudas para el gobierno cualquier número será ganancia para incrementar volumen en el Congreso de la Nación. El mediano plazo se presenta como desafiante para EE.UU. pues un cambio de signo podría quebrar cualquier posibilidad de alineamiento. Claramente el escenario planteado por The Economist se presenta como estratégicamente favorable para un posible acuerdo. La presencia en el sur garantiza las posibilidades de OTAN para continuar sus planes de control en una zona donde se aproxima un debate álgido por los recursos naturales, por el posicionamiento y por el dominio de territorio. Argentina muestra un claro cambio de paradigma en su estrategia sobre Malvinas. Sin cesar el reclamo por parte de la diplomacia, existen elementos que indican reconocimiento de estatus a isleños desde la órbita presidencial. La búsqueda de cambio de una retórica de reclamo/confrontación/acusación a una de reclamo/diálogo/entendimiento es el camino elegido por el gobierno argentino. Esto implica ceder ante una multiplicidad de cuestiones de índole económico (como el acceso a informes de pesca), estratégico (que implicarán acuerdos de cooperación conjunta) y simbólicos (que serán caros a los sentimientos de un sector mayoritario de la sociedad). El gobierno puede conceder ante posiciones de cierta intransigencia británica como es el caso de la defensa y control estratégico sur, proponiendo una cooperación al respecto, es decir como parte integrante. A partir de allí buscar los avances para poder otra vez plantar bandera. En ese aspecto, parecen tomarse como modelos los diálogos que llevaron al acuerdo de comunicaciones en los 70 y la política de acercamiento de los 90. Hoy, el escenario global es diferente. Argentina tiene una postura definida de cara a lo que viene en un mundo que ofrece un multipolarismo bifronte (EE.UU. y CHINA): jugar decidida y abiertamente con una de las partes. Todo está por verse, y las fichas en el sur se están moviendo. * Ignacio Gutiérrez Brondolo – Integrante Grupo de Estudios de Malvinas – Universidad Nacional de Rosario

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