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Parana » Radio La Voz
Fecha: 20/07/2025 16:28
El asesinato de un joven de 19 años en la localidad de Ciudadela, tras haber sido seducido y drogado por tres mujeres en el marco de un ataque de “viudas negras”, es una muestra evidente del crecimiento exponencial de esta modalidad delictiva que cada vez más tiene consecuencias fatales. El experto en seguridad internacional Daniel Adler advierte sobre el crecimiento de los embates en Argentina desde 2023, y subraya el rol clave de la escopolamina, una droga que anula la voluntad, borra la memoria y en algunos casos deja secuelas permanentes. “Solo uno de cada cien episodios salen a la luz”, alerta. Williams Quispe Quenta, un joven de 19 años, fue hallado sin vida en su casa de Ciudadela tras haber sido drogado y asaltado por tres mujeres que había conocido junto a su grupo de amigos en un boliche de Liniers. El episodio, que terminó en tragedia, encendió nuevamente las alarmas sobre una modalidad criminal que no para de crecer en el país: las “viudas negras”, que ahora utilizan drogas como la escopolamina para seducir, dormir y robar sin dejar rastros. Para Daniel Adler, exmiembro de la unidad Golani de las Fuerzas Especiales del Ejército de Israel y especialista en seguridad internacional, lo que está ocurriendo es algo que viene pasando hace varios años en otros países de Latinoamérica y advierte sobre el uso recurrente de esta droga. “El aumento de las viudas negras se da producto de que se está utilizando escopolamina, o burundanga como se dice en la jerga. Es una droga muy problemática porque se pierde su rastro en la sangre y provoca amnesia temporal”, explica. El caso de Ciudadela, bajo investigación de la UFI N°1 de San Martín, no es un hecho aislado. Según Adler, este tipo de delitos comenzó a crecer exponencialmente en Argentina durante 2023, en línea con otros países como Colombia, Perú y Chile, donde el uso de escopolamina para delitos sexuales y extorsivos es conocido desde hace años. “La escopolamina está penetrando en la Argentina y se agudiza cada vez más. Es cuestión de tiempo para que el fenómeno se expanda aún más”, advierte en diálogo con PERFIL. La droga en cuestión tiene una característica que la vuelve ideal para el crimen: inhibe la voluntad sin provocar pérdida de conciencia. “La persona escopolaminada permanece despierta, pero pierde el control de sus decisiones. El predador puede decirle: firmame un cheque, mostrame dónde están las joyas o tenés que tener actos sexuales conmigo mientras otras personas filman. Todo eso pasa y la víctima no recuerda nada”, señala Adler. Pero no termina ahí. Adler revela que en muchos de estos casos, además del robo y el abuso sexual, existe una segunda fase del delito: la extorsión. “Hay muchas víctimas que luego son chantajeadas para pagar mensualmente para que no se difundan los videos grabados durante el estado de escopolaminación. Es un delito muy frecuente en Argentina y muy silencioso”, reconoce. La falta de memoria, el miedo, la vergüenza, la dificultad para reconstruir lo ocurrido: todo eso genera un efecto devastador en la posibilidad de denuncia. “Solo uno de cada cien casos sale a la luz. Y los que se conocen son generalmente en los que hay un cadáver, porque ese cuerpo no se puede ocultar”, dice Adler. Y en el resto de los casos, todo se pierde en lo que él llama “las cifras negras de la inseguridad”. Las viudas negras también suelen usar goteros con drogas como Clonazepam o Rivotril en gotas. El efecto también es rápido. El especialista no duda en calificar a los delincuentes que cometen estos delitos como “psicópatas, maniáticos, perversos que cosifican a la persona”. “No les importa si la víctima termina muerta o con secuelas permanentes. De hecho, muchas veces la lastiman a propósito”, señala. Los efectos de la escopolamina no terminan cuando el efecto baja. Adler advierte que puede provocar problemas cognitivos de largo plazo, como depresión, ataques de pánico o trastornos de ansiedad. Y menciona síntomas concretos que deberían actuar como señales de alerta: “sequedad bucal, visión borrosa, somnolencia, oxidación, dificultad para orinar, taquicardia y una desorientación inicial que ocurre entre el primer minuto y la primera media hora, cuando la persona está absolutamente escopolaminada”. Ante este panorama, el experto plantea dos propuestas para reducir la criminalidad. Por un lado, el fortalecimiento de una inteligencia policial más activa. “Es fundamental capacitar unidades policiales para que se infiltren en boliches, cafés, casinos, donde más ocurre estos ataques. Con denuncias anónimas y trabajo encubierto, eliminamos esta problemática en Ecuador en menos de 90 días”, asegura. Y por otro, la contrainteligencia civil: la capacitación comunitaria para reconocer actitudes sospechosas, leer el lenguaje no verbal de los agresores, identificar patrones. “Nosotros capacitamos a vecinos, docentes, parroquias, escuelas. Enseñamos a advertirles cómo eligen a sus víctimas, cómo se visten, qué colores usan, cómo hacen inteligencia previa. Todo eso puede marcar la diferencia”, sostiene. Aunque los casos más conocidos involucren a mujeres que atacan a hombres, Adler insiste en que no se trata de una práctica exclusivamente femenina. “Hasta ahora lo que se conoce es la figura de las viudas negras, pero el crimen organizado está utilizando escopolamina en muchos otros actos: para extraer información, para extorsionar a comerciantes, para delinquir en contextos diversos”. En su mirada, la expansión de este fenómeno es solo la punta de lanza de una nueva era delictiva en la región. “Toda Latinoamérica está ante una nueva era criminal. Es cuestión de tiempo para que la escopolamina se extienda aún más, para que el Tren de Aragua golpee aún más fuerte, para que el delito de extorsión se impregne en todo el país. Por eso el Ministerio de Seguridad tiene que ser más agudo, más creativo, más disruptivo”, concluye. Le mataron al perro Los casos se repiten casi a diario. En las últimas horas trascendió uno que ocurrió en la localidad de Temperley: un hombre de 75 años fue drogado y desvalijado por una joven que, además, apuñaló a su perro durante el ataque. A diferencia de otros episodios, en este caso la víctima fue seducida por una pasajera. El hombre la invitó a cenar y, luego de compartir la comida, la joven le ofreció un café. Minutos después, perdió el conocimiento. Con la víctima indefensa, la mujer le abrió la puerta a su banda que ingresó a la vivienda y se llevó dinero, ropa, documentación y llaves de vehículos. En medio del robo, el grupo también mató al perro del hombre.
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