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» LaVozdeMisiones
Fecha: 20/07/2025 16:10
Por: Fernando Oz @F_ortegazabala Si el resultado de las elecciones legislativas de junio representa la última radiografía política que nos realizamos en el consultorio electoral, qué estaríamos observando: En principio y a grandes rasgos que del 100% de los votos útiles, los que no incluyen el blanco ni el nulo, el 71,11% se dispersó en once facciones (frentes, alianzas, partidos) y el 28,89% restante se inclinó al Frente Renovador de la Concordia, el más votado. El segundo lugar fue para La Libertad Avanza 21,93%. Ahora, con esa radiografía en la mano, tal vez, cabría preguntarnos hacia dónde vamos y comenzar a pensar quiénes son los más aptos para que lleven el barco a puerto seguro. Ya lo dijo Séneca: “para el navegante que no sabe adónde va, nunca hay vientos favorables”. Seamos justos. Hasta el momento no nos ha ido mal, así lo revela cualquier serie de estadística de los indicadores sociales y económicos de Misiones durante las últimas tres décadas. Sin embargo, la dispersión de la masa del electorado marca un claro descontento. No habla de diversidad de opciones sino de nuestra fragmentación social, de la carencia de un proyecto socioeconómico común. La mitad más uno de los electores del Cantón, no confía en una opción electoral. ¿Qué pasa que no nos ponemos de acuerdo?. Lo que algunos políticos de un color dicen que nos pasa es exactamente inverso a lo que dicen los políticos de otro color, mientras tanto, la sociedad en su conjunto navega en aguas revueltas sin saber adónde va. Los pueblos sin metas en común son mucho peor que un ejército sin hipótesis de conflicto, donde los altos mandos permanecen a ciegas y los rangos medios no saben cómo capacitar a los que pondrán el cuerpo en un escenario hostil e incierto. Somos parte de un ejército sumido en el desorden; porque no sabe para qué combate y, sobre todo, contra quién combate. Y, saben qué, a los pueblos, como a las personas, los define el rival. Si conocen con precisión a su enemigo, sus esfuerzos se cargan de sentido. En caso contrario, terminan por luchar contra ellas mismas. La gran batalla que hoy libramos es entre nosotros. Lo mismo sucede en el país. Pero, por detrás del evidente enojo, de esa ira colectiva, late otro sentimiento más profundo que el temor: la desconfianza. El principal motivo por el que no llegan al país las inversiones y la fuga de divisas es por la falta de confianza. Una economía sin confianza no es posible, tampoco lo es una democracia. El desarrollo de un país llega después de que su sociedad establece una red de confianza mínima para sostenerse. No viene primero un capital económico, sino social: el capital de la confianza. Allí donde la gente espera que las leyes y los contratos se cumplan habitualmente la economía prospera. La suerte económica de los países donde hay confianza se demuestra en el bienestar social y donde no la hay nos encontramos con la pobreza. La Argentina está descapitalizada en lo económico, pero habría que preguntarse si antes de perder su capital económico no perdió su capital social; debate que me gustaría profundizar en otro momento. Pero volvamos a los interrogantes centrales del planteo: hacía dónde vamos y quién nos representará, quién es el más apto. Las respuestas estarán en octubre, cuando volvamos a realizarnos nuestra radiografía política. Ese resultado nos dará un análisis para establecer nuestro grado de confianza, proyectos en común, y pistas sobre nuestro probable futuro. Aunque el reciente triunfo de la Renovación Neo, que obtuvo la mayoría de los votos con casi un 29%, refleja una preferencia del electorado, no debemos olvidar que la verdadera prueba de su liderazgo será su capacidad para cumplir con las expectativas y promesas hechas. La sociedad es un delicado entramado de expectativas mutuas. Cuando el respeto a la palabra empeñada prevalece, cada individuo puede confiar en el otro, sabiendo que sus compromisos serán cumplidos. Este principio es fundamental tanto para los gobernantes como para los gobernados. ¿Quién nos hará recobrar la confianza? ¿Quién volverá a llenar de expectativas a la mayoría del electorado de Misiones? ¿Tendremos la madurez y sabiduría para elegir al más apto de nosotros? Mientras tanto, tengamos presente que sólo con la confianza mutua y el compromiso genuino podremos transformar nuestra fragmentación en unidad y nuestro descontento en esperanza.
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