20/07/2025 19:02
20/07/2025 19:02
20/07/2025 19:02
20/07/2025 19:02
20/07/2025 19:02
20/07/2025 19:02
20/07/2025 19:02
20/07/2025 19:00
20/07/2025 18:53
20/07/2025 18:52
» Elterritorio
Fecha: 20/07/2025 16:00
En ocho años el polifuncional defensor misionero pasó por cuatro clubes hasta recalar nada menos que en el Millonario de Gallardo, su próxima aventura en el fútbol profesional domingo 20 de julio de 2025 | 1:30hs. Juanca con la camiseta de Unión de Santa Fe junto a su padre Leonardo, en su Puerto Rico natal, allá por el 2021; fue en un mano a mano con El Territorio. Aunque todavía resta el gancho oficial, el misionero Juan Carlos Portillo (25) ya es jugador de River Plate dejando nuevamente en evidencia su maratónico ascenso en el fútbol argentino. Oriundo de Puerto Rico, el polifuncional defensor y también volante culminó su formación en las filas de Crucero del Norte -arrancó en 25 de Mayo de su localidad- con enormes actuaciones en el torneo Federal A. El interés de los clubes regionales no tardó en aparecer, pero fue Unión de Santa Fe el que se hizo de sus servicios y más tarde Talleres de Córdoba. Hoy el presente le vuelve a sonreír con el desafío más grande de su carrera. Pero por supuesto que antes hubo una historia que merece ser contada. Hijo de Leonardo y Julia, Portillo es el penúltimo de seis hermanos en una familia humilde del barrio San Alberto. "El que me inculcó el fútbol fue mi viejo. Él es un tipo futbolero y estuvo haciendo el esfuerzo desde que era chico, plantó la semillita; más adelante asistí a la escuelita infantil '9 de Julio' para empezar la etapa competitiva", declaró Juanca en diálogo con El Territorio, allá por el 2021. "Desde chico siempre jugábamos con mis hermanos en la canchita de tierra del barrio...de los siete días de la semana, dos eran de escuelita de fútbol y los otros cuatro de picaditos en la canchita o la calle. Fue fútbol y fútbol". Las raíces de Portillo forjaron una personalidad fuerte y serena, dos adjetivos que le caben al misionero como anillo al dedo y que le permitieron llegar a las inferiores de Crucero en el 2015. “Me enseñaron a valorar las cosas pequeñas, desde chico entendí que tenía que buscar mi destino”, aseguró Portillo, quien no tardó en adaptarse fácilmente a la posición de lateral y así fue promovido al plantel profesional en el 2018. "Cuando subí a primera estaba Tarrito (Alejandro) Pérez como el referente defensivo en el sector derecho, no había reemplazo para ese puesto. Entonces me acostumbré al perfil izquierdo; una vez que me acomodé se hizo todo más fácil". “Tuve la oportunidad de jugar en el mediocampo en el Federal A, pero no me sentí bien en ese momento, me di cuenta de que no era lo mío”, aclaró. Sus buenas actuaciones despertaron el interés de los ojeadores. Portillo tuvo un breve paso por Deportivo Itapuense, en la segunda división del fútbol paraguayo, regresando al Colectivo para encarar la temporada 2019-2020. La pandemia llegó y Martín Zucarelli terminó siendo el nexo definitivo con el Tatengue, club que se quedó con el 85 por ciento de su pase. Negociación. El 23 de agosto del 2020 Portillo llegó a Santa Fe en remís y pasó exitosamente la prueba. De la reserva a primera, casi sin mediar adaptación. Algo había despertado en el Vasco Azconzábal, técnico que lo hizo debutar en la élite el 28 de noviembre y nada menos que ante Racing. La joya se ganó un lugar en la defensa debido a su polifuncionalidad, el alto porcentaje de aciertos y su serenidad en momentos límite, características que lo convirtieron en pieza fundamental de Unión. Lo demás es historia pura, llegando a Talleres en el 2023, consolidándose en el once titular, disputando casi 100 partidos con la T y en este 2025 arribando a las filas del River de Marcelo Gallardo (la Banda compró el 100 por ciento del pase). Será su quinto club y ya cuenta con el título de la Supercopa Internacional en 2023, nada menos que ante el Millo. “Soy un jugador tranquilo pero al mismo tiempo me destaco por la agresividad, por la violencia y por la precisión en lo que hago; me equivoco pero no tanto”, le había confesado a El Territorio. Hoy va por su quinto club y las páginas más gloriosas están por escribirse. Curiosidad El tatuaje de un reloj de arena en el cuello no deja de llamar la atención. Y la razón tiene que ver con sus convicciones. “Significa que el tiempo se nos pasa muy rápido, volando; cada vez que me veo al espejo o que entiendo que lo estoy desperdiciando, me hace recordar lo importante que es”, cerró Portillo.
Ver noticia original