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    » El litoral Corrientes

    Fecha: 20/07/2025 15:54

    n Gustavo Gabriel Levene fue un destacado historiador argentino, reconocido por su trabajo en la Academia Nacional de la Historia y por su contribución a la profesionalización de los estudios históricos en Argentina. Levene se destacó por su oposición al revisionismo histórico y por su defensa de una visión más científica de la historia. Es preciso recordarlo y conocer a fondo este capítulo. En el pensar y decir del argentino común, gobierno y presidente de la Nación son una sola y misma cosa. Por ello, cuando en la conversación se dice: “El gobierno tiene la culpa”, es innecesario aclarar que se está aludiendo al presidente. El Congreso y el Poder Judicial, cuyo armonioso engranaje con el Poder Ejecutivo es la elemental base teórica del sistema republicano, no entran en la cuenta. Y si por ventura se oye decir (milagro posible de la eterna disconformidad latina):”El gobierno ha estado bien”, nadie duda de que se está aprobando alguna decisión del presidente. En el aplauso exagerado, hecho cumbre ejemplar, o en el ensañamiento también exagerado, hecho pozo sin luz y sin agua, el presidente parece dueño del país y responsable de todo. Esta versión no corresponde a la verdad legal, no obstante es, la valedera para la psicología corriente, y tal vez tenga su explicación no sólo en las muchas atribuciones que la Constitución otorga al presidente de la República. ¿Acaso no dijo Mariano Moreno, aludiendo precisamente a las exteriorizaciones visibles del poder, que el común de las gentes tiene en los ojos la guía de la razón? Y en la Argentina ¿no es acaso el presidente el único magistrado que luce simbólicas insignias: el bastón de mando y la banda presidencial? ¿Y el único a quien están asignados los compases de una marcha militar para señalar al público su aparición escénica? Hay también, sin duda, los factores imponderables del pasado. Y su majestad el Rey, que Dios guarde. En la vida colonial. ¿Quién si no el virrey representaba la autoridad real?, ¿no era acaso el propietario de las tierras y de cuando sobre ellas se encontrara? Eso, bajo la dominación hispánica. Luego, ya nación independiente, al dictarse la Constitución que daba estructura jurídica al país, el cargo de presidente de la Nación no fue solamente el resultado de una expresa disposición inspirada en el ejemplo norteamericano. Sin negar la evidente influencia que las soluciones institucionales de los Estados Unidos han tenido en la Argentina, la experiencia histórica propia condujo a adoptar un Poder Ejecutivo en el cual se le confiere al presidente el título Jefe Supremo de la Nación. Precisamente la experiencia histórica podría sintetizarse recordando que al iniciar el país su emancipación, en Mayo de 1810, lo hizo con un Poder Ejecutivo numeroso: nueve vecinos de Buenos Aires integraban la primera Junta de Gobierno. Más tarde, incorporados los diputados que representaban a los pueblos del interior, la Junta llevó a veintitrés el número de sus miembros. Una derrota en la frontera Norte, atribuía a la falta de celeridad y de estricta reserva en las resoluciones gubernativas, trajo el deseo de simplificar el Poder Ejecutivo y de ahí la creación, en 1811, del Triunvirato. Sin embargo, ante nuevas adversidades en la guerra y la situación política europea contraria a la revolución, el número de tres personas todavía pareció excesivo y se creyó conveniente concentrar la autoridad ejecutiva para asegurar un mejor aprovechamiento en la general movilización de energías que imponía la lucha. De ahí, la adopción, en 1814, del Poder Ejecutivo ejercido por una sola persona con el título de director supremo de las Provincias Unidas. Además, se amplió el período legal: Los triunviros habían durado seis meses en el cargo, mientras que el período del director supremo, en un comienzo fijado en dos años, fue luego de tres. Mientras tanto, y paralelamente a las batallas contra la dominación española, las extensas gobernaciones-intendencia del Virreinato colonial se subdividían en provincias que reclamaban autoridades autónomas. En 1829, -las discordias internas, las provincias que se enfrentaban entre sí- eliminaron la autoridad ejecutiva, y el cargo de director supremo dejó de existir. La provincia de Buenos Aires, la más importante por su población y riqueza y la de más directa comunicación geográfica con el mundo, fue encargada por las otras provincias del manejo de las relaciones exteriores. La guerra con el Brasil – 1826 replanteó la necesidad de un Poder Ejecutivo nacional y un congreso con representantes de todas las provincias votó la creación de la presidencia de la Nación y eligió para ejercerla a Bernardino Rivadavia; por ello, el inicia las biografías de este trabajo. Pero el país, unido por esa contienda, no supo permanecer unido para cosechar los frutos de las victorias terrestres y navales: las querellas internas se reanudaron, Rivadavia renunció a la presidencia y con él desapareció nuevamente la autoridad ejecutiva nacional (1827). A partir de entonces, y sin constitución que lo determinase, el país practicó un federalismo de hecho: los mandatarios provinciales volvieron a delegar en el gobierno de Buenos Aires la responsabilidad de las cuestiones exteriores. Corrientes República Aparte – A partir de entonces Corrientes liderada por el pensamiento de Pedro Ferré y ante el atropello de Juan Manuel de Rosas y sus hordas asesinas, más los millonarios negociados clandestinos que realizaba desde su puerto privado de Quilmes, en soledad nuestra provincia luchó y se desangró por su autonomía provincial, armando 5 Ejércitos libertadores en procura de la Libertad y la Organización Nacional. La idea de República aparte autoimpuesta en la idiosincrasia correntina quizás estribe en una exacerbación del sentido de pertenencia. Sin embargo, la historia marca que la provincia si bien tuvo participación en los hechos consagratorios de la formación del país, siempre Corrientes mantuvo sus diferencias con el centralismo de la política argentina. Los liberales de épocas anteriores pensaban que los pueblos del mundo eran pacíficos por naturaleza y que solo los monarcas deseaban la guerra para aumentar su poder y riqueza con la conquista de provincias. Fue el proyecto de Rosas y su Psicopatía y enfermedades psicológicas varias que lo obsesionaba con acumular poder y dinero. Pedro Ferré protagonista y abanderado - El Pacto Federal de 1831 fue un acuerdo impulsado por Ferré. Corrientes en Soledad - De las 14 provincias argentinas existentes solamente la nuestra quedó en pié luchando contra el tirano. Salvo dos “gobernadores Poncho Yeré: Rafael Atienza, engañado y Pedro Dionisio Cabral” con toda mala intención, mantuvimos el sillón de Gobernador desde 1821 impecable y Republicano.

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