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  • Eduardo Galotto: “La visita suele ser el momento en que uno vuelve a ser sujeto”

    Concepcion del Uruguay » La Calle

    Fecha: 20/07/2025 13:34

    Psicólogo uruguayense con más de tres décadas de trabajo en la Unidad Penal Nº4, Eduardo Galotto fue distinguido con una mención del Premio Fray Mocho 2023 por su libro Con ganas de mirar lejos. En esta entrevista con La Calle, habla sobre el encierro, los vínculos, la escritura y los silencios que atraviesan la vida carcelaria. Por: Matías Dalmazzo Eduardo Galotto creció en Concepción del Uruguay, donde desde hace más de treinta años entra y sale, cada día, de la Unidad Penal Número 4. No como detenido, sino como psicólogo. Su tarea, muchas veces silenciosa, fue la de escuchar, acompañar y contener en un espacio atravesado por el encierro, la repetición y el dolor. Con el tiempo, esas experiencias también se volvieron escritura. En su libro de poemas “Con ganas de mirar lejos”, premiado con una mención especial en el certamen literario Fray Mocho 2023, Galotto logra poner en palabras escenas íntimas de la cárcel, de quienes están tras las rejas y de quienes esperan del otro lado. Mujeres que sostienen, hombres que se derrumban, vínculos que se tensan o se deshacen. También aparecen los ruidos, los olores, los miedos y hasta ciertos destellos de humanidad que logran filtrarse entre las paredes. En esta charla con la redacción de La Calle, Galotto se anima a pensar su propia trayectoria, su oficio de psicólogo y su mirada como escritor. Habla del dolor de los vínculos, de la función simbólica de la visita, de las historias que se repiten entre pabellones, y de ese punto de encuentro –tan particular como necesario– entre la escucha clínica y la voz poética. -¿Cómo llegaste a trabajar como psicólogo en la Unidad Penal 4? ¿Qué te atrajo de ese ámbito tan particular? -Hace un poco más de treinta años llegué a trabajar en la Unidad Penal Número 4, a través de una Trabajadora Social que hacía ya unos años trabajaba allí. En ese momento, la unidad no contaba con un psicólogo. Mi tarea fue la de comenzar con la clínica y atender a algunas urgencias propias de la dinámica de quienes están allí alojados. Si bien eran pocos internos en comparación con la actualidad, alrededor de 70, al aparecer la figura del psicólogo la demanda era por momentos intensa. Venía a cubrir un hueco que muchas veces lo cubría la Trabajadora Social. -¿Cómo es el día a día dentro de una cárcel visto desde tu rol? ¿Qué rutinas, silencios o escenas se repiten con el tiempo? -Para algunos internos, que no se insertan en las diferentes actividades que ofrece la institución, son poco variables. Es una suspensión del tiempo. Que en general es lo que produce la prisionizacion. Es la toma de un cuerpo y de su tiempo. La mayoría de las cosas sucederán «cuando salga». Se repiten en general las historias, la dinámica familiar. Intramuros uno debe aprender a «caminar» y las rutinas suelen cambiar de acuerdo al pabellón en donde se alojan. Silencios hay pocos. Aunque los ruidos son diferentes dependiendo del momento del día. -Después de años de trabajo, ¿qué aprendizajes humanos te dejó el contacto con los internos? –Que pregunta. Tal vez la sensibilidad ante el dolor y una mirada diferentes ante la transgresión. Lo cual no implica que lo aplauda. Nosotros tenemos que abordar a aquellas personas que la mayoría de las personas desprecia. Y uno debe ser lo más objetivo posible. -En tu experiencia, ¿cuáles son los principales dolores que atraviesan a quienes están privados de la libertad? -Hay diversos dolores, incluso depende de en qué momento de la condena esté una persona, pero lo que resalta es el dolor de los vínculos. Se desarma una familia. En ocasiones los hijos están en otras ciudades y no pueden visitar a su padre por diferentes motivos, y si no tenes un celular -q no se puede tener- no sabés nada de ellos. Entonces la fantasía duele. Incluso aunque sean visitados, la impotencia de no poder resolver ciertas situaciones genera mucha angustia. Hay internos que eligen ser trasladados o no tener visitas, para no atravesar el dolor de la despedida. Es como negar la realidad tras los muros. Por otro lado, cuando el delito aparece como una puesta en acto del inconsciente también duele. -Tu libro de poemas “Con ganas de mirar lejos” nace desde esa vivencia carcelaria ¿Cuándo sentiste que esos fragmentos podían convertirse en poesía? -Tenía algunos cuentos escritos y algunas poesías, o intentos de poesías. Y una noche, esperando para atender a un interno que se había autolesionado, me puse a pensar en su historia -lo conozco hace varios años de diferentes condenas- y dije: con estas vidas habría que hacer un libro. Luego apareció el concurso Fray Mocho y se fue armando el poemario. -¿Cómo fue el proceso de escritura del libro? ¿Partiste de apuntes personales, recuerdos, escenas anotadas en el momento? -Con todo eso se armó el libro. Hay poemas que hablan del dolor de adentro, de la dinámica, de los miedos, de los olores. Otros que expresan el dolor de afuera, incluso de las víctimas y otros que intentan retratar a algunos internos más explícitamente. También hay expresados sucesos históricos, como la llegada de Carlos Monzón a presenciar un festival de box que se hizo en el patio de visitas; organizado por los mismos internos. O el motín que se dio en la pandemia. O el motín que ocurrió en la unidad de Victoria. Algo muy gracioso fue cuando Laura Erpen me decía ¿cómo podes hacer una poesía con un motín? -En tus poemas aparecen las mujeres, las madres y las parejas; las que hacen fila en los días de visita. ¿Qué papel tienen en la vida carcelaria? -Mayoritariamente son las que sostienen, las que acompañan, las que no «te dejan a pata». Y también las que hacen sufrir cuando se cansan y deciden buscar el amor en otros lados. La visita suele ser el momento en que uno suele volver a ser sujeto. La espera se imagina, se viste diferente y tal vez después se mienten. Cada uno le dice al otro que la está pasando bien. -¿Cómo conviven en vos el psicólogo y el escritor? ¿Se alimentan mutuamente o a veces se enfrentan? – Es muy probable que se retroalimenten. En los cuentos hay escenas tomadas de lo que uno escucha. Ojo son escenas, no la persona. Es ese instante puesto en otro lugar. No sé de qué manera se enfrentarían. Algunos que han leído mis cuentos afirman que es la mirada de un psicólogo. Yo no les creo tanto. Feria del libro de Gualeguaychú Este sábado, al cierre de esta edición, Eduardo Galotto presentó Con ganas de mirar lejos en el marco de la Feria del Libro de Gualeguaychú, compartiendo fragmentos de su obra ante un público atento que lo acompañó. Según adelantó el propio autor, en septiembre hará una presentación similar en Concepción del Uruguay, su ciudad.

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