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  • Joaquín Furriel: “Vivo solo y lo disfruto mucho, no volví a convivir”

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 20/07/2025 04:36

    María Laura Santillán Con Joaquín Furriel En la obra de teatro La verdadera historia de Ricardo III, Joaquín Furriel hace un trabajo extraordinario. Además, el personaje necesita mucho esfuerzo físico. Es muy difícil entender cómo después de esas horas tan intensas en el escenario puede hacer otra función al día siguiente y otra más, y otra más. – Lo das todo. – Gracias, yo quería hacerla con Calixto Bieito porque es uno de los directores más importantes del mundo. En Europa sus óperas y sus obras de teatro siempre son muy comentadas, son disruptivas. Dirige un teatro muy contemporáneo, donde pasan muchas cosas permanentemente en todos lados. Ricardo III es el villano más famoso de Shakespeare y plantea muchas dificultades para el actor porque le habla al público y le actúa a los demás. Esa complejidad que tiene el personaje ahora está dentro de una puesta que yo sabía que iba a ser muy física. – Más complejo y más físico, quedé exhausta viéndote. Es muy fuerte tu entrega, te angustiás, te reís mucho. – Sí, porque la brutalidad tiene eso. El trabajo que propone Calixto es brutal. Yo me doy cuenta que algo pasa con el público. El personaje empieza con una peluca rubia. – Una parodia. – Como una parodia suponete a Boris Johnson, el premier británico que en plena pandemia se mandaba unas fiestas increíbles. El personaje habla con el público y muestra la parodia del poder en la que está metido. – Solés describirte a vos mismo como un tipo tímido, pero cuando hablás con la platea no hay timidez. – A los trece años me anoté en un taller de actuación y encontré que en la ficción me doy permiso y puedo estar mucho más conectado, lúdico. Cuando actúo vivo una sensación de libertad y de presente, de que mi existencia toda, integral, todo lo que soy en ese momento está ahí. Y cuando me toca romper la cuarta pared, avanzar con el público físicamente, en ese momento el chip que tengo desde la dirección y desde lo que fui aprendiendo es que soy un bufón. Ricardo III busca cautivar la atención y sobre todo, busca la manera de que los demás empaticen con él. Es un personaje que mata a sus hermanos, mata a sus sobrinos, se carga a todo el mundo que está en el medio de cualquier objetivo que él tiene. Eso está en la puesta de Calixto, para mí muy lúcidamente contrastado, un personaje que es tan cercano que puede estar comiendo conmigo. – Por momentos es simpático. – Es que la simpatía funciona en el personaje y en el espectáculo como momentos de respiro. El espectáculo, como bien decís, tiene momentos que son trash, muy potentes, violentos. Es necesario pasar por la simpatía, hay dos o tres momentos que fueron creciendo, donde el público hasta es cómplice de algunas cosas que pasan en el escenario. – Actuar entonces te fue quitando la timidez, estás más suelto. – Empecé teatro también como una manera terapéutica, porque los psicólogos recomendaban que hiciera algo donde me pudiera expresar un poco más. Cuando veo las fotos hasta los 12 años, en todos los cumpleaños estoy serio y un poco más atrás que los demás. Observando todo, pero sin poder incorporarme. "Mis viejos me mandaron al psicólogo porque era lo opuesto a ahora, era retraído. Ahora me pasa que si estoy nervioso me agarra una especie de incontinencia verbal, hablo, narro cosas, me pongo un poco histriónico", cuenta Joaquín Furriel – ¿Sufriendo? – No, de hecho no sufro hoy con la soledad, con ese lugar de observación, me gusta mucho. Puedo estar en una reunión, pero hay momentos donde me cuelgo, y no estoy nada sufriente, estoy atento a otras cosas que puedo ver así. – ¿A tus viejos les pareció raro y te mandaron al psicólogo? – Sí, porque era lo opuesto a ahora, era retraído. Ahora me pasa que si estoy nervioso me agarra una especie de incontinencia verbal, hablo, narro cosas, me pongo un poco histriónico. Al ser actor en algunos contextos está permitido y dicen: bueno, vino el actor. Pero con mis vínculos más íntimos estoy mucho más tranquilo. – ¿Cuando estás nervioso hacés papelones? – Papelones no sé, pero sí me pasa que si estoy en el ascensor solo estoy bárbaro. Entra alguien y mi hija me carga porque dice que hablo de cualquier estupidez, me incomoda compartir ese espacio con otras personas en silencio. El silencio me incomoda un poco. “ALCÓN ME MIRA Y ME DICE: ‘AH, VOS SOS UN PELOTUDO’” – ¿Entonces cómo hacés en las entrevistas? – Estoy entretenidisimo, pero cuando empecé a hacer televisión me costaba muchísimo. Eran los noventas, la tele en vivo, el más gracioso era el más venerado y había que hacer chistes todo el tiempo. Y para mí mostrarse gracioso era una manera medio estúpida de comportarse en el mundo, para mí no era un valor. Los ‘90 era una época muy banana, todos eran cancheros, seductores. Pero fui de a poco aprendiendo, me hizo muy bien haber conocido a gente que para mí eran referentes muy importantes. Haber hecho teatro con Alfredo Alcón, por ejemplo, me hizo muy bien. Soy un pibe de barrio, tengo humor y siento que tengo calle, soy pícaro, me acomodo. ¿Por qué te digo esto? Porque cuando empecé a hacer Rey Lear con Alcón, yo estaba muy nervioso en la primera pasada de letra. Uno, dos, tres textos y al cuarto me mira y me dice: “Escuchame Joaquín, ¿esto va a ser así? ¿Vas a interrumpirme? Tratá por lo menos de ver dónde está mi final y si no lo sabés, dejá pasar un tiempo y ahí decí tu texto". Y yo le digo: “Conmigo no te hagas el Alfredo Alcón”, haciéndome el chistoso, para romper un poco con el tótem, ¿no? Me mira y me dice: “Ah. ¡Vos sos un pelotudo!“. Con la voz grave de Alcón. Me lo dijo y me congelé, me quedé mirándolo y por dentro dije: me vuelvo a Adrogué, se terminó mi carrera acá, ya está. Se me acerca y me dice: “Vos y yo nos vamos a llevar muy bien”, y me volvió la vida al cuerpo. Algo de ese humor más de barrio en varios momentos me vino muy bien, pero yo sentía, cuando empecé a trabajar, quizás porque empecé como galán de telenovelas que tenía que empezar la nota con: “Yo soy egresado del Conservatorio”. El galán de novela no convivía amorosamente con lo que yo me había preparado para hacer. A los 35 años empecé a hacer La vida es sueño con Calixto en una puesta muy icónica en su momento, después hice El patrón, radiografía de un crimen y empecé a trabajar más interpretativamente. A partir de ahí, a medida que me fui tranquilizando como actor, también me fui tranquilizando en las entrevistas. Desde hace un buen tiempo yo estoy presente, no estoy actuando nada, no estoy forzando nada. Estoy acá tranquilo, mirándote, hablando. Contestaré las cosas que sé que puedo contestar y las que me incomodan más buscaré la manera de dar una respuesta. MARIA LAURA SANTILLÁN CON JOAQUIN FURRIEL Y EL DÍA QUE ALFREDO ALCÓN LE DIJO QUE ERA UN PELOTUDO: “JOAQUÍN, ¿ESTO VA A SER ASÍ SIEMPRE?” – ¿Cómo te llevás con los 50? – Bien, no tengo mucho celo con el número, no estoy muy atento. No hice un cumpleaños de 50 como hacen algunos amigos míos. Dicen: vamos a festejar los 50 y se mandan unos fiestones… Digo, ¿esto se termina mañana? Una cosa muy apocalíptica. – Como una despedida. – Parecería. No, me pasó por ahí. Estoy muy sano, haciendo una obra que dura casi dos horas y físicamente me siento muy bien . – Pero festejo, ¿nada? – Una cena hice. No me pega mucho el ritual del cumpleaños, que todos me estén cantando y con la torta… Es un poco infantil esto “¡que lo cumplas feliz!“. Estás con la torta, las velas, los tres deseos. Es un ritual, lo entiendo, me tocó vivir en un país donde se festeja así y está todo bien. – Y después cantamos Happy birthday y Tanti auguri y Feliz en tu día. – Yo puedo cantarlo en muchos idiomas, solo sé cantar, pero el que más me gusta es: feliz, feliz en tu día... Eso ocurre solo acá. De repente ver a mi mamá cantándome, “Feliz feliz en tu día amiguito que Dios te bendiga”. Mi mamá es atea, hay algo de toda esa incongruencia que me parece muy cálido, muy amoroso. – Así como lo contás, es raro. – La fiesta de 15 de las chicas en Europa no se festeja, hay que explicarlo mucho para que lo puedan entender. “Pero, ¿cómo? ¿Es un ritual de fertilización? Como a la nena le vino…“. ¿De donde viene ese ritual de que a los 15 se la viste como una mujercita, se la maquilla y se baila un vals con el padre? Es una especie de despedida, va a reencontrar en ese vals a su padre cuando se case. Si uno analiza un poco decís: ¿por qué festejamos lo que festejamos? En Ricardo III juego con una torta y eso generó un momento donde cantan el feliz cumpleaños y está buenísimo. Lo cantan los forenses que encontraron el cadáver de Ricardo III, cuando se dieron cuenta que no era jorobado. "Cuando tuve el ACV, ¿por qué tuve miedo? Tuve miedo porque mi hija era chica. A veces pienso, ¿en qué momento para mí mi hija va a dejar de ser chica?", sostiene “DÓNDE ESTÁ LA VERDAD? LA VERDAD SIEMPRE ES OFICIALISTA Y SE PUEDE TERGIVERSAR” – La historia real de los restos de Ricardo III, el rey que existió. – Shakespeare, cuando escribió la obra de teatro, lo hizo jorobado, prácticamente un sapo, y habla muy mal de él para destruirlo. Cuando apareció el cadáver en el año 2012, descubrieron que era una escoliosis, no una escoliosis. Entonces el director juega con la verdad. ¿Dónde está la verdad? La verdad siempre es oficialista. Se puede tergiversar, se pueden mover los márgenes, no sólo de la verdad, de la maldad. Según Calixto Bieito la crueldad la novedad es que hoy la tenemos incorporada en nuestro cuerpo, en nuestros relatos. – La pregunta de los 50 la reformulo, el paso de los años, ¿cómo lo vivís? El otro día entrevisté a la psicóloga Pilar Sordo y decía: “me quedan 20 navidades”. Esa frase le da un contexto más real que decir “me quedan 20 años”. “Me quedan 20 navidades, ¿cómo quiero vivir esas 20 Navidades?“. Te pone la piel de gallina. – Yo no creo en eso, para mí, no. No le quedan 20 Navidades, es mentira. – Quizás le quedan tres decís. – O ninguna. Eso es como vivir con miedo al paso del tiempo. ¿Te quedan 20, te tenés que poner qué: intenso? El presente es intenso, para todos, con bemoles. Un amigo me hizo lo de los papelitos, cada papelito es una década, pones ocho. ¿Cuántos papelitos te comiste? ¿Cuánto te quedan? ¿Cuántos pensás que vas a estar bien? Te quedan dos décadas, tenés 2 papelitos, ponele 3. Pero, ¿para qué? “YO TUVE UN ACV A LOS 40 AÑOS Y DIJE: ‘VOY A CAMBIAR MI VIDA’. ¡ES MENTIRA!" – Para organizar esos años y pasarlo bien. Para no perderte nada, para no hacer algo que no te gusta. – Es mentira eso. Yo tuve un ACV a los 40 años y dije: “voy a cambiar toda mi vida”. ¡Es mentira! ¿Cambiar hábitos? Sí. Pero, ¿de verdad, por temor a la finitud? Al día siguiente te levantás y decís: a partir de ahora quiero abrazar a todo el mundo, quiero abrazar a la gente, llamar a la gente y decirle “che, te amo, ¿sabés que te amo?“. Es una estupidez para mí de estos tiempos. MARÍA LAURA SANTILLÁN CON JOAQUIN FURRIEL: “YO TUVE UN ACV A LOS 40 AÑOS Y DIJE ‘VOY A CAMBIAR MIS HÁBITOS’. ¡MENTIRA!” “HAY UN MONTÓN DE ESPIRITUALIDAD PRET À PORTER QUE VIENE MUY BIEN COMO RESPUESTA AL MIEDO QUE TENEMOS” – ¿Pero no te develó nada con el paso del tiempo haber tenido el ACV? – Creo que lo interesante es donde radica el miedo a la existencia, a mí me suma eso. Porque nosotros tratamos todo el tiempo de buscar la vida, por eso le tenemos miedo a la muerte, sobre todo en Occidente. Le tenemos tanto miedo a la muerte que agarramos cualquier paquete, el que sea. Si no meditás, te pasa tal cosa. Si no dejás de comer de esta manera, te va a pasar esto. Hay un montón de fórmulas hoy en día, porque la gente está muy ansiosa, porque vivimos tiempos donde no hay ideales muy claros como había en otras épocas. Hay un montón de espiritualidad pret à porter que viene muy bien como respuesta al miedo que tenemos estos tiempos al no sentirnos productivos, al no sentirnos valorados, al no sentirnos bellos según la hegemonía que se muestra en este momento, al no tener la vida que muestra mucha gente en las redes sociales. Todo eso funciona como miedo de quedarnos afuera, porque somos una especie muy temerosa del aislamiento, porque va a venir el lobo y nos va a comer si no estamos en el grupo, es arcaico. Cuando tuve el ACV, ¿por qué tuve miedo? Tuve miedo porque mi hija era chica. A veces pienso, ¿en qué momento para mí mi hija va a dejar de ser chica? – Nunca. – Por un lado, nunca, pero por otro lado, en el Evangelio según Jesucristo de Saramago, hay una parte maravillosa donde José le enseña a Jesús el oficio de la carpintería. Y Saramago escribe: “Un padre que no le enseña un oficio a su hijo lo condena al hambre”. Entonces, si mi hija en algún momento tuviese su independencia, si viera que ella pudo encontrarle la vuelta al sistema y sobrevivir, ya dejaría de ser para mi chica. Lo más importante en este momento, mi responsabilidad, es educarla, darle herramientas, pensamiento crítico, alimentarla. – Para que pueda ser autónoma e independiente de vos. – Exacto. ¿Y cuando lo logre tendré el mismo miedo o ya no? Cada vez estoy más tranquilo porque los miedos los puedo ver más rápido. En vez de decir con los amigos: ¡Vamos a viajar que nos quedan 20 años! ¡Viajemos que después vamos a estar con limitaciones! – ¡Ahora! ¡Es ahora! – Y después se te pasa el año, no pudimos coincidir y te fuiste un fin de semana a algún lado y disfrutaste de dos atardeceres. “CUANDO TUVE EL ACV TUVE MIEDO DE PERDER MI MEMORIA, SOY ACTOR” – Yo perdí miedos cuando me enfermé, me fui dando cuenta con el tiempo. No que al día siguiente te despertás distinto, no, ni por casualidad. Pero con el tiempo algunos que me quedaban los solté. – Cada uno tiene su viaje, por supuesto. El primer miedo que tuve en aquel momento fue mi memoria, porque soy actor. A ver si todavía me quedó algún problema y no tengo la capacidad de memorizar textos. Cuando pude me fui tranquilizando al saber que eso no sucedía, todo el tiempo me iba midiendo. “CUANDO ESTOY FUERA DE MI TRABAJO Y VIENE EL TIEMPO DE DESCANSO NO SÉ QUÉ HACER” "Entreno en el gimnasio tres o cuatro veces por semana, nado una vez por semana, aeróbico una vez por semana. Como muy sano desde hace muchos años. Y soy muy agradecido porque no tengo adicciones", narra Joaquín Furriel – Fuiste a un neurólogo, ¿te estudiaron? – Mi neurólogo, con todos mis estudios, me dijo que no tengo respuesta médica en relación a lo que me pasó, pero sí me aparecieron los miedos. Empezar a acelerar la máquina es lo que uno hace cuando tiene miedo y hay gente que uno ve agarrar la curva a 200. Lejos de ver vitalidad, felicidad… Digo, ¡qué cagado está! ¡Está asustadísimo! No puede parar. A mí me pasa muchas veces con mi trabajo, deposito mucha energía. Cuando estoy fuera de mi trabajo y se viene el tiempo de descanso para mí es traumático, porque no sé descansar. – No sabés qué hacer. – No sé qué hacer, me desvitalizo. – ¿Cómo hacés para estar físicamente entrenado para esta obra? – Entreno en el gimnasio tres o cuatro veces por semana, nado una vez por semana, aeróbico una vez por semana. Como muy sano desde hace muchos años. Y soy muy agradecido porque no tengo adicciones. – Sos de los que tienen nutricionista. – Tengo una nutricionista que consulto eventualmente, pero soy consciente de lo que como desde los 16 años porque tengo una enzima que no segrego, que es la enfermedad de Gilbert, en mi hígado. Sé lo que me hace mal al hígado, ya tengo una conciencia alimentaria, qué comer y qué no comer, o qué significa cada comida. Ahora, cuando estoy de vacaciones, me funciona comer como quiero, inclusive a la hora que quiero. Me gusta desorganizarme mucho porque luego mi vida es mucho más esquemática. Para hacer la obra de teatro que estoy haciendo la relación que tengo con la actuación es deportiva. En mi imaginario yo quiero ser un actor de élite, tengo que entrenar, tengo un nebulizador con la solución fisiológica para hidratar muy bien las cuerdas vocales, hago todos ejercicios articulatorios que me da mi entrenadora vocal. Entreno todos los jueves antes de la función con ella, que me dice cómo me escucha, cómo me ve. Vino a la función y anota si durante algún momento de la obra estoy utilizando mal la voz. Hay un montón de situaciones técnicas arriba del escenario que la gente no las ve por suerte, porque sino se notarían los hilos. Hay colegas que también entrenan que me felicitan. Y la felicitación viene porque paso del bufón al drama, a la tragedia, al clown. Hay muchos géneros diferentes en el personaje, va cambiando y es muy viscoso, no lo podés agarrar. – Y con la voz hay registros muy distintos, que cambian muy rápidamente. – Y hay una animalización, en el final termino como un jabalí con el sonido y el cuerpo. Termino la función, me voy al camarín, me pego una ducha para limpiarme de las dos horas que pasa de todo, me seco, me visto, me siento y mientras me voy sacando unos delineados que componen el ojo tengo unos cinco minutos de solución fisiológica para volver a trabajar. – ¿Y quedás manija? – Quedó muy manija, como si tuviera por delante una obra de teatro que sigue durante una hora y media más. Y de repente, como la sensación de la gente que tuvo la oportunidad de viajar a lugares donde hay mucho cambio de huso horario, de la nada me apago. Lo único que necesito es dormir. – Es droga. – Es como una morfina, supongo. Es muy placentero y tengo que dormir ocho horas por día para recuperar la voz y el cuerpo. – Esto es toda tu vida. No hay tiempo para nada más mientras lo estás haciendo. – Sí, cuando hago películas y teatro, sobre todo este tipo de personajes, mi hija y mi entorno cercano lo conoce, mi vida está orientada y dinamizada por mi trabajo. – Eufemismos para decir “estoy dedicado a esto y bancame”. – Sí. Mi hija, ahora que tiene 17 años, creo que empieza a darse cuenta de que no es una cuestión de egoísmo, es que tengo una fuerte vocación. Me mejora la vida hacer ahora, por ejemplo, Ricardo III y ya empezar a pensar los personajes que se vienen en algunas películas que voy a hacer. Todo eso me mantiene creativo. “PARA MÍ SER FELIZ ES CUANDO SE PASA EL TIEMPO Y NO TE DISTE CUENTA” – Y te hace feliz. ¿No es eso ser feliz? – Para mí ser feliz es cuando se te pasa el tiempo y no te diste cuenta. Y en ese sentido creo que tuve una vida bastante feliz hasta ahora porque se pasaron rápido los 50. "En los deportes individuales me siento mejor, pero paradójicamente en mi trabajo me gusta trabajar con equipos, no me gusta trabajar solo", expone el actor su visión sobre las relaciones humanas “DISFRUTO MUCHO VIVIR SOLO” – ¿Te gusta estar solo? Vivís solo. – Vivo solo. – ¿Y lo disfrutás? – Sí, disfruto mucho vivir solo. Desde que me separé de la madre de mi hija no volví a convivir con mis parejas que tuve luego. Tuve algunas parejas, pero siempre mi hija estuvo conmigo, tengo la convivencia con ella y después una semana en la que estoy solo. El año pasado estuve todo el año en Madrid, o me fui a filmar una película a la Patagonia. Cuando viajás y filmás, hay una familia nueva que es el equipo con el que estás trabajando, vuelvo y estoy solo. – Decir que nos gusta vivir solos es raro. Mucha gente quiere y desea que estés con alguien. – Es como la torta de cumpleaños, asumimos que es así la vida, de a dos. Y está muy bien, convivir bien con alguien es hermoso. A mí me encantaría. – Pero es difícil. – No sé si es difícil, supongo que sí. A mí se me dio de otra manera la vida. Estoy mucho tiempo solo por mi trabajo también. Aún estando en pareja, nunca estuve 12 meses todos los días con mi pareja porque viajo. Y me han tocado parejas que viajaban también. Ahí se me arma una dinámica posible. “TENGO AMIGOS MUY PREPARADOS PARA LA CONVIVENCIA Y LES PREGUNTO: ¿CÓMO HACÉS? ¿CÓMO PODÉS CONVIVIR? – En general la gente convive, es raro cuando uno no convive para los otros, no para uno. – Yo tengo amigos que veo muy, muy preparados para la convivencia y les pregunto, ¿cómo? Como una especie de misterio. ¿Cómo hacés? ¿Cómo podés convivir? ¿No te pasa que llegás un día a tu casa y querés estar solo? No sé, no sé cómo es. MARÍA LAURA SANTILLÁN CON JOAQUIN FURRIEL: “ VIVO SOLO Y LO DISFRUTO. A MIS AMIGOS LES PREGUNTO, ¿‘CÓMO PODÉS CONVIVIR’? – Es una negociación permanente convivir. Conviví un montón de años, estuvo lindo, pero qué lindo es no tener que negociar. – A mí lo que sí me pasa es que cuando convivís un tiempo con alguien, en una pareja que no hay convivencia pero elegís cuándo estar y cuando no, cuando estás yo lo valoro doble. Qué fácil es, cocinar de a dos es más fácil, armás un equipo. Hay algo del equipo que para mí está bueno. – Está bueno porque sabés que ella se va o que vos te vas. Qué lindo ser equipo porque sabés que después si querés estás solo. – Viste que hay deportes que son grupales y deportes que no. Los nadadores, el tenis, hay deportes que son más solitarios. – Montañista también sos. – En los deportes individuales me siento mejor, pero paradójicamente en mi trabajo me gusta trabajar con equipos, no me gusta trabajar solo. En la vida quizás sí me gusta más tocar solista, jaja. – Sos muy famoso en Europa. Uno viaja a Europa y ve carteles con tu cara divina mostrando ropa, re canchero. ¿Cómo empezó eso? – Jaja, hay algo que me excede, son las sorpresas. ¿Por qué alguien iba a ofrecerme como opción para una campaña de una marca tan importante como la que hice y que iba a estar en todas las ciudades más importantes del mundo? Es como el día que me llaman los productores de La Casa de Papel para hacer la nueva serie con ellos. – ¿Por azar decís? – No es el azar. Yo creo que el trabajo genera trabajo, hoy en día tengo varias películas en Netflix sobre todo, que es una de las plataformas más importantes en el mundo. Hay gente que se va vinculando con uno que no es necesariamente Argentina, por ejemplo. "Me gusta creer que la virtud, que el humanismo, que la solidaridad son los valores nos van a hacer mejor como especie. Sin embargo, a veces me pasa que tengo la sensación de que nos merecemos la extinción por comportamientos, por creencias", reflexiona – Me encanta que hayas aceptado, porque a veces puede haber prejuicios. – Yo no tengo prejuicios, María Laura. Todo lo que sea para que me conozcan más, yo lo hago. Gracias a las telenovelas el público iba al San Martín o al Cervantes a ver las obras que hacía, siempre me gustó eso. En la televisión hice otras campañas de publicidad. Es una marca que me gusta, que me queda bien. Acá se dio algo maravilloso. “QUÉ PASA SI NO TENEMOS LOS VALORES MORALES QUE NOS SOSTUVIERON. SON TIEMPOS DONDE TODOS LOS RELATOS SON BASTANTE ESTÚPIDOS” – La crueldad es el tema de la obra y estaría pasando con algunas personas que dirigen el mundo lo que muestra Ricardo III con su maldad y con su disfrute de la maldad. – Sí, lo interesante que propuso Calixto es que para él estos son tiempos de la incertidumbre y él cree que la moral se corrió, que antes uno podía hablar de moral o de gente que no tenía moral. ¿Qué pasa si no tenemos los valores morales que nos sostuvieron y nos organizaron socialmente como en otras épocas? – O sea, ¿si está bien hacer el mal? – ¿Por qué no? No es una puesta donde ves un director que está guiando moralmente la puesta, que te quiere dar un mensaje. Son tiempos donde todos los relatos son bastante primitivos en su manera de comunicarse y bastante estúpidos, no tienen argumento. Hace un tiempo que venimos avalando un nivel de estupidez. ¿Por qué digo estupidez? Porque es como decir: éste es malo, yo soy bueno. En la simplificación es donde habita la estupidez. La estupidez es una sensación como la morfina, me hago el estúpido o vivo de manera un poco más estúpida para no conectar tanto con esto. ¿Te parece que está bien lo que están diciendo? En otra época uno diría: ¡qué impunidad! Cuando ves estos tiempos te das cuenta de que culturalmente algo está cambiando. MARÍA LAURA SANTILLÁN CON JOAQUIN FURRIEL: “TODOS LOS RELATOS SON BASTANTE PRIMITIVOS Y BASTANTE ESTÚPIDOS. ‘ESTO ES ASÍ Y EL QUE PIENSA DIFERENTE DE MÍ ES MI ENEMIGO” “TODOS, EN MAYOR O MENOR MEDIDA, SOMOS CÓMPLICES DE LO QUE ESTÁ PASANDO” – Cuando el presidente me empezó a maltratar en Twitter, la primera vez le contesté. No le puedo contestar más, no entiendo. Es como un chiste, no lo puedo tomar en serio, no puede ser cierto lo que leo, no termino de entender el sentido ni qué hay detrás. – Vamos a hablar de la obra. Vos fijate que Ricardo III es un tipo que no puede heredar el trono de manera natural, tiene que limpiar a los cuatro que están entre la corona y él. Lo hace, le dice al público que lo va a hacer. O sea, el público ya es cómplice, ese es el primer punto de estos tiempos. En mayor o menor medida, todos somos cómplices de lo que está pasando, por ejemplo si alguien te ataca a vos, a una periodista. En el caso de Ricardo, él va avanzando, va matando. Los que lo están asesorando empiezan a percibir que luego de los muertos que no están más en la línea sucesoria y él es coronado rey, puede que el problema empiece en su entorno, como ocurre en la obra. Empieza a matar a todo el entorno. Cuando me puse a investigar sobre la maldad y sobre el poder y sobre el vínculo que tenemos los seres humanos con el poder, con diferentes ideologías y diferentes dogmas, hay algo que los une a todos y tiene que ver con la soledad y la tiranía. Es un punto por un lado admirable, yo no tengo ese nivel de confianza y de fe de que “esto es así y que el que piensa diferente a mí es mi enemigo”. Esto lo hemos tenido en un montón de líderes en nuestra historia, en la región y en el mundo. – La historia general del mundo. – Cuando empezás a ponerle el cuerpo a la maldad y al poder… El viaje que yo me empecé a pegar en los ensayos. Le dije a Calixto: “creo que lo que tenemos que hacer es un viaje a la alienación. El poder lo único que demuestra en el caso de Ricardo III es un personaje que no tiene ningún valor, ninguna contradicción, va hacia adelante con todo, se carga todo lo que se le pone en el medio. Pero termina solo, gritando en un campo de batalla “mi reino por un caballo”, porque sin un caballo no va a sobrevivir (o lo que cada uno quiera entender de ese momento). En la puesta de Calixto Bieito, en el final…(No hay problema que comparta porque el teatro ya está todo julio lleno, ahora salieron las entradas para agosto y quedan seis semanas). Lo que pasa es que en el final de la obra… – Lo vas a contar. – Se armó una situación de carrusel donde Calixto instala todo desde el lugar de la infancia. ¿Por qué? Porque para él el mal no muere. Y esto a mí, en esta versión, me sigue generando incomodidad. Porque me gusta creer que la virtud, que el humanismo, que la solidaridad son los valores nos van a hacer mejor como especie. Sin embargo, a veces me pasa que tengo la sensación de que nos merecemos la extinción por comportamientos, por creencias. ¿Dónde está el punto? ¿Qué hacen los seres humanos cuando llegan al poder, poder simbólico, poder real, poder económico? Empieza un camino de soledad. Naturalmente, empiezan a aislarse de sus mundos y a tener una vida que no tuvieron antes, una vida nueva que están inventando, es la vida de una persona que se considera poderosa. Si te considerás poderoso o privilegiado, ¿Dónde queda tu barrio? ¿Dónde queda tu familia? ¿Dónde quedan tus amigos que están peleando porque no les está yendo como querían? Ese grado de soledad en el que el personaje entra y en el que con mi estudio de estos meses empecé a observar muy nítidamente, es en el que cayeron prácticamente todas las personas que decidieron el camino de la autoridad desde el autoritarismo y de la tiranía. – Me tengo que despedir. – Está bien, es una buena manera antes de despedirnos, darle valor a lo que uno contesta. Tan importante es responder como preguntar. Responder a un ataque es tan importante como pensar el ataque. A mí me han atacado en diferentes momentos porque no están de acuerdo con cosas que yo pienso. Yo creo en una sociedad de bienestar, yo prefiero eso. Me gusta que haya buena educación pública, buena salud pública. Me gustan los países que son así, no me gustan los países liberales donde el Estado no tiene la capacidad de lo que yo vi es que países europeos, escandinavos, que funcionan de otra manera. “¿TIENE SENTIDO CONTESTAR ALGO QUE ES RIDÍCULO? NO, A LA RIDICULEZ HAY QUE DEJARLA EN EL LUGAR EN EL QUE ESTÁ” – ¿Era un consejo para mí eso de “me gusta responder”? – Me gusta lo que hacés, lo que vos planteás, porque le estás dando un valor a tu respuesta. Si en una discusión jurídica se metiera la Iglesia, la discusión sería ridícula, como si lo jurídico se metiese en una cuestión teológica. Por qué no analizar en lo cotidiano, ¿tiene sentido contestar algo que en principio es ridículo? No, a la ridiculez hay que dejarla en el lugar en el que está. – Estoy bien entonces. – Yo estoy con vos.

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