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  • El misterio de la ruta ilegal del fentanilo en la Argentina

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 19/07/2025 16:43

    Enfermero roba fentanilo en un hospital de la matanza Hablar de fentanilo genera pánico en Argentina. Es un pánico basado en la muerte y que tiene su raíz en los antecedentes recientes registrados en el país. Uno de ellos, es el de las 54 presuntas víctimas del poderoso opioide contaminado con neumonía que provino del laboratorio HLB Pharma. Otro, el de la virtual masacre dealer de la Villa Puerta 8 de Tres de Febrero, ocurrida en febrero de 2022, cuando 24 personas murieron intoxicadas por consumir cocaína cortada con carfentanilo: una variante 30 veces más poderosa, usada para anestesiar hipopótamos y elefantes. Pero al mismo tiempo es un pánico basado en la ignorancia, porque el fentanilo que provoca en Estados Unidos una de las mayores crisis narco de su historia -con adictos convertidos en zombies, producido por cárteles mexicanos- no existe en este país. Al menos por el momento. Argentina, donde el kilo de cocaína se consigue a tres mil dólares del otro lado de la frontera -el más barato del planeta-, todavía se droga como en el siglo XX. Con el precio de la sustancia blanca en alza en el resto del mundo, instalar al fentanilo clandestino en el mercado narco nacional parece un contrasentido en términos comerciales. Y el narcotráfico es uno de los negocios más lógicos del hampa. Para lucrar con una droga, primero se necesita un adicto; instalar a esa droga culturalmente. Para el narcotráfico global, el fentanilo es la superdroga del futuro: totalmente sintética, absolutamente adictiva, barata de producir, fácil de mover. Solo hay que venderla. “Para empezar, la gente en este país todavía no tiene el hábito de inyectarse”, dice con alivio un fiscal federal argentino. Sin embargo, en las redes clandestinas argentinas, el fentanilo se mueve. 2023: fentanilo incautado por Gendarmería en Misiones En Argentina, hasta hoy, es un producto únicamente producido por laboratorios farmacéuticos, “de uso exclusivamente hospitalario, con la condición de expendio bajo receta oficial y decreto”, de acuerdo a un documento oficial en manos de la Justicia federal. Es solo manipulado por anestesistas, empleado en comas farmacológicos o en el tratamiento del dolor extremo y el infarto de miocardio. Lo regula, por ejemplo, la resolución 2622/1988 del viejo Ministerio de Salud y Acción Social en la Lista I de la Ley de Estupefacientes, la 17818. La periodista y legisladora Débora Pérez Volpin, por ejemplo, recibió fentanilo en la endoscopia que precedió a su muerte. Así y todo, el fentanilo aparece en allanamientos de causas penales, en redadas a dealers. Existe esa ruta clandestina, sí, pero no es tan simple como aparenta. El fentanilo, sumamente controlado, es un producto autorizado en Argentina. Y, para esa ruta, el circuito legal de la sustancia es la clave. Dos semanas atrás, Gendarmería Nacional anunció la captura de seis sospechosos acusados de acopiar y distribuir fentanilo. Las detenciones fueron en el marco de 14 allanamientos realizados en CABA, Jujuy y Misiones, en un expediente a cargo del Juzgado Federal en lo Criminal y Correccional de Primera Instancia y la Fiscalía Federal de Primera Instancia N° 2 de Posadas, con una investigación de la PROCUNAR, realizada por el fiscal coadyuvante Martín Uriona. Una de las farmacias allanadas por Gendarmería en la investigación por tráfico de fentanilo El origen del caso El caso había comenzado el 14 de abril de 2023 en un micro que viajaba por la Ruta Provincial 12. A bordo había una encomienda enviada desde Misiones a uno de los imputados de la causa en Buenos Aires. Gendarmería decidió controlar la carga del vehículo y la caja enfrentó un scanner. Así se descubrió que allí había 500 ampollas de fentanilo, líquido o en polvo, como citrato, con la marca de tres laboratorios argentinos. La caja tenía adherida, también, la copia del DNI de otro de los acusados. El destinatario era un hombre de 44 años, registrado en los rubros de venta de instrumental médico y productos farmacéuticos de ARCA: es un empresario, socio en un laboratorio porteño desde 2018, al menos según el Boletín Oficial. El hombre del DNI, de 24 años, al parecer, solo había puesto la cara. Oriundo de Posadas, se dedica, en los papeles, a trabajos de electricista. La PROCUNAR descubrió que el electricista envió 14 encomiendas a lo largo del tiempo: al menos cuatro al empresario porteño, el resto a otros dos sospechosos en Córdoba y Salta. El laboratorio del empresario, ubicado en Belgrano, fue allanado en diciembre de 2024, así como una clínica salteña donde trabajaba uno de los destinatarios de las encomiendas. La ANMAT aseguró a los investigadores que ninguno de los sospechosos en la causa tenía “la debida autorización y/o registración para la comercialización de las ampollas”, asegura un documento en el expediente. Detrás de las ampollas: Gendarmería en un hospital misionero El celular del electricista misionero reveló que el destinatario de 44 años no era el cerebro del negocio, sino que lo hacía, según el pedido de detención e indagatoria del caso firmado por Uriona, para otro investigado en la causa: el dueño de tres locales donde se vendían termos para mate. El hombre de los termos es un supuesto visitador médico. Los lotes de fentanilo en la encomienda fueron identificados por los tres laboratorios. Allí, la ruta quedó clara: las ampollas venían de las farmacias de dos hospitales misioneros, el Doctor Ramón Madariaga y el Nuestra Señora de Fátima, ambos ubicados en Posadas. La PROCUNAR pidió que las fuerzas de seguridad se presenten en ambos lugares con una orden oficial. Ahora, ¿qué se hacía con todo este fentanilo? ¿Alguien se lo inyectaba en alguna parte? La respuesta en la que cree la PROCUNAR, es que no. El fentanilo clandestino, en Argentina, principalmente, se roba y revende para esquivar los controles sanitarios y recortar precios. Esa respuesta, en parte, proviene del teléfono del electricista de Posadas. Lo aseguró, él mismo, en un chat hallado en su teléfono, que data del 12 de septiembre de 2024: -Yo vendo en estética y clínicas de oftalmología. Desde ya, vendía más barato. El hombre de Posadas, que habría comerciado con la sustancia al menos desde 2021, hablaba allí con un hombre interesado en comprarle. Sus clientes le pedían de a 200, 300 ampollas. En mayo de 2022, le ofreció a este cliente cada ampolla a tan solo $1100 pesos. La causa menciona fentanilo producido por al menos cinco laboratorios argentinos vendidos por la banda: uno de ellos es HLB Pharma. Enero de 2024: ampollas en la villa Fraga de Chacarita ¿Existe un adicto allá afuera? El fentanilo ilegal argentino -o flojo de papeles- sigue su viaje en micros y bolsillos de ambos blancos. En junio último, un veterinario oriundo de Sauce Viejo, Santa Fe, fue detenido por Gendarmería con 40 ampollas a bordo de un micro. Terminó bajo arresto domiciliario: aseguró que empleaba la sustancia en animales, según un sitio local. En febrero, Nancy Anahí Villagra, una enfermera de Florencio Varela, fue arrestada por la Policía Bonaerense, acusada de falsificar recetas de fentanilo con talonarios de la Municipalidad de Quilmes, para la cual trabajaba. En enero de 2024, ocurrió un caso único: tres miembros de una banda dealer fueron detenidos en la villa Fraga de Chacarita por la Policía de la Ciudad, con una causa a cargo de la UFEIDE, con la fiscal Cecilia Amil Martín. Les encontraron siete ampollas, más cinco de efedrina y una de bromuro de rocuronio, un bloqueante neuromuscular, un evidente botiquín de anestesista en manos de transas. Tenían, además, el menú usual de marihuana, pasta base y cocaína. Una mujer de nacionalidad argentina, de 59 años, beneficiaria de un plan social para acceder a una garrafa, fue condenada a tres años de prisión en suspenso por el caso, en una decisión del magistrado Luis Cavallari. El hijo de la mujer recibió una pena idéntica en un juicio abreviado. “Destinado a su comercialización”, dice la imputación sobre el material. Pero la sospecha de los investigadores es que la banda ni siquiera lo ofrecía activamente; que, tal vez, lo usaban ellos mismos. El Hospital Fernández: ningún adicto por aquí (Maximiliano Luna) En 2018, un enfermero se dedicaba a robar fentanilo del hospital Fernández, la zona cero de la toxicología argentina. Rubén, se llamaba. Lo acusaron de dos hechos. Intentó una probation en la Justicia, sin éxito. Sin embargo,el TOC N°14 se la negó tras un planteo de la fiscalía que argumentó que Rubén era un empleado público, con las responsabilidades que su rol implica. No podría haber accedido a la medicación de otra forma. Para qué se lo robaba, nunca lo explicó. Carlos Damín, jefe del servicio de toxicología del Hospital Fernández, es una eminencia entre los médicos de la Argentina, miembro de la junta médica que analizó el posible homicidio de Diego Maradona. Damín conoce y tabula en su cabeza lo que ocurre en la guardia y en las salas del centro médico de Palermo. Si alguien vio a un adicto de fentanilo argentino alguna vez en su vida, debería ser Damín. Pero el médico, en diálogo con Infobae, asegura: -No tenemos en el hospital intoxicados por fentanilo ni abstinencia, que muchas veces es más frecuente que llegue alguien por la abstinencia a que llegue el intoxicado agudo. Es más, adictos a opioides en general tenemos muy pocos. Hubo, al menos, un posible adicto a nivel local, según registros judiciales, un técnico en computación con un pasado turbulento, ligado a grupos de extrema derecha, condenado por un homicidio en territorio porteño en 2015. Testigos aseguraron que se inyectaba varias veces al día. El mismo acusado lo reconoció en su indagatoria. Incluso, aseguró que consumió la droga en la mañana del crimen. Cómo la conseguía, no lo dijo.

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