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  • “Seré”: teatro documental que trae de regreso fragmentos espeluznantes de la larga noche de la última dictadura

    » El Ciudadano

    Fecha: 19/07/2025 15:48

    Miguel Passarini Una exhumación con toques de magia, un momento escénico de enorme potencia que evoca otro momento de la historia vinculado con algo oscuro y siniestro. El dolor y la redención, la añoranza de una idea de libertad real en medio del reinado de una de ficción en un espacio escénico donde una poderosa pieza de teatro documental de las mejores del presente llega para recordar lo que se debe recordar, sobre todo en un tiempo donde reina el negacionismo. En una larga lista donde en su totalidad cada propuesta sumó valor y calidad a la reciente muestra de la 20ª edición del Festival de Teatro de Rafaela, y en un recorrido que sobrevuela la grilla oficial, podría pensarse que en primer lugar, y por muchos motivos, aparece Seré (Caba), un material inquietante que inaugura una nueva forma de pensar los hechos y las consecuencias vinculados con la última dictadura cívico-militar en la Argentina. A partir de una idea de Lautaro Delgado Tymruk, también a cargo del trabajo en acto, en una tarea compartida con Sofía Brito, este espectáculo de teatro documental-performático pone en escena a un actor que es “tomado” por una voz, la del testimonio de Guillermo Fernández, de 1985, durante el Juicio a las Juntas Militares sobre su secuestro, las atrocidades que le tocó vivir y finalmente la fuga, en 1978, de la siniestra Mansión Seré, centro clandestino de detención, donde se conjugan una serie de planos, formas, lenguajes, objetos, ventriloquia y magia, todo a partir de la tarea de un actor descomunal, que es acompañado por las luces de Ricardo Sica, al frente de un valioso equipo. Ser o no ser, esa es la cuestión En la palabra “seré”, más allá del nombre de la mansión, se encierra un verbo que enuncia un deseo, una necesidad que aquí aparece como el deseo de recuperar la libertad, al tiempo que evoca la que, acaso, es la frase más icónica del teatro, “ser o no ser, esa es la cuestión”, en boca de Hamlet. De hecho, aunque no se dice, “seré libre” es una idea fuerza que habita y transita toda la propuesta que va de lo inquietante a lo siniestro y de allí a una forma de humor que pareciera deformarse para finalmente desaparecer, donde el juego, las asociaciones y la realidad se integran en un gran aparato escénico donde cada detalle está pensado y funciona a la perfección. En Seré, el actor es tomado por una voz. “¿El espectador estará presenciando un acto de posesión? Seré es un manual de supervivencia, un instructivo de fuga. A partir del testimonio que dio Guillermo Fernández en 1985 durante el Juicio a las Juntas sobre su secuestro y fuga del centro clandestino de detención llamado Mansión Seré, un actor pondrá su cuerpo”, plantea la sinopsis de este material que formó parte, entre más, de la Selección Oficial del FIBA 2024. Las hipótesis “Seré nace, primero, de haber formado parte como actor de la película Crónica de una fuga (2006, de Adrián Caetano, a partir del libro Pase libre, de Claudio Tamburrini otro de los sobrevivientes); de haber podido conocer de cerca esa historia y de haber podido interpretar a Carlos García que es otro de los fugados de la Mansión Seré. A García lo conozco personalmente en 2014; me invita a escuchar su testimonio en el Juzgado de San Martín. Escucharlo fue verdaderamente muy perturbador, porque tuve la sensación de que el que estaba hablando era yo, en una suerte de división del yo”, contó Lautaro Delgado Tymruk acerca del germen de este material en el que compone (y también descompone) un personaje de altísima complejidad y compromiso poético y político. “Años después, en 2020, empecé a escribir una idea de obra, empecé a plantearme hipótesis de trabajo, y la idea inicial, esa pregunta esencial, fue quién es el que está actuando si la voz es de otro y el cuerpo es el mío; si está actuando él o yo, o si lo estamos haciendo «entre los dos». Fue un proceso lleno de obstáculos en el sentido de conseguir los derechos de ese testimonio, y lo mismo pasó con el de Guillermo Fernández, hasta que pudimos conseguir los derechos del testimonio de Fernández de 1985. En ese momento empecé a trabajar como director al frente de cinco actores y actrices en un proceso de laboratorio; me gustaba pensar ese momento como algo que haga circuito y cortocircuito con el discurso dejando de lado la literalidad de los sucesos para darle su forma poética y estética”, sumó el actor y director de vasto recorrido en las escénicas porteñas. El testimonio de Guillermo Fernández, que también es actor y titiritero en una suma de coincidencias y paradojas, donde cuenta su paso por la Mansión Seré, cómo surgió la idea de la fuga y la noche de la fuga en sí misma, dura tres horas y para el montaje se llevó adelante un proceso dramatúrgico. “Fue con la intención de darle una estructura dramática que luego derivó en una serie de intervenciones que aparecen en el montaje final”, destacó Delgado Tymruk, sin perder de vista que más allá de todo se trataba de un montaje teatral. En trabajo derivó en un unipersonal a instancias de la pandemia y un recorrido posterior por festivales que coincide con la llegada de un gobierno que reivindica algunas cuestiones vinculadas con la última dictadura cívico-militar donde incluso se llegó a intentar reinstalar la funesta “teoría de los dos demonios”. “Éste es un escenario que jamás imaginamos, pensar la obra en este contexto nos generó mucho miedo. Mi padre, que fue militante del PRT (Partido Revolucionario de los Trabajadores), me pidió que por favor no la haga, como también lo hicieron Fernández y García, los sobrevivientes; finalmente llegamos a la conclusión que más que nunca éste era el momento de hacer esta obra”, planteó el artista acerca de un núcleo de preguntas que van de lo artístico a lo político, interrogantes que en gran medida aún no tienen una respuesta definitiva y que, en todo caso, van encontrando función a función. Una obra Seré es una jugada por la memoria que se corre de la solemnidad y de una oscuridad que por momentos se apodera de ella, una historia que aún late en la Mansión Seré, hoy un sitio histórico en pleno Morón, en la provincia de Buenos Aires, que funcionó como centro clandestino de detención y tortura durante la última dictadura y que, años después del regreso de la democracia, se convirtió en el primer Espacio de la Memoria de Latinoamérica, un lugar inquietante donde la obra tuvo su paso, acaso en la función más perturbadora de todo su recorrido porque transitó los lugares reales que se describen en esta historia. “La obra condena el horror y vuelve presente ese pasado de forma dialéctica en tres niveles: el pasado narrado por Guillermo, con todo lo que implicó el calvario del secuestro y la fuga. El presente de Guillermo en su declaración, con sus recuerdos, sus olvidos, sus fallidos y sus revelaciones. Y por último el aquí y ahora de la obra, el tiempo de su representación, con su opinión sobre lo sucedido en esta actualidad, en esta época”, destacó el equipo a modo de presentación de un material que en su lógica de documental se vale de un dispositivo que conjuga todos esos mundos a partir de objetos de mesa de diferentes dimensiones, entre más una maqueta de la Mansión Seré, que son funcionales a la narración y que suman un potente universo sonoro y una puesta de luces acorde, como sus grandes aliados. Hay en Seré, en sus formas y búsquedas de sentido, en sus casualidades y causalidades, una instancia que se revela como la exhumación de la tragedia, pero a partir de un procedimiento que se aleja de todo el teatro concebido en las post dictadura que transitó temáticas de aquellos años, donde decantó la oscuridad y donde prevalecía la representación. En ese punto, Seré inaugura algo diferente desde lo formal porque pareciera exponer y ocultar una idea de representación a partir de una lógica disruptiva de narrar los hechos, de ponerlos en escena, donde aparece una poética propia y performática desde el singular recurso de la voz original y de un trabajo de fonomímica que desde la organicidad del actor expone algo mágico. De hecho, Lautaro Delgado Tymruk también es mago y en el material hay un guiño al escapista Harry Houdini que increíblemente nació un 24 de marzo, abriendo el juego a las coincidencias numéricas en una puesta inusual, poderosa y altamente conmovedora donde el espectador es interpelado incluso más allá del que, en principio, aparece como el final del recorrido. “No es poca cosa la intriga, su final: la fuga. Aquí una pequeña victoria ocurrida el 24 de marzo de 1978, nada más y nada menos. El mismo día del golpe militar del 76. Ese dato histórico genera mito. En medio de la oscuridad cuatro hombres escapan. Que sea esta también una reivindicación de aquella peripecia y de las 30 mil personas secuestradas y desaparecidas en la época más oscura de nuestra historia Argentina”, planteó el equipo finalmente.

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