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Parana » Informe Digital
Fecha: 19/07/2025 12:12
El Gobierno procura atenuar el clima político, que se ha intensificado con la disputa con los gobernadores en medio de un apretado cronograma de elecciones locales y nacionales. El ruido más notable hasta la medianoche del sábado proviene de las negociaciones al límite y los reclamos para cerrar las listas bonaerenses. Previsible. También es evidente la creciente tensión con los jefes provinciales, aunque resulta menos esperable, con un impacto visible en el Congreso. Por esta razón, Olivos respira aliviado con las vacaciones legislativas virtuales: aunque son solo un par de semanas, no garantizan el control de la agenda política y económica. El oficialismo se ha planteado un objetivo sencillo: retrasar el tratamiento de los proyectos impulsados por las provincias y manejar de igual modo los tiempos para los vetos a las leyes propuestas por la oposición más dura. En ambos casos, el Gobierno enfrenta las consecuencias de sus propios desmanejos. La falta de negociaciones sólidas con los jefes provinciales precipitó en el Senado la aprobación de las propuestas para modificar el manejo de los ATN y mejorar la coparticipación con el Impuesto a los Combustibles Líquidos. Asimismo, despejó el camino para las iniciativas sobre jubilaciones, moratoria previsional y la emergencia del sistema de discapacidad. El panorama hacia adelante, a pesar de que el Congreso se encuentra prácticamente paralizado, depende de cómo actúen los operadores del Gobierno -también influidos por sus propios conflictos internos- para enfrentar este enredo generado por su ejercicio del poder. Es decir, si interpretan que la postergación se considera un éxito en sí mismo -de muy corto plazo- o reconfiguran las líneas de negociación con el diverso y mayoritario grupo de gobernadores que hasta ahora se han inclinado por el diálogo. Un dato objetivo es que el Congreso estará inactivo hasta principios del mes que viene. La Cámara de Diputados solo prevé alguna reunión informativa de comisiones. En el Senado, apenas se llevarán a cabo tareas burocráticas y visitas, según su agenda oficial. Por supuesto, eso no excluye negociaciones informales, vinculadas a la pulseada por los fondos para las provincias y a las definiciones sobre el armado de listas en el acelerado camino hacia las elecciones de octubre. Sin embargo, la entrada en receso legislativo también deja señales que trascienden la política en un sentido estricto. Y es un dato de especial interés para el ámbito económico, no solo para los mercados. El punto es el siguiente: el temario del Congreso ha estado dominado por ofensivas de la oposición, en tanto el oficialismo prácticamente ha dejado actuar un temario propio desde marzo -aparentemente convencido de la apuesta a la polarización, sin matices-, hasta el extremo de concentrarse en el objetivo de evitar sesiones y hasta el funcionamiento de comisiones, intentos que han acumulado costos frente a diversos fracasos. Esta práctica y las limitaciones impuestas al tejido de acuerdos han tenido efectos no adecuadamente medidos. Un ejemplo llamativo es que se ha paralizado el proyecto para “blindar” el plan “dólares del colchón”. No ha avanzado ni un centímetro, a pesar de que era considerado prioritario por el equipo económico. En rigor, se trata de modificaciones a leyes tributarias que el discurso oficial presentaba como garantía para esta especie de blanqueo amplio. Este fenómeno no ha pasado desapercibido. No obstante, lo que asoma como estrategia es el mecanismo, que se repite y muestra signos de desgaste: la dureza presidencial como capital para asegurar votos y mantener credibilidad. La cuestión es si este enfoque deja de ser acompañado por muestras de pragmatismo para poder llevar a cabo negociaciones políticas, cuya culminación genera capital propio. Al inicio del fin de semana, Javier Milei pronunció un discurso ante el Jockey Club. En él, expuso algunas consignas recurrentes acerca de la oposición y el papel del Estado, pero resultaron llamativas un par de definiciones: una, por el destinatario específico, es decir, sus anfitriones: los instó a invertir y a desempeñar un papel protagónico en el proceso que lidera y que considera fundacional. La segunda, por el contenido del mensaje y también por el momento: señaló que solo la Nación aplica la “motosierra” y que tanto las provincias como los municipios no lo acompañan. La semana que concluye incluyó una imagen de funcionarios con representantes provinciales. Según han deslizado los protagonistas, fue solo una instantánea, al menos por ahora. Participaron Guillermo Francos, gobernadores de siete provincias y el jefe de gobierno porteño. En otras palabras, diversos colores y niveles de oposición: ex JxC o aliados (Jorge Macri, Rogelio Frigerio, Ignacio Torres, Carlos Sadir, Marcelo Orrego), peronistas duros (Sergio Ziliotto) y negociadores (Raúl Jalil, Gustavo Sáenz). Los puentes existen desde antes, y la cuestión es si hay voluntad para transitarlos. El Presidente volvió a generalizar, tratando a jefes de provincias y de municipios como un todo. Los partidos del Estado, en esa narrativa. Del mismo modo, son descalificados en bloque todos los proyectos aprobados la semana pasada por el Senado, por su costo fiscal. La pregunta es hasta qué punto llega esta estrategia, ya que son evidentes las diferencias entre las iniciativas impulsadas por la oposición más frontal y las dos propuestas del grupo de gobernadores. Esto, en cuanto al motor político. Las cifras sobre impacto fiscal, aún con diferencias, muestran que el argumento del costo no se aplica de la misma manera a todos los proyectos. Por supuesto, el círculo de Olivos no ignora el malestar que genera la recreación del discurso contra la “casta” entre mandatarios que son negociadores e incluso cercanos al mileismo por convicción o conveniencia: rechazan ser incluidos en “la misma bolsa”, sosteniendo que la mayoría de las provincias han realizado ajustes -de mayor o menor profundidad- y se quejan por las dificultades para garantizar el cumplimiento de compromisos, en parte por las diferencias entre interlocutores. Suman últimamente el papel de operadores con trayectoria de “casta” en el limitado círculo de Karina Milei. Estas tensiones en el oficialismo, que erosionan ocasionalmente al jefe de Gabinete y han desplazado a Santiago Caputo de este terreno, impactan en la relación directa con la oposición. En Diputados, han aumentado las críticas o cuestionamientos hacia Martín Menem, no solo por parte del peronismo/kirchnerismo. También surgen especulaciones sobre movimientos internos. La situación es más delicada en el Senado, debido al quiebre irreversible del Presidente con Victoria Villarruel y la falta de un actor con capacidad decisiva en las filas libertarias para manejar la Cámara, algo que se ha agravado por la crisis en la relación con los gobernadores. ¿Qué sucederá durante estas semanas de vacaciones legislativas? ¿Servirán para descomprimir o solo postergarán conflictos? Son interrogantes cruciales para Olivos. Agosto trae sus propias cargas: es el mes para registrar alianzas y listas de candidatos, en el camino al desafío nacional de octubre.
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