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» Data Chaco
Fecha: 19/07/2025 09:30
Juan Carlos Tuyaré. En nuestro anterior artículo, habíamos afirmado que después de una lectura concienzuda de las Escrituras, queda claro la manera de actuar de Dios en su relación con el ser humano. Habíamos abordado el tema relacionado con la expresión bíblica del profeta Daniel, quien, en un gesto de alabanza hacia Dios, por haberle permitido interpretar los sueños del rey Nabucodonosor, describe y señala el poder y las facultades del Creador para controlar el universo. A tal punto que, cuando así lo determina, quita y pone reyes. Ahora bien, las Escrituras dan cuenta que –a pesar del poder y las facultades que posee- no siempre las utiliza, aunque pudiera hacerlo si quiere. Las expresiones de Ana Hoy analizaremos la expresión de Ana, una de las dos esposas de Elcana, quien deseaba tener un hijo, pero Dios no le había permitido concebir. Pero ella no se quedó con el problema, sino que clamó día y noche al Creador para poder lograrlo. Finalmente fue escuchada y su pedido fue concebido, y así dio a luz a quien luego sería el profeta Samuel, unos de los hombres más prominentes de la Biblia. Al igual que el profeta Daniel, Ana, en su agradecimiento por haber sido escuchada, realizó una extensa oración a manera de cántico, donde resaltó el poder y algunas de las facultades de Dios. Entre esas facultades, ella dice: "Dios empobrece, y él enriquece"; pero también recalca: "El levanta del polvo al pobre". Los méritos del hombre En función de lo que dijo Ana, muchos pueden interpretar que Dios es quien hace que una persona sea pobre y otra rica, una especie de predestinación que para nada se ajusta a la realidad. Si bien es cierto que la salvación del alma es por gracia; es decir gratuita y sin ningún tipo de merecimiento, también es cierto que en el caminar por la vida influyen mucho los méritos del hombre para alcanzar sus objetivos. Por ejemplo, el texto bíblico señala que una persona ociosa, a menudo sueña con lo que quiere o lo que desea lograr; sin embargo, nunca alcanza esos objetivos porque es demasiado perezosa como para trabajar y conquistarlo. Al contrario, en la vereda de enfrente está el diligente, concepto que podemos apreciar en varios proverbios bíblicos que enfatizan la importancia de la dedicación y esfuerzo para conquistar resultados positivos. Al respecto podemos señalar: "El alma del perezoso desea, y nada alcanza; mas el alma de los diligentes será prosperada" o también: "Mira a la hormiga, oh perezoso, mira sus caminos, y se sabio; la cual no teniendo capitán, ni gobernador, ni señor, prepara en el verano su comida, y recoge en el tiempo de la siega su mantenimiento para el invierno. Perezoso, ¿hasta cuándo has de dormir? ¿Cuándo te levantarás de tu sueño?" El esfuerzo personal Vemos entonces que el esfuerzo personal es de fundamental importancia para conquistar anhelos. De cualquier modo, no basta con ser diligente para progresar, sino que es necesario la ayuda divina para lograrlo, al respecto existe la promesa divina: "Todo aquel que teme a Dios, y anda en sus caminos, le irá bien en la vida". Como podemos apreciar, la expresión de Ana: "Dios empobrece, y él enriquece" no predetermina la suerte de las personas, sino que le da un marco al hombre dentro del cual puede hallar la manera de progresar o estancarse, en función de lo que elija hacer. Siempre se puede salir Pero también dijo Ana en su inspirada oración que "Dios levanta del polvo al pobre", lo que significa que el pobre puede salir de su situación siempre y cuando se acerque a Dios. Es tan así, que en uno de sus primeros contactos con la gente, en el Sermón del Monte, Jesús les dijo a quienes le seguían, "no estén afanosos diciendo: ¿Qué comeremos, o que beberemos, o que vestiremos? Porque los que no conocen a Dios buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tienen necesidad de estas cosas. Ustedes busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas serán añadidas". Reiteramos, la pobreza material y espiritual no son definitivas porque pueden ser cambiadas, solo hace falta que el hombre se deje acompañar por Dios. Es para todos, pero no todos lo hacen.
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