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  • Argentina enfrenta una oportunidad histórica para exportar carne según un experto brasileño

    Parana » Informe Digital

    Fecha: 19/07/2025 03:20

    En un contexto global caracterizado por las nuevas demandas de los consumidores, transformaciones demográficas y luchas por los recursos naturales, la carne sigue ganando prominencia en la dieta del ser humano. Esto fue subrayado por el consultor brasileño Osler Desouzart durante su presentación “Los desafíos de la demanda global de carnes” en la 137a. Exposición Rural de Palermo, donde analizó el comportamiento del consumo mundial, las tendencias emergentes y el papel que puede desempeñar Argentina como proveedor confiable de proteínas animales de calidad. “Ustedes están viviendo una Argentina que ha despertado y que volverá a ser grande. Ustedes atraviesan un momento en que Argentina cuenta con un líder [el presidente Javier Milei] que no busca una política de gobierno, sino una política de Estado. No le preocupa su reelección, sino el futuro de Argentina. Este futuro les pertenece y deben estar preparados para ello. Sin embargo, deben tener en cuenta que no hay potencia productora y exportadora sin un gran consumo interno”, enfatizó. El experto recordó la época dorada de la carne argentina hasta la década de 1980. “Era el modelo de carne diferenciada y, en la actualidad, si el consumidor considera la carne argentina como tal, está dispuesto a pagar más”. En el mundo, la carne bovina es la que más agua necesita para su producción: 15.415 litros por kilo, superando ampliamente al pollo (4.325 l/kg) y al cerdo (5.988 l/kg)Santiago Oróz “Los hechos y datos indican que la nutrición humana se dirige hacia un aumento en el consumo de productos de origen animal, principalmente carnes”, afirmó Desouzart ante un auditorio repleto. Y las cifras respaldan esta afirmación: entre 1965 y 2022, el consumo calórico total por persona creció un 28,9%, mientras que el aumento en productos animales fue aún más pronunciado: +45,4%, en comparación con el 26% en alimentos de origen vegetal. En este panorama, el debate ya no se centra en si se consume carne, sino en cuál se elige, en qué formato y cómo se presenta en el plato. La carne de pollo, por ejemplo, se establece como la más producida y difundida a nivel global, con 126,5 millones de toneladas en 2023 y presencia en 194 países. “Las carnes de pollo, cerdo y vacuno representan el 86,6% de la producción mundial total de carnes”, subrayó el especialista. Sin embargo, detrás de las cifras se esconde una transformación más profunda: los consumidores ya no adquieren kilos de carne, sino experiencias que se adaptan a sus estilos de vida. Las nuevas generaciones, especialmente las Z y Alpha, priorizan la practicidad: “Comer fuera, cerca del trabajo, comida para llevar o a domicilio, y productos sencillos para el hogar, donde predominan las freidoras de aire”, detalló Desouzart con ironía y precisión. Según el consultor, en las grandes ciudades, hasta el 50% de la demanda de carnes se concentra en el foodservice, por lo que los formatos más apreciados son las porciones individuales, listas para hornear o freír, en envases funcionales con indicaciones claras de uso. La noción del kilo ha quedado atrás: hoy predomina la clasificación por porciones y tipos de corte. Según Desouzart, “la alimentación humana migra de los productos vegetales a los de origen animal y estos requieren cuatro veces más recursos naturales, principalmente agua”Santiago Oróz En paralelo, el consumo global seguirá en ascenso, impulsado por el crecimiento demográfico en África y Asia. Entre 2020 y 2050, estas regiones concentrarán el 93,8% del crecimiento poblacional mundial. Sin embargo, existe una contradicción estructural: “Estas regiones no disponen de suficiente agua para afrontar el cambio en curso de la dieta hacia una mayor ingesta de productos animales. Una alimentación basada en proteínas animales reduce el número de actores que pueden generar excedentes. Porque no hay un recurso más mal distribuido en el mundo que el agua”, advirtió Desouzart. La brecha entre la demanda y la capacidad de producción local representa una oportunidad concreta para países como Argentina, que cuenta con agua, tierras cultivables y experiencia ganadera. Según Desouzart, “la alimentación humana migra de los productos vegetales a los de origen animal y estos requieren cuatro veces más recursos naturales, principalmente agua”. En su presentación lo sintetizó de esta manera: los recursos naturales son y seguirán siendo la ventaja comparativa decisivaSantiago Oróz En su presentación lo formuló así: “Este es un factor relevante para determinar quién producirá, importará y exportará”. En otras palabras, los recursos naturales son y serán la ventaja comparativa decisiva. La carne vacuna, aunque pierde participación relativa en volumen total global frente a las aves, tiene la posibilidad de reposicionarse como un producto premium, de calidad diferenciada, trazable y sostenible. La clave está en dejar de competir por precio y optar por nichos de mayor valor agregado, donde la historia detrás del producto –origen, bienestar animal, eficiencia hídrica, raza, marmoleo– cobra relevancia. A nivel mundial, la carne bovina es la que más agua necesita para su producción: 15.415 litros por kilo, muy por encima del pollo (4.325 l/kg) o el cerdo (5.988 l/kg). Este dato, que podría interpretarse como una desventaja, puede convertirse en un atributo diferencial si el país logra demostrar eficiencia en el uso del agua y prácticas sostenibles. Entre 1965 y 2022, el consumo calórico total por persona creció un 28,9%, mientras que el aumento en productos animales fue aún más notable: +45,4%, frente a un 26% en alimentos de origen vegetalSantiago Oróz “En China seguirán comiendo, pero no tienen el agua para producir. ¿Ustedes creen que exportan carne vacuna? Ustedes exportan agua virtual, tierra virtual, lo que ellos carecen. Debemos ser conscientes de que hay 234 naciones que consumen carne y menos de 10 son capaces de generar excedentes exportables; Argentina ocupa la sexta posición. Estuvo en el tercer puesto y hoy está lista para renacer. El futuro reside en la fotosíntesis virtual, en la tierra cultivable virtual y en el agua virtual”, vaticinó Desouzart, aludiendo al rol estratégico de los países que poseen estos recursos. Y concluyó: “Ese futuro ya es el presente”. El desafío para Argentina es doble: adaptarse a las nuevas demandas globales, con cortes porcionados, listos para cocinar, empaques funcionales y certificaciones diferenciadas; y consolidarse como un proveedor confiable para Asia y África, donde el aumento del consumo será ineludible pero sin recursos propios para sostenerlo. En este sentido, entre 2022 y 2033, el consumo mundial de las cuatro principales carnes aumentará en 41,9 millones de toneladas, y el 75% de ese crecimiento estará concentrado en Asia y África, según las proyecciones compartidas por Desouzart. Por lo tanto, la oportunidad está servida: si Argentina logra modernizar su oferta, diferenciar su carne bovina por calidad y sostenibilidad, y establecer vínculos comerciales sólidos con estos mercados, puede reposicionarse como una potencia exportadora de proteína animal de alto valor en la nueva geografía del consumo global.

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