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Concordia » Diario Del Sur Digital
Fecha: 18/07/2025 17:11
Por Alejandro Wilkinson El gobernador Rogelio Frigerio llegó a Entre Ríos como quien cae en una tierra ajena con planes concretos. No tiene raíces en la provincia, pero sí una larga trayectoria vinculada al aparato privatizador del neoliberalismo de los años 90. Su irrupción en la función pública se dio de la mano de Roque Fernández, quien reemplazó a Domingo Cavallo como ministro de Economía en 1996. Fue él quien le abrió la puerta al Estado nacional y a su vínculo con las provincias: Frigerio fue nombrado Subsecretario de Programación Regional en pleno auge de la reforma del Estado del menemismo. Durante ese período, marcado por privatizaciones a gran escala, unos 20 bancos provinciales y varios nacionales fueron vendidos o disueltos. Fue en ese contexto que se gestó una relación que aún hoy perdura y se fortalece: la sociedad entre Rogelio Frigerio y el empresario Eduardo Tonutti. Conocido como “el Tano”, Tonutti ya integraba el directorio del Banco de Entre Ríos cuando la entidad fue privatizada. Lejos de ser apartado como tantos otros, mantuvo su lugar, afianzando una posición que le permitiría ampliar su influencia política y económica en los años venideros. Dueño de una empresa láctea en Diamante, Tonutti construyó su crecimiento con un elemento central: el aprovechamiento constante de los recursos del Estado. En 2012, recibió del gobierno nacional conducido por Cristina Fernández de Kirchner un crédito de 15 millones de pesos para la producción de mozzarella de exportación. Fue habitual su participación en misiones comerciales al exterior, elegidas por la provincia, aunque más de una vez los viajes estuvieron rodeados de versiones que hablaban de placer y mujeres antes que de negocios. Así, entre contactos políticos y beneficios oficiales, consolidó su empresa como un actor de peso en el mercado alimentario. Con el tiempo, el apellido Tonutti encontró también su lugar en la política. En 2023, Catriel Tonutti, hijo del empresario, fue incluido en la lista de concejales de Diamante por el intendente peronista Juan Carlos Darrichón. Su perfil, sin experiencia ni formación académica concluida —abandonó la carrera de administración de empresas en Rosario antes de presentar la tesis—, se fue moldeando más por la exposición en redes sociales que por mérito propio. Sediento de protagonismo, Catriel supo construir una imagen pública que llamó la atención de un Frigerio cada vez más distanciado del oficialismo diamantino. El 5 de noviembre de 2024, Frigerio visitó a su viejo amigo en la planta de Lácteos Tonutti. Allí, la provincia anunció un financiamiento de 570 millones de pesos para la empresa del Tano. Pero ese encuentro fue algo más que un acto institucional. Fue el momento clave en el que Catriel Tonutti empezó a negociar su pase a las filas del frigerismo, respaldado por la buena relación de su padre con el gobernador y los gustos que comparten, como sus frecuentes escapadas a Punta del Este durante las fiestas, Semana Santa o fines de semana largos. El operador político que se encargó de iniciar las conversaciones fue el secretario general de la Gobernación, Mauricio Colello. La primera charla no convenció al joven concejal, que pidió hablar directamente con el dueño del circo. Solo accedió a cerrar el trato después de reunirse con el propio gobernador. Fue así como Catriel concretó su pase, y el premio llegó más temprano que tarde. Para concretar su desembarco en el gabinete, había que correr a alguien. Esa persona fue Victoria Giarrizo, hasta entonces Secretaria de Industria, Comercio y Minería. Doctora en Economía, investigadora del Conicet y de la Universidad de Buenos Aires, Giarrizo representaba un perfil técnico y formado que contrastaba abiertamente con el de su reemplazante. Resistida por los sectores más duros del gobierno por negarse a ejecutar despidos masivos en su área, finalmente fue empujada a renunciar. La operación fue silenciosa pero efectiva: había que liberar el sillón para Catriel. El nombramiento no pasó desapercibido ni siquiera dentro del espacio del propio Frigerio. El 10 de julio, el intendente de Diamante, Ezio Gieco, también del espacio del gobernador, fue consultado por el medio Entre Ríos Ahora sobre la llegada de Tonutti al gabinete provincial. Su respuesta fue reveladora por lo que dice y por lo que calla: “Él se acercó al gobierno cuando Frigerio visitó la fábrica del padre. Yo tengo una opinión personal sobre la situación, que no voy a dar. Fue una decisión de Tonutti aceptada por el gobernador”. Sin entusiasmo, sin respaldo explícito y con un dejo de incomodidad, Gieco dejó claro que el pase de Catriel fue un acuerdo por arriba, y no precisamente celebrado por todos. Así, el joven sin título, sin experiencia de gestión ni formación técnica, fue ungido como nuevo Secretario de Industria, Comercio y Minería. El puesto que ocupaba una economista con trayectoria fue entregado a quien representa con claridad cómo funciona la casta empresarial entrerriana. Una estructura de favores mutuos, herencias familiares, poder económico y ambición política, donde el Estado es siempre la herramienta al servicio del interés privado. El apellido Tonutti, así, se convierte en símbolo de una época que se niega a terminar. Una época en la que la línea entre el empresario y el funcionario se vuelve difusa, y donde los negocios se mezclan con el poder sin pudor. La misma fórmula de siempre, pero con nuevos rostros. Entre Ríos vuelve a ser el escenario donde las alianzas tejidas décadas atrás siguen marcando el rumbo de quiénes ganan, quienes gobiernan y quiénes pagan la cuenta.
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