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  • Mentiras, odio y prejuicios

    » Diario Cordoba

    Fecha: 18/07/2025 05:44

    Ya dijo nuestro paisano, el jurista y filósofo Averroes, en su reivindicación del racionalismo, que la ignorancia lleva al miedo, y éste engendra odio que termina en violencia. La violencia engendra violencia, y toda es igual de detestable. Me refiero con ello a la condena a todo vandalismo de estos días en Torre Pacheco. La legítima defensa no consiste en el ataque de 20 «valientes» encapuchados armados con bates y rostros ocultos contra un establecimiento de kebab que lleva 10 años abierto en el municipio; de estos «salvadores» que se esconden cuando hay que recoger lechugas, hortalizas o sandías de los invernaderos almerienses o las huertas murcianas. Aunque lejos de condenar, hemos visto a quienes se ponen de perfil, o aprovechan para atizarle al partido de turno, mientras otros hablan de buenismo ajenos a lo que acontece a su alrededor. No hay debate alguno. Hemos sustituido el análisis y el intercambio de ideas por los memes, los bulos y las estrategias de desinformación interesada. Y lo peor es que muchas personas no quieren conocer la verdad de los datos, sino sólo aquello que coincida con sus prejuicios y percepciones alimentadas de forma sesgada por intereses espurios, aunque sean falsos. El estereotipo es la antesala del prejuicio, éste fundamenta la discriminación, que es la base del discurso del odio y el racismo. Hemos cambiado la centralidad de la dignidad de las personas y el derecho idéntico de todos a buscarnos un futuro mejor por una falaz campaña de inseguridad ciudadana de los agitadores del odio y la venganza social. Según los datos oficiales, es falso que a mayor inmigración por sí misma, haya más delincuencia: entre 2002 a 2006 por ejemplo, la población extranjera en España se duplicó y en el mismo periodo bajo un 22% el número de delitos. Lo que no quiere decir que los delincuentes también viajan y deben de recaer sobre ellos el peso de la ley, sabiendo que las responsabilidades siempre son individuales y nunca se puede estigmatizar al colectivo. Hemos perdido la perspectiva real de lo que ocurre en el mundo. Somos el décimo país del planeta en recepción de población extranjera según el informe anual de la Organización Internacional de Migraciones de ONU, que seguirá creciendo en los próximos años porque es bueno para nosotros como lo acredita el crecimiento de nuestra economía y porque lo necesitan ellos. La pregunta es qué modelo de convivencia queremos, y cómo encauzar esas cifras de personas sin documentación que según los datos del Ministerio del Interior llegan a nuestro país anualmente -64.000 en 2024 y 56.800 en 2023- creando una bolsa de irregularidad administrativa que se traduce en explotación y marginalidad de estos y que alcanza a medio millón de personas, en un sistema que en lugar de establecer los requisitos para una inmigración segura, ordenada y regular, ha cronificado un sistema de irregularidad donde se premia con los arraigos al que lleva 2 años en nuestro suelo con una expulsión en el bolsillo dando vueltas sin poder documentarse, siendo ésta la principal vía de acceso al permiso de residencia de los extranjeros de terceros países que no son de la Unión Europea. Mientras la mitad del país se pone el bañador, estamos en varias de esas encrucijadas que marcarán el destino de generaciones venideras. Grecia acaba de suspender durante 3 meses la aplicación del derecho de asilo y protección internacional, decretando las devoluciones en caliente para todos los que lleguen sin papeles, sobre saturados con la situación de Creta. Aquí es imposible tramitar una solicitud de derecho de asilo porque no te dan la cita previa necesaria. Y los delitos de odio crecen cada año en nuestro país, y necesitamos con urgencia un pacto social por la integración, una regulación más realista de los flujos migratorios que no sea unilateral ni alimente a las mafias ni permita la sangría de los miles de fallecidos que se ha tragado el Mediterráneo en los últimos años, y una campaña general de información que arrincone las mentiras, ponga datos sobre la mesa y llame a las cosas por su nombre. Unos apuestan por los memes, otros por la verdad y la dignidad, la igualdad ante la ley y de oportunidades y por la vigencia del Estado de derecho. Aprovechemos este verano para leer y viajar, entre otras bondades porque, como decía Miguel de Unamuno, los fascismos se curan leyendo y el racismo se cura viajando. *Abogado y mediador

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