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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 18/07/2025 04:48
Detalle de “La resurrección” (1515) de Matthias Grünewald En 1962, durante su estadía en el San Francisco State College donde estuvo un año dando clases, Luis Cernuda terminó Desolación de la Quimera. Ya es un hombre de 61 años, piel curtida y personalidad de piedra. Una vida entera dedicada a la poesía; desde hacía décadas, en el exilio. La dictadura de Franco había terminado, pero él aún no se decidía a volver. El libro se publica ese mismo año y a los pocos meses muere. Hay un poema que sobresale en esa colección. Se titula “No es el amor quien muere” y dice: Se escribe para quienes sobrevivan, / se escribe para los que vendrán". La vida es larga; la de los libros mucho más, porque cada lector, en cada contexto, en cada época, le otorga un sentido nuevo. Los bestsellers de hoy pueden volver a serlo mañana, aunque posiblemente, en unos años, nadie recuerde cuáles fueron los libros más vendidos de hoy. También están los libros que resurgen del olvido. ¿Se escribe para trascender la época? En El tiempo recobrado, Proust dice que la recompensa por la “falta de éxito” de “las obras bellas” es esta: “la posteridad las aplaude”. A continuación, postales fugaces de algunos libros que volvieron nacer. El big bang de la literatura argentina Si El matadero de Esteban Echeverría fue, como dijo Josefina Ludmer, el big bang de la literatura argentina, no explotó hasta mucho tiempo después. No estalló cuando la escribió, entre 1838 y 1840, porque no hay registro de que el texto haya sido leído por alguien más que él y su círculo íntimo. Tampoco en el tiempo inmediatamente posterior, porque decidió no publicar este cuento largo o novela corta. El diario del lunes dice que podría haberlo hecho: si bien es una dura crítica al rosismo, Rosas no podría haberlo censurado: Echeverría estaba exiliado en Montevideo y sus garras no llegaban hasta allá. El matadero Por Esteban Echeverría eBook $ 0,99 USD Comprar El autor ya tenía una obra: había publicado Los consuelos en 1934 y La cautiva en 1837. Se leía no solo en el Río de la Plata, también en España. ¿Por qué no publicó El matadero? El motivo más convincente lo dio Ricardo Piglia: para los escritores de la época, la ficción era un género menor; ponderaban el testimonio y la lírica. Echeverría murió en 1851 a los 45 años y dos décadas después, revolviendo sus papeles póstumos, el crítico Juan María Gutiérrez descubrió el manuscrito y lo publicó en la Revista del Río de la Plata. Hoy se la considera el big bang de la literatura argentina. La libido política “¡Bailen, putos!”, gritan en la pista de un boliche de Córdoba. Así empieza El neorromanticismo de Diego Fernández Díaz. La escena está fechada en 2004, una Argentina vieja pero nueva: se abría paso tras las esquirlas del estallido. La novela, de lectura ágil y breve, se publicó en 2012 por el sello Alción Editora. Cristina Kirchner acababa de iniciar su segundo mandato, el tercero del kirchnerismo. Mientras gran parte de la cultura se plegaba al movimiento nacional y popular, Fernández Díaz, desde Córdoba, con 35 años, publicaba su primer libro. Ahora, con la Editorial Alas, renació. En el boliche “todos bailaban el ridículo paso de moda” mientras Diego Goldman busca diferenciarse. Su obsesión se triangula entre el sexo, la política y la literatura —siempre vibra la duda de que todo sea una excusa para la primera—, milita en la JP, es hijo de una madre montonera desaparecida y de un padre radical y resentido, que con su labia se dedica a “engatusar” a las jóvenes estudiantes de la oligarquía. “El tipo es un gil, no tiene idea de la vida, pero tiene muchos contactos y unas ideas tremendamente locas”, dirá una de sus amantes. Para la prensa concentrada, “una bestia comunista”. “El neorromanticismo” de Diego Fernández Pais, reeditado por el sello Alas El neorromanticismo narra los tiempos donde “la libido política de la gente está al palo” llevando al extremo lo que Jorge Asís llamó “revolución imaginaria”: del sueño de “redistribuir el amor” a la estafa de “envenenar la cabeza con politiquerías”. En su momento, Nicolás Mavrakis deslizó la posibilidad de que sea “la novela del kirchnerismo”. No solo por el cameo a Guillermo Moreno, por entonces Secretario de Comercio y no influencer del vaticinio, sino por la postal de una época politizada —la década ganada vs. la década afanada— que merecía un libro que le cuente las costillas. Como un Cristo futurista En las venas de Héctor G. Oesterheld corría la urgencia. El Eternauta es ciencia ficción, distopía, futuro, especulación, pero una interpelación directa a la época. Para Juan Sasturain, “le hablaba al lector de su tiempo: el drama de la espera, el enemigo invisible, la resistencia colectiva y solidaria son metáforas de ese presente argentino”. Se publicó en Hora Cero Semanal entre los años 1957 y 1959. Las ilustraciones son de Francisco Solano López. Pasaron los años, las épocas, las tragedias y a partir de una adaptación cinematográfica —la versión de Bruno Stagnaro para Netflix—, El Eternauta volvió. No es un libro que cuelga de la nada. Oesterheld lo escribió en un período específico, entre el bombardeo a la Plaza de Mayo por la Armada Argentina y la Fuerza Aérea y las grandes puebladas de fines de los sesenta, principios de los setenta. Fue miembro de Montoneros, la dictadura militar lo secuestró en 1977 y nada se sabe de él desde entonces. Lo mismo ocurrió con sus cuatro hijas; dos de ellas, embarazadas. Pero la obra trasciende la pulsión actual de anteponer las marcas personales de autor y se revalida a sí misma. En la Feria del Libro de este año, los libreros hablaron de “furor”. El eternauta Por Oesterheld y Solano López eBook $ 11,99 USD Comprar Como un Cristo futurista, El Eternauta reaparece, esta vez gracias a una plataforma audiovisual. La adaptación de alcance masivo permite volver a la fuente y poner al libro en el centro. Este episodio abona a la pregunta sobre qué posibilidades se abren con la resurrección: si el libro regresa para saciar las necesidades volátiles de una época hiperconsumista o si lo hace para ponerle signos de interrogación al sentido común, si vuelve para ocupar un lugar intercambiable en la góndola de novedades o si aspira a pudrir todo el cajón. Al fin de cuentas, cada vida debería tomarse en serio.
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