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Parana » Informe Digital
Fecha: 16/07/2025 16:31
En el seminario organizado por la Fundación Producir Conservando la semana pasada, se destacó que la estrategia de desarrollo propuesta por el PEN [Poder Ejecutivo Nacional], centrada en el crecimiento del comercio exterior, se encuentra en un contexto internacional favorable debido a la creciente demanda mundial de alimentos y biocombustibles proyectada para la próxima década por organismos especializados como el USDA y la FAO-OCDE. Como señalaron Gustavo Oliverio y Gustavo López, se anticipa que el consumo global de los principales granos (maíz, trigo y soja) para el ciclo 2034/35 aumentará en aproximadamente 250 millones de toneladas, a lo que se sumarán unos 40 millones de toneladas de aceite y harinas de soja. Además, se espera que el consumo mundial de carnes crezca alrededor de 37 millones de toneladas, siendo la carne de ave la más destacada con un incremento proyectado de 21 millones de toneladas, mientras que la carne de bovino aumentará cerca de 6 millones. Estas alzas impulsarán el crecimiento de las importaciones globales, lo que brindará grandes oportunidades para expandir las exportaciones de los principales productos argentinos. Evaluaciones similares aplican al comercio mundial de biocombustibles. En ambos casos, los precios actuales en dólares proyectados para las exportaciones globales mostrarán una leve tendencia al alza durante la próxima década. Considerando estas interesantes oportunidades para la demanda mundial de alimentos y biocombustibles, Argentina tiene la posibilidad de aumentar significativamente el valor de sus exportaciones agroindustriales a través de diversas alternativas. Si se establecen las condiciones institucionales, macroeconómicas y comerciales necesarias—que estuvieron ausentes en décadas anteriores—podremos superar los valores tendenciales asignados a Argentina en las proyecciones de los organismos internacionales y crecer de manera sostenida. Argentina puede incrementar el valor de sus exportaciones agroindustriales en más de 20.000 millones de dólares en una década a través de varias opciones: i) incrementos en productividad mediante la adopción de innovaciones que ya están disponibles y que han permitido a Brasil registrar tasas anuales de crecimiento de la productividad más del doble que en Argentina; ii) expansión de la frontera agropecuaria en áreas que se pueden incorporar bajo modelos sostenibles; iii) agregar valor local a la producción de granos para la exportación de carnes o lácteos (de manera similar a lo que realizan Australia, Brasil o EE. UU.), o mediante alternativas de transformación de granos y sus derivados con mayores inversiones para producir “biojet”, de altísimo valor unitario y con una gran demanda potencial en el futuro próximo; iv) estrategias para agregar valor a través de diversas alternativas de diferenciación de productos (calidad, sostenibilidad, atributos como productos orgánicos o Halal) y las respectivas certificaciones y marcas, que están implementando actualmente países exitosos en su comercio exterior como Australia, Chile, Malasia y Nueva Zelanda, y que han logrado precios promedio de sus exportaciones agrícolas sustancialmente mayores a los de Argentina. A pesar de que las oportunidades que se presentan son muy alentadoras, el escenario internacional también trae consigo importantes desafíos, dada la incertidumbre provocada por las políticas comerciales del Presidente Trump, los problemas geopolíticos y bélicos, el cambio climático y las modificaciones en los patrones de consumo. Estas incertidumbres obligan a Argentina a definir una estrategia de inserción internacional basada en la competitividad, la inteligencia de mercados y una alta capacidad de respuesta a los cambios en los escenarios. En este contexto, la revisión de las políticas de los países exitosos demuestra que han definado explícitamente sus estrategias de inserción internacional, considerando aspectos específicos de las demandas de los principales mercados. Esto se basa en una estrecha coordinación entre las instituciones públicas responsables de la producción, el comercio, las relaciones exteriores, la ciencia y la tecnología, así como las finanzas, y las entidades privadas de sus respectivas cadenas de valor, que a su vez cuentan con importantes recursos económicos respaldados por leyes y tienen una activa participación en la promoción del comercio exterior y en actividades de innovación. Es decir, es fundamental lograr un acuerdo político interinstitucional que permita definir una estrategia de crecimiento para la producción y el comercio exterior agroindustrial, coordinada con el sector privado. Esto debe basarse en el fortalecimiento de las entidades públicas y privadas especializadas, así como en la creación de un entorno económico-comercial que favorezca la inversión y mejore la competitividad de la agroindustria argentina, sin discriminar frente a otros sectores. Estas condiciones institucionales y de contexto deben establecerse en el futuro cercano para constituir el punto de partida en el diseño e implementación de una estrategia de inserción internacional, que contemple una agenda activa de negociaciones de acuerdos de libre comercio y otros acuerdos de inversión con países relevantes (con los que aún no contamos con tratados comerciales), así como una agenda proactiva público-privada de promoción de exportaciones que permita mejorar el acceso y el posicionamiento de la producción argentina en los principales mercados internacionales. Las oportunidades están presentes; es necesario crear el contexto para aprovechadas de manera eficiente, coordinando las actividades públicas y privadas. El autor es coordinador General del Grupo de Países Productores del Sur (GPS)
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