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  • Una mirada desde la alcantarilla. Adiós, adiós

    Parana » Ahora

    Fecha: 15/07/2025 11:14

    Adiós, adiós Ayer vi a un árbol irse, dejar el suelo que lo había anclado durante cincuenta años en la misma porción de tierra. Y me pareció una escena surreal y hermosa. Un árbol que cambiaba de paisaje se iba delante de nuestros ojos y parecía mover las ramas y decir “adiós, adiós”. No pensé en el sufrimiento de la planta, en sus raíces reclamando las hebras perdidas, en las extirpaciones. Había que mover al árbol o matarlo. Todo lo que se arranca, todo lo que se quita, lo que se termina para siempre tiene que doler, perdón arbolito. Es ley de la vida. Antes de parir a mi primera hija temía al corte del cordón, como si eso se sintiera en la puja por dejarnos a cada una con su cuerpo entero. Imaginamos que duele lo que después no existe. Una víbora enroscada subía a la yugular del tronco cuando la maestra de catequesis nos asustaba con la tentación. Vivo tentada a morder manzanas prohibidas, vivo defendiendo la poda, la mutilación de partes apestadas. Le pedí varias veces a mis padres que se divorciaran, no me escucharon y estuvieron bien. En cambio me llevaron a la orilla del río, a un puente flotante, a un muelle en el que el sol mordía barrancas y donde los hombres pescaban sábalos, dorados, patíes, mandubés, surubíes, moncholos y palometas. Ellos me indicaban cómo ver las diferencias entre las pieles y los bigotes, cuáles eran las agallas, cómo funcionaba el ajuste de las mandíbulas y la forma en que se quita mejor el anzuelo para que duela menos. Apoyaron el pie evitando el coletazo, señalaron la belleza de la luz en las escamas como hojas de un árbol que se va. *

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