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Gualeguaychu » Reporte2820
Fecha: 15/07/2025 01:53
Gobernadores que no votan, no resisten y tampoco negocian. Escribe Emiliano Gómez Tutau, concejal de Más por Paraná. Los gobernadores “dialoguistas” parecen atrapados en un dilema shakesperiano, pero con menos poesía y bastante más resignación: ser o no ser oposición, esa es la cuestión. Y mientras lo piensan, no votan aumentos a jubilados, no frenan el DNU que le da superpoderes al presidente, y no garantizan el financiamiento de universidades ni del Hospital Garrahan. ¿La excusa? Que si hacen algo, Javier Milei se enoja. ¿La estrategia? Pedir un 0,11 % del PBI en fondos automáticos mientras bloquean el 2,5 % que necesita el sistema previsional, y personas con discapacidad. Un acto de valentía sin precedentes. No hay que subestimar el ingenio: es toda una hazaña política simular federalismo mientras se agacha la cabeza. Piden monedas en nombre de las provincias, mientras dejan pasar leyes que podrían mejorar la vida de millones. Se plantan para reclamar $10.000 millones para Entre Ríos, mientras Córdoba se lleva casi el triple, y Santa Fe los duplica sin despeinarse. O sea: ni negocian bien ni pelean por lo suyo. Juegan a la autonomía, pero terminan siendo furgón de cola de un gobierno que los arrincona con cada votación. Lo más perverso es que el Gobierno los pone a elegir entre ser cómplices del ajuste o responsables del caos. Si no votan lo que Milei quiere, “se rompe el equilibrio fiscal” y la culpa es de ellos. Si lo votan, traicionan a sus pueblos. Y ahí están: ni rompen ni gobiernan. Se limitan a buscar excusas parlamentarias, esquivar sesiones por las vacaciones de invierno, o ausentarse prolijamente del Congreso para que el ajuste pase... sin que parezca que fue con su firma. Pero podrían estar haciendo otra cosa. Podrían, por ejemplo, construir una mayoría en Diputados que frene el DNU 70/23. Podrían defender las universidades, la salud pública, los recursos federales para el transporte público del interior, y los recursos coparticipables con estrategia y voluntad política propia. Podrían recuperar volumen político con acuerdos transversales, no con silencios humillantes. En vez de mendigar ATN, podrían rediscutir el sistema de distribución federal. En vez de resignarse a ser apéndices del presidente, podrían convertirse en el bloque institucional que lo obliga a negociar de verdad. Pero no. Por ahora, eligieron el camino de menor conflicto, menor astucia y menor poder. Y mientras tanto, Milei avanza con una concentración inédita del poder público y político. El Congreso tiembla, el federalismo se licúa, y los gobernadores... se hacen los distraídos. Ni héroes ni traidores: apenas funcionales. Federalismo de cartón. Resistencia de utilería. Política en piloto automático. Y una oportunidad histórica que, por ahora, están dejando pasar.
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