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  • Benjamín Vicuña, a corazón abierto: “La inseguridad me modificó la relación con las mujeres”

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 15/07/2025 00:37

    En un ambiente relajado y teatral, Benjamín Vicuña compartió una conversación profunda con Andrea Rincón y las terapeutas Paula Zuccherino y Gloria Luna en el ciclo Con todo respeto (El Nueve) sobre los vínculos, la salud mental, el duelo y el perdón. El encuentro se dio en medio del escándalo que atraviesa con la China Suárez. Desde el inicio, el chileno se mostró dispuesto a abordar temas sensibles. Cuando Zuccherino y Luna, ambas psicólogas, lo invitaron a hablar sobre los vínculos, él respondió con claridad: “Tengo mucho para compartir”. El actor reconoció que comenzó terapia a los 20 años, después de su primera decepción amorosa, y que desde entonces considera al psicoanálisis como una herramienta fundamental para el autoconocimiento. “Para mí la terapia es salud mental, es encontrar el disfrute, es algo que debería estar al alcance de todos”, aseguró. En contraste con la cultura chilena, donde el acceso a la psicología todavía arrastra ciertos estigmas, destacó que Argentina es un país “bastante psicoanalizado”. Uno de los momentos más interesantes de la charla surgió cuando habló del perdón. “No le tengo miedo al perdón. Es un ejercicio necesario en todos los vínculos”. Sin embargo, también advirtió que el concepto está manoseado y que algunas personas lo usan con impunidad emocional: “Hay quienes te lastiman y después te dicen ‘perdón, perdón’, como si eso fuera suficiente”. Reconoció que su formación católica influyó en esta tendencia, lo que a veces lo lleva a pedir disculpas incluso cuando no corresponde. “Es casi un parentesco con la sumisión”, explicó, y reflexionó sobre el peligro de caer en una actitud automática de arrepentimiento que oculta inseguridades más profundas. Benjamín Vicuña junto a Andrea Rincón en su programa, Con todo respeto (Instagram) El miedo a la pérdida fue otro eje central. “Mi primer amor me mandó al psicólogo”, confesó. Y agregó: “El desgarro, la inseguridad, el vacío... me modificó el vínculo con las mujeres”. Vicuña señaló que estos sentimientos siguen reapareciendo, incluso con el paso del tiempo. “A los 45 años, me sigo haciendo las mismas preguntas que a los 20”, dijo, en referencia a los ciclos emocionales que, lejos de cerrarse, se transforman. En ese sentido, compartió que hoy observa a su hijo adolescente atravesar emociones similares y se ve reflejado en su búsqueda de sentido. Las terapeutas ofrecieron una lectura simbólica de estas experiencias. Zuccherino comparó el proceso de la terapia con pasar por un horno de fuego: “Todos salimos un poquito quemados, con olor a humo. Pero algunos se hacen cenizas y otros logran recordar sin que eso los destruya”. Vicuña coincidió: “Creo que de los fracasos se aprende más que de los éxitos. Pero también se olvida, y por eso repetimos”. Cuando se le preguntó si le costaba estar solo, el actor reveló que tuvo dos años de soltería, antes de comenzar su noviazgo con Anita Espasandín, y que ese período le sirvió para reconectarse con su identidad. “Estaba en un viaje y me di cuenta de que solo estaba acompañando a mi pareja a hacer lo que a ella le gustaba. Me pregunté: ‘¿Y yo quién soy?’”, relató. Explicó que después de casi 20 años consecutivos en pareja, muchas decisiones –desde la decoración del hogar hasta la música que escuchaba– se tomaban según las preferencias ajenas. “Voy cediendo mucho terreno”, admitió. Según dijo, esa actitud está ligada al miedo al abandono y a una tendencia a complacer por inseguridad. La charla de Benjamín Vicuña, a corazón abierto con Andrea Rincón (Instagram) El vínculo con su madre también fue parte del análisis. Vicuña contó que es el hijo menor, el “Benjamín de la familia”, y que durante su infancia y adolescencia tuvo una relación muy cercana con ella. Incluso dormía con ella hasta una edad avanzada. Aunque negó que existiera una relación castradora, reconoció que su opinión tiene peso en su vida. “Es el amor más profundo que tengo”, dijo. A pesar de su independencia temprana —se fue de su casa a los 19 años—, esa conexión sigue siendo importante. A lo largo del diálogo, Vicuña fue tejiendo un mapa del dolor que abarca tanto experiencias traumáticas como transformaciones sutiles. Cuando Rincón le preguntó si el miedo a la pérdida surgió tras la muerte de su hija Blanca, respondió: “Se van sumando las pérdidas. No es que se repare. Se vuelven cada vez más grandes. Todo se asocia: cambiar de casa, perder un trabajo, cortar con una novia. Todo eso lo vinculo con lo mismo”. Sobre la escritura de su libro, en el que narra su duelo por Blanca, explicó que fue un proceso de una década y que recién entonces sintió que podía hablar del tema sin romperse. “Escribir sana, y compartir le da sentido a lo vivido. Me di cuenta de la necesidad que tiene la gente de sanar. En la Feria del Libro me pasó eso. Todos tenemos duelo, pena, estamos acompañando a alguien enfermo, o sufrimos una pérdida. Estamos todos rotos”. “El desgarro, la inseguridad, el vacío... me modificó el vínculo con las mujeres”, aseveró, en medio de su conflicto con la China Suárez Aunque aclaró que no busca erigirse como un símbolo de la resiliencia, reconoció que se volvió una suerte de embajador involuntario del dolor. “Doy un abrazo, una palabra, pero no puedo convertir eso en mi vida entera”, señaló. Hacia el final del encuentro, surgió una reflexión sobre el rol del humor como herramienta de sanación. El actor habló de un documental inglés que demostraba cómo el simple acto de sonreír genera una disposición positiva. “La sonrisa cambia el ánimo, incluso cuando no es genuina”, dijo. Rincón y Luna coincidieron en que desdramatizar es clave para procesar el dolor. “No hay conflicto con tomar medicación para el colesterol, pero sí con tomar medicación psiquiátrica”, denunció Zuccherino, abriendo una crítica al estigma que todavía persiste sobre la salud mental. La charla cerró con un llamado implícito a la empatía, al cuidado mutuo y a la aceptación de las propias heridas como parte del recorrido vital. “En un momento me puse muy rudo con la vida. Desafié a los dioses. Después me di cuenta de que puede ser peor, y volví a mi lugar: el de ser humano, chiquito, humilde. Lo voy a entender con el tiempo”, expresó, conmovido. “A la vida hay que sonreírle igual”, concluyó.

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