Contacto

×
  • +54 343 4178845

  • bcuadra@examedia.com.ar

  • Entre Ríos, Argentina

  • Día 575: La transición del poder entre Cobos y Villarruel en el escenario político actual

    Parana » Informe Digital

    Fecha: 14/07/2025 18:32

    Victoria Villarruel se ha consolidado como una figura clave en el panorama político argentino. Su papel institucional al frente del Senado, que facilitó la aprobación de cinco leyes en oposición al Gobierno, le ha valido ser tildada de “traidora” por el presidente Javier Milei y acusada de ser “funcional al kirchnerismo” por la ministra Patricia Bullrich. Algunos la ven como una política astuta que forja alianzas con el peronismo y Mauricio Macri, con el propósito de forjar una alternativa ante el posible fracaso del actual gobierno, mientras que otros la consideran un freno institucional a los impulsos más autoritarios del Gobierno. Sin embargo, si retrocedemos a 2019 o incluso 2020, cuando comenzó su relación con el actual Presidente, su nombre era prácticamente desconocido. ¿Qué hizo Victoria Villarruel antes de ingresar al ámbito político en 2021, cuando fue elegida diputada? Su aparente apego a la institucionalidad, ¿se debe a una convicción genuinamente republicana o es simplemente una maniobra táctica para diferenciarse de un presidente que emite señales opuestas? ¿Cómo es posible que en pocos años se haya convertido en una figura prominente y presidenciable en la política local? Este análisis lo realizaremos en esta columna de Modo Fontevecchia, por Net TV, Radio Perfil (AM 1190) y Radio JAI (FM 96.3). Una metáfora pertinente es la del bambú, que crece de manera sorprendente: durante años parece no desarrollarse en la superficie, ya que invierte ese tiempo en expandir su sistema subterráneo de rizomas que acumulan nutrientes y energía. Sin embargo, cuando está preparado, surgen sus brotes y crecen a una velocidad asombrosa, llegando incluso a crecer hasta 91 centímetros en un solo día en especies como el bambú japonés. Cada nuevo tallo nace con su grosor definitivo y alcanza su altura máxima en apenas 4 a 6 semanas, después de lo cual deja de crecer en altura, concentrándose en madurar su estructura interna. En este sentido, las ideas de la vicepresidenta y su impacto en la sociedad argentina han estado gestándose desde hace varios años, incluso a lo largo de generaciones en su propia familia. Eduardo Villarruel fue condecorado con “El Diploma de Honor” por su lucha contra la “subversión” en Tucumán. Se sentía orgulloso de esa lucha, que llevó a cabo “tanto en el ámbito urbano como rural”, relató años después. En 1982, participó en Malvinas, en el Comando 602, bajo el mando de Aldo Rico, y tras el regreso de la democracia, fue detenido por negarse a jurar la Constitución. Es decir, el padre de Villarruel fue arrestado por no jurar la Constitución, y su hija, en cambio, defiende esa misma Constitución al afirmar que era su deber presidir la sesión del Congreso, tal como lo establece la ley. El hermano de su padre, su tío, Guillermo Villarruel, alcanzó el grado de capitán y también luchó contra la subversión. Su Regimiento III de La Tablada estuvo a cargo del centro de detención y tortura El Vesubio. Décadas después, en 2015, fue detenido al ir a votar. Como era de edad avanzada, la Justicia determinó que no podía enfrentar un juicio de lesa humanidad. Su esposa, Diana Destefani, también de familia militar, es hija de un historiador de la marina. El exministro de Derechos Humanos, Horacio Pietragalla, brindó detalles sobre la trayectoria de los familiares de la vicepresidenta. “El padre y el tío de Villarruel fueron parte de la represión. Su padre participó en el Operativo Independencia, donde se encontraba un centro clandestino de detención, la Escuelita de Famaillá. Allí se llevaron a cabo torturas, secuestros, violaciones, asesinatos y detenciones”, aseguró en una entrevista televisiva en 2023. En sus inicios, Villarruel fue parte de la Asociación Unidad Argentina, un grupo fundado en la década de 1990 que cuestionaba la política de reconciliación del gobierno de Carlos Menem. Sin embargo, desde 2003, comenzó a considerar la posibilidad de crear una asociación profesional que defendiera los derechos humanos de las víctimas del “terrorismo”. Este es el gran aporte que hace Villarruel a la “batalla cultural” que han venido librando los defensores del terrorismo de Estado y la última dictadura militar: desplazar el discurso de los militares a las “víctimas” del terrorismo. Para fortalecer esta narrativa, tras graduarse como abogada en la Universidad Nacional de Buenos Aires, se dedicó a estudiar el “enfoque” adoptado por los familiares de aquellas víctimas del accionar armado de ETA en el País Vasco, España. Mientras Máximo Kirchner fundaba La Cámpora por pedido de su padre, Néstor Kirchner—una agrupación política juvenil que reunió a algunos hijos de desaparecidos como Juan Cabandié, Wado de Pedro y Fernanda Raverta—, en 2006 Villarruel estableció el Centro de Estudios Legales del Terrorismo y sus Víctimas (CELTYV), que agrupa a familiares de personas asesinadas por organizaciones revolucionarias. Según Villarruel, se diferencia del grupo Familiares de Muertos por la Subversión (FAMUS) al incluir a las víctimas civiles como parte de su reclamo, y no simplemente a las militares. En 2014, se publicó “Los otros muertos”, un libro coescrito por Victoria Villarruel y Carlos Manfroni, publicado por Editorial Sudamericana. Los autores sostienen que hay 1.010 muertos a manos de organizaciones guerrilleras. Esta cifra se alcanzó a partir de la recopilación de notas de diversos medios de comunicación. Aunque la cifra solo incluye a civiles, varios de los mencionados pertenecían al Ejército, y hay más de 80 fallecidos sin identificar. Los otros muertos y el CELTYV se convirtieron en los pilares sobre los que Villarruel levantó su discurso. De este modo, se posicionaba como vocera de “víctimas”. ¿Quién podría oponerse a un civil que perdió la vida sin tener relación con los hechos? Incluso en el caso de un militar que falleció fuera de una situación de combate. Sin embargo, al analizar el origen y la construcción de su militancia, observamos que su vinculación con las víctimas del terrorismo es una hábil estrategia política, un caballo de Troya que permite reintroducir la justificación desgastada de que se trató de una “guerra”, término que Javier Milei utilizó al asumir, sugiriendo un guiño a ese sector que forma parte de su alianza electoral, representado por Villarruel. Cabe mencionar que, aun si fuera considerada una guerra entre dos ejércitos, los derechos de los detenidos de ambos lados estarían regulados por la Convención de Ginebra y ningún detenido debería ser torturado, ni sufrir el robo de sus bebés, ni ser asesinado. No obstante, al analizar su carrera política, se aprecia un repliegue estratégico para contrarrestar el relato que las organizaciones de derechos humanos han logrado construir sobre los crímenes de la dictadura. Esto le ha generado varias críticas dentro de estos movimientos. La reconocida portavoz Cecilia Pando se pronunció sobre la actual vicepresidenta, afirmando: “Victoria no tenía ambiciones políticas. La conocí en 2006, trabajamos juntas un tiempo y luego nos separamos por diferencias ideológicas.” Estas diferencias han llevado a que Villarruel se convierta en vicepresidenta, mientras que Pando ha quedado casi en el olvido en la historia. ¿El apego a las instituciones se traduce en el compromiso con la defensa de las víctimas del terrorismo en su faceta de activista? Es decir, ¿mantener la sesión del Senado y construir un perfil más institucional es un giro táctico similar a lo que realizó en el pasado? Este tipo de movimientos han generado simpatía en sectores del propio peronismo. El senador José Mayans sostuvo en este mismo programa en 2024 que “Villarruel se aproxima ideológicamente un poquito más a nosotros que a Milei” porque “es muy nacionalista”. Inmediatamente, la misma Cristina Kirchner lo reprendió, señalando que era demasiado amplio en su concepción de quién podría considerarse peronista. Sin embargo, no fue solo Mayans quien se expresó así; Guillermo Moreno también se refirió a Villarruel y declaró que “es un error pensar que la vicepresidenta no puede ser peronista”. Si tuviéramos que reducir la definición al extremo, podríamos afirmar que un político es básicamente dos cosas: alguien que pelea por el poder y alguien que representa lo que sucede en la sociedad. Por lo tanto, cuando surgen disputas internas entre las fuerzas políticas y sus líderes, es interesante reflexionar si se trata únicamente de una lucha por el poder entre personas con idénticas visiones, o si el enfrentamiento refleja divisiones más amplias que emergen de distintos sectores sociales. Villarruel tiene una inclinación más nacionalista, de derecha y conservadora, mientras que Milei se encuentra totalmente centrado en el libre mercado y la libertad individual. Son dos derechas distintas. Esta dualidad resuena en Estados Unidos, donde se enfrentaron Elon Musk, abanderado del libre mercado y del crecimiento de la industria tecnológica, y Donald Trump, defensor de los valores tradicionales estadounidenses y proteccionista. Durante la última dictadura militar y luego en los levantamientos carapintadas, emergieron dos alas en el Ejército argentino. Una liberal, asociada al proyecto económico de Martinez de Hoz, y otra nacionalista católica, de impronta industrialista y neodesarrollista. En el contexto de la dictadura brasileña, esta última predominó. En Argentina, ganó la liberal representada por Videla. Ambos jefes que tuvo Eduardo Villarruel, Aldo Rico en Malvinas y Mohamed Alí Seineldín en Campo de Mayo, pertenecieron a esta ala disidente que no emergió triunfante en el país, la conservadora nacionalista. Quizás aquí comenzó a arraigar este bambú que es el fenómeno político Villarruel. En este sentido, se puede entender cómo un proyecto político militar, conservador y católico con mayor impronta industrialista puede establecer vínculos con el peronismo tradicional de derecha, también originado en un proyecto militar industrialista. Claramente, a partir de la crisis del capitalismo global, evidenciada en 2008 con el colapso de Baring Brothers y las hipotecas, empezaron a surgir toda suerte de rarezas ideológicas, que van desde renovaciones de nacionalismos de derecha hasta este tipo de liberalismo ultra globalizante y aceleracionista que representa Milei, por ejemplo. Representan enfoques diferentes y probablemente a sectores algo distintos, pero comparten un punto en común: la batalla cultural. Ambas corrientes de la derecha se oponen a los valores predominantes del progresismo, como el ambientalismo, el feminismo y los derechos humanos. Sin embargo, en respuesta a la acusación de haber permitido la ruptura del equilibrio fiscal, Villarruel argumentó que no está mal asistir a los más humildes, y que los jubilados, y aún más los discapacitados, no pueden esperar. Aquí se hizo evidente una distinción no solo según la Constitución, sino que también mostró su acuerdo con lo votado. Presidir un cuerpo, aun en desacuerdo con lo votado, es distinto que estar en sintonía con la oposición. ¿De qué manera seguirá creciendo este bambú? ¿Ruptura inminente del Gobierno libertario? ¿Qué postura deberían adoptar el peronismo y la oposición? Continuaremos siguiendo los movimientos de Villarruel, que son imprescindibles para comprender el futuro inmediato del Gobierno. Vale recordar que Argentina tiene una larga historia de conflictos entre presidentes y sus vicepresidentes: Néstor Kirchner con Daniel Scioli, Cristina Kirchner con Julio Cobos, y, con particularidades inversas, Alberto Fernández con Cristina Kirchner. Sin embargo, en Argentina no se han dado los casos comunes en América Latina de vicepresidentes que asumen tras la destitución de un presidente en el Congreso: en Brasil, Dilma Rousseff fue reemplazada por Michel Temer; en Bolivia, Evo Morales fue sustituido por la legisladora Jeanine Añez; y en Perú, la presidente Dina Boluarte era vicepresidenta del destituido Pedro Castillo, entre otros ejemplos. Hace un año, el actual asesor de Villarruel, Mario “Pato” Russo, previó el conflicto entre el presidente Milei y la vicepresidente Villarruel, y las diferencias entre nacionalistas y globalistas. “Hoy la izquierda y la derecha ya no existen. Solo falta que una votación evidencie ese quiebre. Es posible que entre Milei y Villarruel haya un momento Cobos”, afirmó en aquel entonces. Según Emilia Delfino, autora de “La Generala”, la biografía no autorizada de Villarruel, Russo ha cobrado relevancia en el círculo de Villarruel, ya que sostiene que la vicepresidenta tiene la posibilidad de asumir la presidencia en caso de una eventual destitución de Milei. “Russo cree que Milei no completará su mandato”, indicó. El tiempo lo dirá. TV/ff

    Ver noticia original

    También te puede interesar

  • Examedia © 2024

    Desarrollado por