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  • Los mellizos argentinos que fueron a la universidad estadounidense para sordos donde una protesta estudiantil hizo historia

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 14/07/2025 04:32

    Los mellizos Pomeranec. Sordos en una familia de oyentes Son mellizos. Casi idénticos. Sordos de nacimiento. Hablan y leen los labios. Se ríen. Tienen, como buenos hermanos, mucho común. Aunque ellos tienen más en común que otros hermanos. Se educaron, a la par, en Argentina dentro de un sistema con reglas de oyentes. Hasta que algo les cambió la vida. Diego y Pablo Pomeranec fueron, juntos, a buscar su futuro a Estados Unidos, más precisamente a la más antigua -y tal vez la más importante- universidad para sordos del mundo: Gaulladet. Fundada en 1864 y ubicada en Washington D.C., la capital estadounidense, hasta 1988 jamás había tenido un presidente sordo. Los Pomeranec fueron los primeros argentinos en ingresar a esa institución. Fue allí donde, en marzo de 1988, se inició una protesta estudiantil contra la decisión de la dirección de la universidad privada de elegir como presidente de Gallaudet a una oyente. Durante ocho días no hubo clases, se cerraron con cadenas los accesos a la universidad, se organizaron marchas, se llevó el caso a los medios de comunicación. Y todo, sin decir una palabra. La protesta se condujo mediante lengua de señas. Se pronunciaron sin gritar. Graduados en Gallaudet la primera universidad para sordos La movilización, que tuvo apoyo desde distintos sectores de la sociedad estadounidense, fue exitosa. Se cumplieron los requisitos de los estudiantes y desde entonces Gallaudet es presidida por personas sordas. La intensidad con la que se hizo el reclamo y su resolución están magistralmente retratadas en el documental que emite Apple tv+ llamado Deaf President Now! (Presidente sordo ya!). Para poder entender y explicar con mayor exactitud qué significado tiene Gallaudet en la vida de alguien que es sordo, Infobae contactó a los mellizos Pomeranec, quienes nacieron el 28 de septiembre de 1970 en el barrio porteño de Belgrano. Diego y Pablo son muy parecidos, es prácticamente imposible distinguir quién es quién. Es por ello, y porque relatan una historia compartida, que los textuales de esta nota serán atribuidos a ambos: “Nuestra madre percibió algo. No reaccionábamos a los ruidos fuertes ni llorábamos por sobresaltos. A nuestros cinco meses, confirmó que éramos sordos”. Diego Pomeranec y su opinión sobre el documental Deaf President Now! (Presidente sordo ya!) A los padres de los mellizos, que tenían otro hijo, cuatro años mayor y oyente, se les planteó la inquietud de cómo hacer para educar a los pequeños. Tenían que decidir si iban a aprender a hablar por señas o por el sistema oral. “A los nueve meses comenzamos a asistir al Instituto Oral Modelo, donde cursamos toda la primaria y nos graduamos recién a los 15 años, como era común entre los alumnos sordos debido al ritmo particular del proceso educativo”, explican. No escuchan nada, pero hablan, producto de la educación oral recibida. Para entablar una conversación ellos deben leer los labios de sus interlocutores y contestan. Se entiende lo que dicen. Y cuando no, usan las herramientas tecnológicas actuales para ayudarse: un celular o una computadora complementan el diálogo. Los hermanos Pomeranec. Los mellizos junto a Gustavo, cuatro años mayor que ellos y oyente La etapa educativa siguiente no fue fácil. “Ingresamos a una secundaria común a los 15 años. Nuestros compañeros oyentes tenían entre 12 y 13. Sentíamos vergüenza por ser los mayores. Algunos nos miraban como si tuviéramos una discapacidad mental. Pasamos cinco años enfrentando muchas dificultades por la falta de herramientas para alumnos sordos: no había intérpretes, materiales adaptados ni docentes capacitados. Dependíamos de nuestros compañeros para copiar los dictados, y nuestro aprendizaje fue posible gracias a los elementos visuales como el pizarrón. Aprobamos la mayoría de las materias, excepto aquellas con alta carga oral, como Historia o Psicología. Nos destacábamos en Matemática, Química, Dibujo Técnico y Educación Física. Aprendíamos con los ojos”, cuentan. “A medida que se acercaba la graduación, sentíamos un vacío. No podíamos imaginar una vida universitaria. Desde chicos, crecimos escuchando que no podíamos ser pilotos, doctores, ni profesionales. Esas frases nos quedaron grabadas”, aseguran. Los Pomeranec llegaron a Gallaudet en 1991 Una vez finalizada la secundaria, y luego de un viaje al exterior, comprendieron que era fundamental aprender inglés y comenzaron a estudiar con una profesora particular. Pero fue entonces que una carta, porque en los años 80 se escribían cartas, cambió la vida de los mellizos. La prima estadounidense de un primo del padre de ellos, que había visitado la Argentina, escribió para contarles que era docente en la Universidad de Gallaudet, la misma del documental. Ella tenía una hermana gemela y eran sordas, como los mellizos, y ambas enseñaban en esa universidad que estaba muy lejos. El intercambio de cartas abrió la puerta para que los Pomeranec comenzaran a pensar en ir a estudiar a Estados Unidos. “Viajamos a Estados Unidos para conocer Gallaudet y el Rochester Institute of Technology (RIT). RIT nos encantó por su enfoque tecnológico, pero no tenía un programa de inglés para extranjeros sordos. Nos recomendaron Gallaudet y su programa ELI (English Language Institute)”, dicen. Allí fueron; y se encontraron con un mundo nuevo. Al principio de su estadía en Gallaudet vivieron en el campus de la universidad “Conocer Gallaudet fue una revelación. Descubrimos la cultura sorda, algo que desconocíamos. Era una identidad, una forma de vida. Nos ordenaron no hablar. Aprender la Lengua de Señas Americana (ASL) fue difícil al principio: veníamos de una educación oral estricta y temíamos perder la voz. Al llegar nos resistimos a usar el lenguaje de señas que aprendimos rápidamente. Pero poco a poco fuimos encontrando un equilibrio entre ambos mundos. Cuando estábamos solos, aprovechábamos y en secreto hablábamos entre nosotros”, confiesan. Se ríen cuando recuerdan que, en los primeros días en Gallaudet, allá por 1991, ver a alumnos y profesores mover las manos en el aire a toda velocidad, les daba dolor de cabeza. “Habíamos crecido en un entorno donde la sordera a menudo nos hacía sentir excluidos, invisibles o incluso inútiles, con una autoestima erosionada por las barreras de accesibilidad en Argentina. Sin embargo, en Gallaudet, por primera vez, sentimos que pertenecíamos a un lugar donde nuestra sordera no era una limitación, sino parte de una comunidad que tenía vida”, explican. Los mellizos actuaron en la obra de teatro Othello, cuando estudiaban en Gallaudet Se sorprendieron porque las habitaciones del campus donde vivían tenían timbre. Cuando alguien lo accionaba se encendía una luz dentro del dormitorio. Les ofrecieron algo cercano a un teléfono para sordos que era similar a una terminal de computadora en la que se mandaban mensajes escritos. Y se deslumbraron porque lo instalaron inmediatamente después de haberlo pedido. Sin demora. Todo estaba dado para que la pasaran bien en la Universidad. Era un lugar de avanzada. “Desde los primeros días, quedamos impactados al descubrir la diversidad de profesionales sordos en Gallaudet y su entorno: profesores con doctorados, policías del campus, enfermeras apoyadas por tecnologías accesibles e incluso personas sordas trabajando en laboratorios del FBI. Esa revelación puso en contradicción todo lo que nos habían dicho en Argentina sobre las limitaciones de las personas sordas y nos inspiró a soñar con un futuro profesional sin ningún tipo de barreras”, manifiestan. “Al estar en Gallaudet -afirman- se nos abrieron oportunidades sociales, académicas, culturales y laborales que nos hicieron sentir, por primera vez, ´normales´ e iguales a nuestros pares oyentes. Tras las clases, participábamos de actividades extracurriculares. Practicamos deportes como tenis, raquetball y natación, y nos involucramos en producciones teatrales. Las noches estaban llenas de vida: fiestas, bailes y bromas que creaban un sentido de comunidad. Gallaudet ofrecía un entorno inclusivo con guías turísticos y visitas a museos con intérpretes de lenguaje de señas, lo que nos permitió disfrutar de una vida cultural plena". Pablo Pomeranec y su mirada sobre el documental que emite Apple TV “En nuestro primer año, vivimos cada uno en dormitorios diferentes del del campus y los compartimos con compañeros de Corea y de Israel. Fue una experiencia enriquecedora, pero también un choque cultural, ya que no estábamos acostumbrados a la convivencia internacional. La comida de la cafetería de la Universidad no nos gustaba y era poco saludable, entonces para el segundo año, alquilamos un departamento cerca de la universidad junto con cinco estudiantes de Corea, Israel, Filipinas, Jordania y Estados Unidos. La convivencia trajo roces y finalmente, decidimos mudarnos solos, con mayor comodidad y autonomía”, sostienen. “No teníamos una vocación clara y experimentamos con actuación, matemáticas y arquitectura. En esa etapa descubrimos que Gallaudet tenía una lista de carreras muy limitada, que no satisfacía del todo nuestros intereses por la tecnología. Pero gracias a un programa de intercambio con universidades cercanas, que Gallaudet ofrecía sin cargo y con herramientas de accesibilidad sin límite, estudiamos en la Universidad de Maryland durante dos años”, recuerdan. “Aún sin rumbo definido, una profesora se sorprendió por nuestra motivación y nos sugirió que tomáramos un nuevo curso sobre tecnología de Closed Caption (subtitulado). Eso fue un giro en nuestra vida. Decidimos estudiar Administración de Empresas y tomar ese curso. Aprendimos sobre subtitulado en tiempo real y vimos cómo esa herramienta tecnológica podía abrir puertas personas sordas. Nos involucramos en varios proyectos y, al graduarnos, regresamos a Argentina con una misión clara: aplicar todo lo aprendido”, manifiestan. La imagen de los hermanos Pomeranec en un libro publicado en Gallaudet El paso por Gallaudet no solo fue académico. Los mellizos Pomeranec señalan que hicieron varias pasantías que, además de experiencia, les brindaron una perspectiva más amplia del mundo laboral accesible para sordos. “Durante un verano, trabajamos en Sprint Relay Service, un servicio de operadora tipo call center para sordos en Sacramento, California. Ese servicio permitía a personas sordas realizar llamadas a oyentes a través de operadores que usaban TTY (teletipo), traduciendo entre texto y voz, lo que nos mostró la importancia de las tecnologías de comunicación disponibles para personas con problemas de audición”, sostienen. De la costa Este de los Estados Unidos viajaron a la costa Oeste, nada menos que a Hollywood. Allí los mellizos trabajaron con la reconocida actriz sorda Terrylene Sacchetti, quien impulsaba la representación de los sordos en los medios. En ese proyecto realizaron tareas de marketing, un taller de filmación y además organizaron un campamento para jóvenes sordos. En el paso que tuvieron por Hollywood también se relacionaron con Marlee Matlin, la primera actriz sorda en ganar un Oscar. Luego de varios años en Estados Unidos y cuando la lengua de señas ya no tenía secretos para ellos, se graduaron en Marketing y Business Management. Un detalle no menor: la lengua de señas que se habla en Estados Unidos es diferente al que se usa en Argentina y en otros países. Y también hay una lengua de señas universal. Que es distinta a las otras. La que predomina en el mundo es la que los mellizos aprendieron habla en Estados Unidos. Uno de los Pomeranec, vestido de gaucho, junto a sus compañeros en Gallaudet Diego y Pablo regresaron al país en 1998 con muchas ideas para llevar adelante: “Así nacieron nuestros proyectos: primero, un sitio web (www.sordos.com.ar) informativo sobre la comunidad sorda latinoamericana. Luego, Caption TV, la primera empresa en Argentina dedicada a la accesibilidad en medios. Más adelante, Caption Media amplió la oferta, y finalmente fundamos Pomeranec Media, pionera en ofrecer subtitulado en vivo e intérpretes en eventos públicos”. Gracias a eso, por primera vez muchas personas sordas en Argentina pudieron participar en igualdad de condiciones en congresos, seminarios y espacios culturales. El retorno tuvo sinsabores: “En esos años, casi no había personas sordas profesionales en Argentina, por lo que nuestra vida social también se vio muy limitada. No existía una comunidad profesional con la que pudiéramos identificarnos o compartir experiencias similares. La soledad y la falta de pares fue una motivación para construir esos espacios que tanto hacían falta”, recuerdan. Desde que volvieron a la Argentina se enfrentan a las dificultadas diarias de una sociedad que no está del todo preparada para que los sordos se desenvuelvan con fluidez. Tan solo uno de muchos ejemplos de los inconvenientes que tienen: cuando a un sordo se le pierde una tarjeta de crédito no puede hacer el trámite telefónico necesario para dar de baja el plástico. Los mellizos, que fueron los primeros argentinos en estudiar en Gallaudet, vieron el documental Deaf President Now! (Presidente sordo ya!) “Nos conmovió profundamente. Nos hizo revivir nuestro paso por Gallaudet. El documental está muy bien hecho y muestra cómo se organizó aquella protesta histórica. Fue una estrategia inteligente, casi militar, contra un sistema que nos negaba representación”, señalan. Diego y Pablo en uno libro de alumnos de Gallaudet (Fuente) “Llegamos a Gallaudet en 1991, casi tres años después de la histórica protesta de 1988 retratada en el documental por lo que los cuatro líderes principales del movimiento ya se habían graduado. Sin embargo, convivimos con otros estudiantes y profesores que habían participado en la protesta o que formaban parte de la comunidad que vivió sus repercusiones. Esas personas nos contaron historias acerca de cómo el movimiento transformó Gallaudet y fortaleció la identidad sorda a nivel global”, agregan. Cuando los mellizos comenzaron a estudiar, los estudiantes que encabezaron la movilización y a quienes se denominó como “Los 4 de Gallaudet”, ya habían egresado. Sus nombres son Jerry Covell, Bridgetta Bourne-Firl, Tim Rarus y Greg Hlibok. “Tuvimos vínculo con uno de los cuatro líderes, Greg Hlibok, quien fue nuestro profesor de finanzas durante un breve período. Sus clases eran motivadoras. Era un claro representante del empoderamiento sordo que tanto admirábamos. La presencia de docentes como él reforzó nuestra percepción de que los sordos podíamos alcanzar cualquier meta profesional”, explican. Los mellizos Pomeranec retratados por el fotógrafo Leandro Allochis. La foto fue tomada en 2014 y forma parte de una serie realizada por el autor llamada "Capa Rusa" “El documental Deaf President Now! no solo retrata una protesta, sino que es además un símbolo de empoderamiento y unidad. Para nosotros, fue una confirmación de que nuestra historia tiene valor, y que nuestra lucha por la accesibilidad y la inclusión en Argentina es parte de una lucha global por los derechos de las personas sordas”, concluyen. En la actualidad los mellizos tienen algunos emprendimientos comerciales en conjunto. Pablo, además, es docente de inglés y de lengua de señas en el Centro Universitario de Idiomas (CUI) de la Universidad de Buenos Aires. Los hermanos, que en septiembre cumplirán 55 años, hacen suyo el lema de Gallaudet: “Lo único que las personas sordas no pueden hacer es oír”.

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