14/07/2025 05:51
14/07/2025 05:50
14/07/2025 05:34
14/07/2025 05:34
14/07/2025 05:30
14/07/2025 05:30
14/07/2025 05:27
14/07/2025 05:27
14/07/2025 05:27
14/07/2025 05:26
» TN corrientes
Fecha: 14/07/2025 01:40
Deportes El Chelsea de Enzo Fernández lo hizo: transformó a PSG en una caricatura y es el campeón impensado del nuevo Mundial de Clubes Domingo, 13 de julio de 2025 Maresca planteó el partido perfecto y tuvo a un Cole Palmer extraordinario. El argentino es un talismán: seis finales internacionales jugadas, seis ganadas. El equipo de Luis Enrique fue más terrenal que nunca. Y fue de Chelsea nomás. El equipo de Enzo Fernández se consagró campeón del Mundial de Clubes en su nuevo formato XXL que inventó el emprendedor Gianni Infantino -vio el partido y entregó el trofeo junto a Donald Trump- y que parece haber llegado para quedarse más allá del pataleo de los jugadores y de su sindicato por los calendarios cada vez más cargados y con menos tiempo de descanso. Fue de Chelsea porque el DT italiano Enzo Maresca diseñó el partido perfecto y borró de la cancha al ultrasupermegacandidato que era el Paris Saint-Germain de Luis Enrique, que venía de ganar la Champions League y de domar gigantes como Atlético de Madrid -en la fase de grupos- y Bayern Múnich y Real Madrid, en las dos etapas previas a la gran final que se jugó en un colmado y caluroso estadio MetLife de Nueva Jersey. Fue de Chelsea porque Cole Palmer es un jugador extraordinario, que abrió el partido con un doblete a partir de definiciones fotocopiadas y más tarde asistió a Joao Pedro para que el primer tiempo terminara con un 3-0 que nunca jamás se modificó y que puso al PSG al borde de un ataque de nervios. Al punto que terminó con diez por la roja que vio Joao Neves por tirarle de la melena a Cucurella y con la minibatalla campal que se desató con el partido terminado y con Luis Enrique fuera de eje. La pregunta antes de que el árbitro Alireza Faghani -con Facundo Tello como cuarto- diera el pitazo inicial pasaba por descular qué tenía que hacer Chelsea para desactivar esa tormenta perfecta de fútbol que era PSG. Sólo Bayern Múnich -más allá de ese accidente llamado Botafogo- había podido desacomodar al equipo francés. Y por ahí empezó a trabajar Maresca. Salieron a atacar los Blues y a presionar lo más arriba posible para evitar que Hakimi, Mendes, Neves y Vitinha tomaran las riendas del juego. El planteo salió redondo. Porque Chelsea no sólo avisó que tenía poder de fuego, sino que confundió a su rival. El primer ataque de los franceses fue a los 9 minutos. A esa altura, en la semi contra Real Madrid, ya iba 2-0 arriba. Para colmo, cuando parecía que PSG se acomodaba y Sánchez comenzaba a trabajar, el equipo de Enzo Fernández pegó primero. Bochazo del arquero para Malo Gusto, que le ganó a Mendes e hizo todo para convertir pero no pudo. Resiliente, se la dio a Palmer, que definió con un remate ajustadísimo contra el segundo palo. Ya había avisado un rato antes con un disparo que había ido por nada. El gol aumentó la convicción de los ingleses. Por eso siguieron presionando y jugando y al ratito se encontraron con el 2-0. Tras un lindo pase de Enzo Fernández, fue un unipersonal de Palmer. Arrancó por derecha, enganchó hacia el centro, aprovechó una distracción provocada por el pique de Joao Pedro, y volvió a asistir a la red con un remate calcado. Sorpresivo. También justo. El show de Palmer, elegido lógicamente el MVP de la final, continuó con una asistencia real -y magistral- para que Joao Pedro, que se había incorporado en cuartos de final, le pusiera su firma al 3-0 con una definición exquisita. Aunque del otro lado estaba PSG y no había que darlo por acabado, al partido le quedaba un tiempo y ya lucía liquidado. Apenas lo intentó en inicio del complemento. No hubo caso. Luis Enrique buscó reacción cuando sacó primero a Kvaratskhelia y luego a Hakimi, Fabián Ruiz y Doué. Pero no hizo más que arriar la bandera. Fue una caricatura de su mejor versión. Fue un equipo terrenal. Y Chelsea, sin hacer locuras y sin refugiarse, cuidó el 3-0 y hasta pudo haber estirado los números de la goleada, pero las voladas de Donnarumma lo impidieron. Enzo Fernández, agotado, dejó la cancha cuando quedaba media hora. Ya había hecho todo lo que tenía que hacer. Es un fenómeno. Control y salida rápida. Rara vez equivoca un pase. Siempre aparece libre para recibir. Para colmo, nunca perdió una final internacional. Seis jugadas, seis ganadas. Multicampeón con la Selección y ahora campeón con Chelsea, el rey que nadie imaginaba en este Mundial de Clubes. Domingo, 13 de julio de 2025
Ver noticia original