13/07/2025 11:14
13/07/2025 11:14
13/07/2025 11:14
13/07/2025 11:13
13/07/2025 11:13
13/07/2025 11:12
13/07/2025 11:11
13/07/2025 11:08
13/07/2025 11:07
13/07/2025 11:07
CABA » Plazademayo
Fecha: 13/07/2025 04:53
La artista de 39 años falleció tras meses de lucha contra el cáncer y contra la interrupción de su tratamiento por parte del Estado. Su historia se convirtió en un símbolo del impacto del ajuste en la salud pública. Araceli Julio, cantante de la histórica banda de ska Satélite Kingston y figura central de la escena musical independiente argentina, falleció el miércoles 9 de julio en el Hospital Central de San Isidro, a los 39 años. Madre de una hija y un hijo, artista multifacética, activista por el derecho a la salud, Araceli luchó hasta el final no solo contra un cáncer agresivo, sino también contra el sistema: el Estado argentino le suspendió la provisión de medicamentos oncológicos, forzándola a recurrir a la Justicia para acceder a su tratamiento. Ganó el juicio, pero el Gobierno apeló. La restitución llegó demasiado tarde. La Dirección de Asistencia Directa por Situaciones Especiales (DADSE), organismo dependiente del Ministerio de Salud, había interrumpido la entrega de la medicación que necesitaba para enfrentar la enfermedad. En respuesta, Araceli presentó un amparo judicial que fue favorable. Sin embargo, el recurso fue apelado por el Gobierno de Javier Milei, en una decisión que, según sus allegados, selló el destino de la cantante. Su caso, visibilizado por colegas y referentes del ámbito cultural, se convirtió en uno de los rostros más nítidos de los efectos del recorte estatal en salud. Una voz que marcó una escena Durante dos décadas, Araceli Julio fue una de las voces más queridas y distintivas del ska argentino. Con Satélite Kingston grabó tres discos y recorrió América Latina. Su último gran concierto con la banda fue en noviembre pasado, en el festival Skatex en México, donde encabezó un show ante más de 30 mil personas. Allí interpretó “La última carta”, un himno del ska latinoamericano que condensaba su sensibilidad artística: fuerza, compromiso y ternura. También dejó una huella en la percusión y el teatro con Boom Chapadama, y más recientemente con su proyecto solista La Bicicleta de Saturno, desde el cual ofreció su última presentación en vivo el 22 de febrero, en el Multiespacio Korova. Su voz quedó registrada en Justo cuando creías que no, un EP grabado en vivo junto a Satélite Kingston en estudios Romaphonic. Más allá de los escenarios, Araceli fue compositora de letras profundas como “El hilo” y “En mil años”, piezas donde abordaba el amor, la lucha cotidiana y el dolor social con una poética personal. Su militancia por la vida digna, especialmente en los últimos meses, se volvió un grito colectivo. Cuando se supo que el Estado le había quitado el tratamiento, una campaña solidaria se desplegó en toda la región, con conciertos, acciones de visibilización y apoyo económico. Una despedida que es denuncia El sábado 5 de julio, apenas cuatro días antes de su fallecimiento, se realizó un festival solidario en Buenos Aires con bandas como Morley Reggae, Los Casettes y Staya Staya, que reunió a la comunidad artística en un último abrazo. Fue una despedida y, al mismo tiempo, una denuncia. Desde las redes sociales, sus compañeros de banda expresaron el dolor con palabras simples y conmovedoras: “Solo nos reconforta la noción de que tendremos siempre presentes la compañía dulce de los recuerdos y también los registros de su voz, su sonrisa, sus canciones”. Araceli Julio fue mucho más que una cantante: fue una artista comprometida, una madre amorosa, una figura de resistencia frente a un modelo que desmantela derechos básicos. Su muerte no es solo una tragedia personal y cultural; también es una advertencia: cuando el acceso a la salud se convierte en una batalla legal, los cuerpos vulnerables pagan el precio más alto.
Ver noticia original