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  • Pruebas ERCE: 5 pistas para mejorar los aprendizajes en la escuela

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 13/07/2025 04:32

    Los alumnos argentinos de 3° y 6° grado de primaria mejoraron sus resultados en Lectura y Matemática según los resultados de la prueba ERCE Pospandemia. Contra el pronóstico de que la pandemia produciría una catástrofe educativa, los resultados de las pruebas ERCE Pospandemia mostraron que los estudiantes argentinos de primaria mejoraron sus resultados en lectura y en matemática entre 2019 y 2023. La mejora fue mayor entre los alumnos de 3° que entre los de 6° (los dos grados donde se toma la prueba). Los chicos participaron de la evaluación en noviembre de 2023: quienes estaban en tercero habían cursado su primer grado –clave para el proceso de alfabetización– en 2021, y la sala de 5 en 2020. El Laboratorio Latinoamericano de Evaluación de la Calidad de la Educación (LLECE), dependiente de Unesco y responsable de organizar la prueba, no ofrece en su informe explicaciones para la mejora –que difícilmente obedezca a un único factor–. En 2019, sin pandemia de por medio, los resultados de los alumnos argentinos habían caído drásticamente con respecto a la edición anterior de la prueba, de 2013. Entre el 15 de septiembre y el 3 de octubre de este año, Unesco volverá a evaluar a una muestra de alumnos argentinos de 3° y 6° grado en el marco del operativo ERCE 2025 (pero sus resultados no serán comparables con los de 2023). Si hace algunos años todavía había actores importantes que cuestionaban las evaluaciones estandarizadas, hoy ese prejuicio parece haber quedado atrás. La agenda de este año incluye también el operativo Aprender 2025 de Lengua y Matemática en 6° grado (se tomará en noviembre y abarcará a unos 744.000 estudiantes), y las PISA 2025, que evaluarán a 18.000 estudiantes de 15 años en 521 escuelas entre el 6 de agosto y el 30 de septiembre. Además de la muestra nacional, CABA, Córdoba y Mendoza participarán con muestras propias para tener resultados representativos de cada jurisdicción. El Plan Nacional de Evaluación Educativa 2025, a cargo de la Subsecretaría de Información y Evaluación Educativa encabezada por María Cortelezzi, también prevé que continúe la evaluación formativa por medio de la Plataforma Acompañar, que se lanzó en 2023 y que en primaria ahora está enfocada en la lectura y escritura, en sintonía con el Plan Nacional de Alfabetización. También se está trabajando en otros instrumentos orientados a evaluar la alfabetización, como las pruebas piloto para la próxima Aprender Alfabetización (que se tomará en 2026) y para las pruebas EGRA (Prueba Diagnóstica de Lectura Inicial), que ofrecen una batería de tests para evaluar distintas habilidades relacionadas con la lectura (por ejemplo, la conciencia fonológica, la comprensión oral, la fluidez y la comprensión lectora). A estas pruebas hay que sumarles las evaluaciones provinciales, las que definen a nivel institucional las escuelas y las previstas por cada docente. Resulta difícil sostener, en ese sentido, que el sistema educativo argentino no esté siendo evaluado. En general, las evaluaciones formativas están más cerca del aula y proveen información valiosa que orienta la enseñanza. Pero ¿qué pasa con las evaluaciones estandarizadas como Aprender, PISA o ERCE? ¿Cuánto han aportado, en los últimos 30 años, para la mejora de los aprendizajes, más allá de ofrecer diagnósticos generales e insumos para los títulos periodísticos? Todas estas pruebas brindan claves para repensar las políticas y las prácticas pedagógicas. En ese sentido, el reciente estudio ERCE Pospandemia identificó un repertorio de “factores asociados” al aprendizaje que aportan pistas relevantes para sostener y profundizar la mejora que se registró en 2023. Como en todas las evaluaciones, el nivel socioeconómico de las familias aparece como un primer determinante que establece un límite difícil de sortear. Pero hay otros factores sobre los que las escuelas y las familias sí pueden incidir. Del informe del LLECE surge que lo que hacen los docentes en el aula marca la diferencia. Pero también, que sostener los hábitos de estudio diarios en casa es clave para lograr mejores resultados. El foco en el bienestar integral del estudiante es otro factor central, junto con las "altas expectativas" de docentes y padres. Las habilidades socioemocionales, como la autorregulación, también contribuyen a aprender más. El ausentismo y las llegadas tarde, en cambio, aparecen como un obstáculo importante. En su última reunión, el Consejo Federal de Educación aprobó el Plan Nacional de Evaluación 2025. En la foto, María Cortelezzi (subsecretaria de Información y Evaluación Educativa), Carlos Torrendell (secretario de Educación) y José Thomas (secretario general del CFE). 1. Lo que hacen los docentes en el aula Es de sentido común, pero el informe ERCE aporta evidencia que lo ratifica: lo que hacen los docentes en el aula define una diferencia crucial. Tanto la organización de la enseñanza como las estrategias de apoyo al aprendizaje figuran entre los factores que más se correlacionan con mayores aprendizajes. “El apoyo al aprendizaje no es solo explicar bien un contenido; es estar atento a quién necesita más tiempo o quién necesita otras formas. A veces ese apoyo es pedagógico y otras veces es emocional. A veces implica detenerse, y otras veces, ir a buscar una idea distinta”, explica Marina Zamora, maestra de primer ciclo en una escuela rural de Mendoza. La enseñanza empieza en la planificación de las clases, resalta Zamora. “En mi caso –como el de tantos docentes– dedico parte de mi tiempo libre a diseñar propuestas más significativas, a adaptar materiales y a invertir mis recursos económicos en comprar material didáctico. Esa dedicación es la que muchas veces sostiene una verdadera organización de la enseñanza”, agrega. ¿Qué prácticas caracterizan a un buen docente? Marina Bertone, maestra de primaria en una escuela parroquial bonaerense, resalta el diseño de actividades significativas, junto con “el monitoreo permanente de los aprendizajes y la retroalimentación genuina, sumamente necesaria para avanzar y mejorar”. Junto con la tarea pedagógica, los docentes y los equipos directivos tienen un rol clave en la generación de un clima de trabajo que favorezca la buena convivencia, la concentración y los aprendizajes. “El clima escolar y las relaciones son de suma importancia. No se aprende igual en un aula donde se establecen prácticas que reflejan una buena convivencia, trabajo cooperativo y colaborativo, que en un aula atomizada, con vínculos fragmentados y poco sentido de pertenencia”, describe Bertone. “La influencia positiva del interés y el apoyo de los docentes en relación con los estudiantes destaca la gran importancia que tienen las relaciones interpersonales en el escenario cotidiano del aula en la educación primaria”, resalta Irene Kit, presidenta de la asociación civil Educación para Todos. Para potenciar el rol de los maestros, señala Kit, es fundamental “generar respaldos políticos, sociales e institucionales a la tarea docente, fortalecer el trabajo en equipo versus el desempeño aislado, y generar un equilibrio entre la libertad de acción en el aula y el encuadre institucional en el sistema educativo”. Kit destaca especialmente el impacto del vínculo interpersonal en el aula “en un tiempo donde parece que todo se resuelve con una aplicación digital que pudiera reemplazar a los docentes”. La organización de la enseñanza y el apoyo al aprendizaje por parte del docente se relacionan estrechamente con mejores resultados de los estudiantes, según los "factores asociados al aprendizaje" que identificó el informe ERCE Pospandemia. (Imagen Ilustrativa Infobae) 2. La mirada sobre los estudiantes Junto con las prácticas –lo que hacen en el aula–, el informe ERCE sostiene que también influyen las actitudes, es decir, cómo los docentes –y los padres– miran a los estudiantes, cuánto esperan de ellos. En ese sentido, las altas expectativas son otro factor que se asocia fuertemente con mayores aprendizajes, sobre todo en 6° grado. El interés de los docentes por el bienestar de sus alumnos también repercute en mejores rendimientos. “La forma en que un docente valora las capacidades y el potencial de sus estudiantes marca mucho su trayectoria de aprendizaje”, explica Axel Rivas, profesor de la Escuela de Educación de la Universidad de San Andrés. “Esto se conecta con el foco en los aprendizajes, que implica evaluar de manera constante los avances de los alumnos y ofrecer retroalimentación”, señala Rivas. “Un buen docente no es solo quien tiene expectativas altas, sino quien diseña actividades que permitan a sus alumnos avanzar, acompañándolos para que puedan hacerlo”, agrega Rivas, y explica que esto se relaciona con la noción de “autoeficacia”, que apunta a “lograr que los alumnos sientan que pueden aprender, que pueden dar pasos concretos y superar desafíos”. “Se trata de un trabajo de hormiga, que consiste en mostrar caminos en los que los alumnos perciban que pueden progresar. Esa experiencia retroalimenta su sentimiento de autoeficacia”, sostiene Rivas. Y sintetiza: “Construir una buena enseñanza implica diseñar actividades cercanas a los estudiantes, que al mismo tiempo los desafíen. Eso es tener altas expectativas: no solo creer que todos pueden aprender, sino también construir los andamiajes necesarios para que eso efectivamente suceda”. Ana María Stelman, maestra de primaria de La Plata y finalista del Global Teacher Prize en 2021, resalta la importancia de enfocarse en el bienestar integral de cada alumno. “Siempre se expresó que cada niño es un mundo, pero hoy se suman cuestiones que pertenecen al campo de la salud mental y emocional. Cada aula tiene no una, sino varias cuestiones para atender”, afirma Stelman, que trabaja en una escuela periférica, con un alto porcentaje de estudiantes con necesidades básicas insatisfechas. “Hoy las aulas están pobladas con situaciones de difícil abordaje. Creo que es necesaria la formación de equipos interdisciplinarios de salud que tengan la capacidad de atender las particularidades de las comunidades educativas, trabajando a la par de los equipos escolares”, sostiene Stelman. Y subraya que un enfoque integral sobre el bienestar requiere el compromiso de actores diversos –empezando por las familias–. Mantener altas expectativas sobre los chicos contribuye a que ganen confianza y logren mejores resultados, señala el informe elaborado por el LLECE. Álex Zea - Europa Press 3. El acompañamiento de las familias Aunque el informe ERCE se enfoca en los desempeños escolares de los alumnos, también aporta algunas pautas sobre el rol de las familias. En ese sentido, destaca el efecto positivo de las altas expectativas hacia los chicos: este factor tiene incluso más peso que el involucramiento directo de los padres en el aprendizaje. Las familias tienen una función clave en el acompañamiento y la generación de rutinas de estudio. Frente a quienes cuestionan las tareas para el hogar –un colectivo heterogéneo que nuclea a algunos especialistas en educación y a varias influencers–, el informe ERCE parece sugerir que “lo viejo funciona”: los hábitos de estudio diarios aparecen entre los principales factores asociados a mejores desempeños. “La escuela no puede funcionar aislada. El acompañamiento por parte de las familias es fundamental. Lo que se inicia en las aulas debe seguir en las casas, para poder sostener la continuidad de las situaciones de enseñanza: los hábitos de estudio, la práctica de lo adquirido y la lectura son extensiones necesarias del trabajo que iniciamos en la escuela y que debe fomentarse hacia el interior de las familias”, explica Marina Bertone. La pandemia contribuyó a un acercamiento entre escuela y familia, según surge de una consulta a directores que se realizó junto con la prueba ERCE. De acuerdo con el informe, los directivos reportan “una mejora en la relación con las familias, quienes hoy muestran mayor involucramiento y valoración del trabajo docente”. Entre sus recomendaciones para la política educativa, el documento del LLECE sugiere “promover el involucramiento parental en los procesos educativos y fortalecer sus expectativas sobre la educación futura”, así como “acompañar a las familias con estrategias que refuercen su rol como aliadas del aprendizaje”. El apoyo de las familias y los hábitos de estudio diarios son factores fundamentales para lograr los aprendizajes básicos. EFE/ Carlos López/Archivo 4. Las habilidades socioemocionales El informe ERCE aporta evidencia para respaldar el foco de las escuelas y de las políticas educativas en el bienestar socioemocional de los estudiantes. Entre los principales factores asociados al aprendizaje aparecen las habilidades socioemocionales, en particular dos: la autorregulación escolar (entendida como la capacidad de los chicos de orientar sus emociones y conductas hacia los objetivos de aprendizaje) y la apertura a la diversidad (definida como “la disposición de ver a otras personas como sujetos que deben ser tratados de manera justa”). “Esto refuerza la idea de que el proceso educativo es un esfuerzo integral, que apunta a formar personas en distintos ámbitos y facetas de su desarrollo”, sostiene el documento elaborado por el LLECE. Carolina Bonfranceschi, maestra de 6° y 7° grado en la Escuela N° 7 de Villa Devoto, conocida por su comunidad como “La Banderita”, destaca el valor de poner el foco en las habilidades socioemocionales: “Hay un nuevo diseño curricular en CABA que contempla este tema. Es algo que las docentes venimos trabajando desde hace muchos años, pero que después de la pandemia se volvió aún más importante: las sensibilidades, la forma de decir las cosas, el trabajo sobre ‘estar bien’ antes de empezar, para que realmente podamos aprender”. En el pasado, esta dimensión casi no tenía presencia en la escuela. Pero hoy resulta insoslayable, sostiene esta docente: “Antes lo emocional quedaba más bien fuera de la escuela. Ahora los chicos y las chicas están completamente atravesados por lo que pasa en casa: la situación económica, el trabajo de sus padres, las separaciones, las familias que se reconfiguran”. En la Escuela “La Banderita” recurren a dispositivos como los consejos de grado y las asambleas, en el marco del trabajo sobre la Educación Sexual Integral y la convivencia. Esos espacios apuntan a “construir un vínculo con los estudiantes para que sientan que pueden contar con sus docentes, que pueden hablar”, explica Bonfranceschi, y asegura: “Eso marca una diferencia real en los chicos”. El ausentismo y las llegadas tarde aparecen entre los principales factores que afectan negativamente los aprendizajes de los chicos. 5. El ausentismo Aunque no hay datos públicos nacionales que permitan dimensionarlo con precisión, el ausentismo de los estudiantes es un problema estructural del sistema educativo. Según la percepción de muchos docentes, esto se profundizó tras la pandemia y afecta especialmente a la escuela secundaria –donde 1 de cada 4 estudiantes reconoce que tiene al menos 20 faltas por año–, pero también a la primaria. El estudio ERCE Pospandemia muestra que las inasistencias y las llegadas tarde de los alumnos están entre los factores con mayor impacto negativo en los aprendizajes (como en todas las evaluaciones, la repitencia también se asocia con peores desempeños). Bonfranceschi señala que tras la pandemia las escuelas flexibilizaron el control de las inasistencias. Sin embargo, sostiene, “en el último año y medio, al menos en CABA, el ministerio empezó a ser más estricto en ese sentido, ya que se implementaron plataformas para registrar las ausencias y las llegadas tarde. Hay un seguimiento para verificar qué maestras tienen al día la carga en la plataforma y toman asistencia regularmente. Y a las escuelas se les envía un porcentaje que indica cuán actualizada está la toma de asistencia a nivel institucional”. En muchos casos, el alto ausentismo expresa el bajo compromiso de las familias con el derecho de sus hijos a la educación. Bonfranceschi explica que, además del impacto en los aprendizajes, el exceso de faltas también deja a los chicos cada vez más aislados: “Más allá del perjuicio pedagógico, lo que les sucede a estos chicos es que quedan al margen de la cotidianeidad escolar: de los chistes, de las vivencias, del juego en educación física, de las charlas en el recreo. No estar en la escuela para compartir esas experiencias con sus compañeros también los afecta a nivel emocional”.

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