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» El Ciudadano
Fecha: 12/07/2025 11:55
Un nuevo episodio de tensión entre el gobierno nacional y el ámbito académico estalló este jueves, luego de que el presidente Javier Milei calificara de “patética” a la historiadora Camila Perochena, quien había cuestionado el uso político del pasado y, en particular, el mito de que Argentina fue una potencia mundial en 1910. “Patética: se jacta de saber historia y arranca negando un dato base. Si llega a revisar las series de Madison le colapsará el cerebro (resulta claro que lo tiene lleno de parásitos)”, escribió Milei en X (ex Twitter), reposteando un video de la participación televisiva de Perochena en La Nación+. El comentario generó una ola inmediata de reacciones en redes sociales, tanto de apoyo como de repudio. Perochena, doctora en Historia por la UBA, investigadora de la Universidad Torcuato Di Tella y colaboradora de La Nación, respondió sin recurrir al tono personal del mandatario. “La Argentina podía ser rica en 1910, pero eso no la convertía en potencia mundial. Los historiadores no estamos para avalar los mitos que construyen los liderazgos mesiánicos que abundan en nuestra historia”, escribió en la misma red social. Un cruce académico que escaló a la cima del poder El origen de la polémica fue un debate televisivo entre Perochena y José María Posse, director interino de la Casa Histórica de Tucumán, en el programa Mesa Chica, conducido por María Laura Santillán. Allí, se discutió el uso simbólico del 9 de Julio por distintos gobiernos. Perochena señaló que tanto el kirchnerismo como el actual gobierno utilizan el pasado como herramienta política, y puso como ejemplo la afirmación de Milei sobre el estatus de “potencia” en 1910. La respuesta de Posse fue tajante: “¿No fuimos potencia? Te invito a debatirlo en público. Como Roca, Milei quiere que volvamos a ser potencia”. En defensa del ideario libertario, Posse sostuvo además que “con gobiernos liberales tuvimos la industria pesada más importante de América y leyes laborales avanzadas”. Tras el cruce, Perochena publicó un mensaje donde cuestionó la orientación ideológica de los espacios históricos: “Me cruzaron con el director de la Casa Histórica de Tucumán. Es un ejemplo de lo que está haciendo el gobierno con los museos: convertirlos en espacios de militancia y no de reflexión historiográfica”, dijo, y recordó también el despido del historiador Gabriel Di Meglio del Museo Histórico Nacional. Reacciones del mundo intelectual El ataque de Milei a Perochena generó una rápida respuesta de intelectuales, académicos y escritores. El historiador Roy Hora lo consideró “inaceptable” y sostuvo que el insulto “degrada la calidad del intercambio cívico”. Por su parte, la escritora Claudia Piñeiro afirmó: “Todo quien opina diferente al gobierno y sus acólitos es insultado. Para el resto, cada vez más claro dónde está el patetismo”. Desde el oficialismo, en cambio, también llegaron críticas a la historiadora. El subsecretario de Políticas Universitarias, Alejandro Álvarez, la acusó de “tergiversar la historia” y le propuso un debate público. El diputado Fernando Iglesias ironizó: “Querida Camila: tu trabajo ha sido siempre avalar desde la academia el liderazgo mesiánico de Perón”. Otros, como el exministro de Cultura Pablo Avelluto, el ensayista Hugo Vezzetti y el historiador Fabio Wasserman, expresaron su apoyo a Perochena. “Lo patético es tener un Presidente que desprecia la disciplina histórica y pretende reemplazarla por simplificaciones ideológicas”, escribió Vezzetti. «Todos los movimientos políticos se basan en ciertos mitos. Esos mitos funcionan mejor cuanto más real es su base; las mentiras brutas tienen patas cortas. La Argentina nunca fue una gran potencia mundial. Parece un chiste tener que decirlo. Un buen PBI x capita no hace de un país una potencia. Si no, ahora las grandes potencias mundiales serían Monaco, Luxemburgo, las Bermudas.Señor ex presidente, ¿no puede conseguirse una mentira que se parezca un poco más a la verdad?», escribió Martín Caparroz. Historia, ideología y relato La discusión sobre si Argentina fue o no una potencia en 1910 no es nueva, pero ha cobrado fuerza en el discurso libertario, que ve en ese año un símbolo de esplendor económico perdido. Desde el mundo académico, sin embargo, se advierte que esa narrativa simplifica y distorsiona el contexto histórico de la época. En su libro Cristina y la historia, Perochena analiza cómo distintos liderazgos –de Perón a Kirchner– han construido relatos sobre el pasado para justificar sus políticas. Esta vez, le tocó a Milei, desde el más alto cargo del país, responder con descalificaciones personales. El cruce, lejos de ser anecdótico, reaviva una tensión de fondo: ¿quién tiene derecho a interpretar la historia y con qué fines? En tiempos de grieta ideológica, incluso el pasado se convierte en campo de batalla.
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