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  • “La lectura y la escritura fueron los salvavidas para salir de la depresión”

    » Elterritorio

    Fecha: 09/07/2025 11:27

    Escapó a Buenos Aires por un hecho de abuso. Consiguió trabajo, formó una familia, pero cayó en un pozo. Escribió un libro y hoy Rubén Bermúdez (47) estudia y es feliz miércoles 09 de julio de 2025 | 7:00hs. Pospandemia se reconvirtió con nuevas amistades. Foto: Daniela Cortés Se llama Ruben Darío Bermúdez y tiene 47 años. Es misionero pero vive desde hace 34 años en Buenos Aires, donde formó una familia con la que vive en el municipio bonaerense de Tigre. Transformó los momentos más difíciles de su vida en trampolines que lo ayudaron a impulsarse hacia adelante olvidando lo que iba quedando atrás. Pero un día todo ese pasado de dolor volvió y conoció la depresión. Logró superarla a través del conocimiento. Escribió un libro llamado ‘El deseo del éxito’. Y se animó a retomar los estudios. Está terminando su secundario a través del Sistema Provincial de Teleducación y Desarrollo (Sipted), que brinda la posibilidad de terminar la escuela primaria y secundaria a misioneros que viven en Buenos Aires, a través de un aula a distancia montada en la Casa de Misiones. ¿Cómo fue tu llegada a Buenos Aires? Eso fue hace 34 años, cuando era un chico de 14 años que llegué a Buenos Aires escapando de una situación de abuso que vivía en mi propio hogar. Por ese entonces mi mamá tenia una relación con un hombre que me hizo conocer el infierno cuando yo era un niño. Era un tiempo donde la palabra de los niños no era escuchada. No existían todos los mecanismos de denuncia y ayuda que actualmente hay. Por eso cuando cumplí 14 años no aguante más y me fui. Sabía que me tenía que alejar de esa casa para que no me puedan lastimar más. ¿Y cómo hiciste con 14 años y sin plata para llegar a Buenos Aires? Le pedí a un conocido de la familia que trabajaba de camionero y que hacía viajes entre Misiones y Buenos Aires que me traiga. Y le mentí que acá tenía familiares que me iban a recibir para que acepte traerme. Y así fue que un día bajé de ese camión en Avellaneda y empecé a caminar sin un destino porque no conocía el lugar y tampoco tenía ninguna dirección de nadie donde pedir ayuda. Hasta que leí un cartel que decía ‘El Misionero’ y entonces entré y me ofrecí para trabajar. Era una maderera de un comprovinciano, que fue mi primer trabajo acá. Parece de película que, en la inmensidad de Buenos Aires, justo fuiste a dar con una persona de Misiones. Es que yo creo en el poder de la atracción. Que las personas tenemos una especie de imán en nuestro interior para atraer personas que están en la misma frecuencia. Y recuerdo que cuando me fui de mi casa pensé que tenía que llegar a Buenos Aires para encontrar un trabajo que me ayude a mantenerme. Y me sentí seguro de que lo iba a lograr. Sin saber nada de Buenos Aires me vine con una mochila y nada más. Y ahora, después de muchos años, entendí que aquel hombre que me recibió y me dio un vaso de agua y me dijo que ahí podía trabajar, no fue casualidad. Era parte de esa ley de atracción. ¿Y cómo siguió la historia de ese adolescente misionero en Buenos Aires? Fueron años muy duros. Vivía trabajando. Literal. No hacía otra cosa que levantarme a trabajar y después dormir para volver a trabajar. Pero gracias a eso aprendí el oficio. Me hice fuerte y salí adelante gracias al trabajo. Cuando cumplí 20 años volví a Posadas. Vi a mi madre con mis hermanitos más chicos con muchas necesidades, así que me los traje conmigo a Buenos Aires. Mi madre actualmente vive acá, en la localidad de Quilmes. Gracias a Dios está bien. Tiene su casa propia. Es jubilada. Y también mis hermanos ya están todos viviendo con sus parejas y trabajando. Con mucho sacrificio logramos superar en familia situaciones muy duras de la vida. ¿Y hoy cómo es tu vida? Hoy puedo decirte que soy feliz. Vivo con mi esposa Claudia y con mis dos hijos, Lucas, que tiene 5 años, y Jesús Darío, de 10 años. Vivimos en nuestra casa en Tigre. Una historia con final feliz entonces… Una historia que aún sigue en proceso. Porque después de la pandemia, en el 2021 caí en un pozo depresivo. Cuando ya tenía organizada una familia. Tenía trabajo. Y parece que estaba todo bien. Sin embargo, dentro mío había tantas heridas sin sanar y tantos conflictos que quedaron en modo pausa por una cuestión de supervivencia. Que de repente me invadió un estado de depresión donde todas esas heridas empezaron a brotar de golpe. Ese dolor y esa angustia por los traumas de la niñez que nunca había tratado de golpe me invadieron. Fueron tiempos muy duros porque de repente no tenía mas ganas de trabajar, de pensar en el futuro y de seguir hacia adelante como siempre lo había hecho. La depresión es una enfermedad mental que afecta a todos los órdenes de la vida y que si no es tratada puede llevar a la muerte. Porque yo sentí realmente eso, sentí que quería dejarme morir. ¿Y cómo saliste de la depresión? Con ayuda. Con mucha fuerza de voluntad. Con el tiempo. Con actividad física. Con la palabra como herramienta. Con lectura y meditación. No hay una fórmula mágica para salir de una depresión y cada persona puede hacerlo a través de distintos caminos. En mi caso la lectura y la escritura fueron los salvavidas que me ayudaron a salir a flote. Y después de mucho leer me animé a escribir mi propia historia. Así nació mi libro: ‘El deseo del éxito’. En ese momento que empecé a escribir no tenía como objetivo un libro. Porque para mí la escritura era parte de mi terapia de sanación. Era una especie de ejercicio que me ayudaba a poner en palabras y a expresar lo que me pasaba. Era una forma de sacar eso que me dolía desde adentro y ponerlo sobre el papel. ¿Tu libro fue el tratamiento que te sirvió para superar la depresión? Sí. Empecé a escribir porque eso me ayudaba a expresar lo que sentía. Y después me di cuenta de que había escrito un libro. Y que eso podía ayudar a otras personas. Y por eso lo publiqué. No es el libro más vendido y tampoco busqué eso. Pero en sus páginas está el camino personal que recorrí para superar la depresión y lo que fui aprendiendo en ese recorrido, que para mí es lo más valioso. ¿Y qué pasó con tu familia y tu entorno en ese momento? Mi familia siempre estuvo. Pero el resto del entorno cambió radicalmente. Empecé a rodearme de gente que sentía que me aportaba algo de lo que yo necesitaba y a quienes yo también les sumaba algo bueno. Fue como pasar de una frecuencia a otra. Ya no escuchaba ni tenía ganas de escuchar lo de antes. Dejé de lado totalmente la queja y el pesimismo. y empecé a trabajar en mis pensamientos y a fortalecer mi cuerpo con entrenamiento físico. Cuando empecé a salir de la depresión y sentirme mejor, me di cuenta de que es fundamental la gente que te rodea. Que las personas contagiamos energía y es importante cuidar la propia. Y que por más cuesta arriba que sea una situación siempre hay una forma saludable de transitar y de aprender algo. El libro se llama ‘El deseo del éxito’. ¿Por qué ese nombre? Porque después de haber vivido lo que me tocó vivir, sentí que quería que el resto de mi vida fuera exitosa. Y para mí el éxito no es el dinero, ni la fama ni nada de eso. Para mí el éxito es lograr que la vida sea un viaje con un sentido o un objetivo. En mi caso es el de hacerlo con mi familia y el de dejar un legado de lo que aprendí para que les sirva a otras personas. Yo también aprendí a aprender de las experiencias de otros. Por eso creo que mi historia puede servirle a otra persona. El viaje de la vida no es fácil y color de rosa como en los cuentos. Por el contrario, son más los momentos difíciles. Pero cuando uno tiene una meta y no es una hoja que se deja llevar por el viento, uno toma el mando de ese viaje y ahí la vida se convierte en una aventura diaria. No hay una receta única para este viaje. Cada uno lo hace con lo que tiene. Yo no tenía nada más que dolor y miedo. Pero lo superé y en parte fue gracias a la educación y a la escritura, que me ayudaron a tener otra mirada de la realidad. ¿Y cómo fue que llegaste a la Casa de Misiones para terminar tus estudios secundarios a través del Sipted? Por mi historia personal, yo tuve que dejar de estudiar para ponerme a trabajar desde los 14 años. Pero después ya en la vida adulta me di cuenta que necesitaba cerrar ese capítulo pendiente de los estudios y entonces me acerqué a preguntar en la Casa de Misiones porque había visto en redes que allí había un sistema para que los misioneros que quieran terminar sus estudios en nuestra provincia lo puedan hacer a distancia. Y así fue que conocí el Sipted, un sistema realmente muy eficiente para la gente adulta que quiere volver a estudiar. ¿Y cómo te resultó la experiencia de volver a estudiar el secundario a los 46 años y a distancia? Para mí resultó ser todo lo que está bien. Porque imaginate que yo no entraba a un aula desde que me vine de Misiones a los 14 años. Y retomar el hábito de aprender y estudiar pensé que me iba a resultar muy difícil. Y nada que ver. En la Casa de Misiones me recibieron muy bien. Ahí hay un espacio especialmente ambientado para que los estudiantes del Sipted vayamos a realizar nuestra cursada. Tenemos profesores muy buenos y la verdad es que estoy super entusiasmado con terminar el ciclo secundario. Y en el libro que escribí dediqué un espacio al doctor Sábato Romano, creador del Sipted en su época de ministro de Educación de Misiones, que sin dudas fue un adelantado para su época, porque pensó e ideó un sistema de educación a distancia hace 40 año, cuando aún nadie pensaba en esa necesidad. ¿Y por qué acudiste al Sipted si en Buenos Aires tenés el programa Plan de Finalización de Estudios Secundarios? Yo intenté hacerlo con ese programa Fines del gobierno porteño. Pero la verdad es que fue un desastre. No hay docentes. Cero acompañamiento. Te asignan un lugar para rendir y cuando llegás el lugar está cerrado. Es súper complicado acceder al material de estudio. Y ya para inscribirte te piden hasta la partida de nacimiento de tus abuelos, por decirte algo que evidentemente no es fácil de tener a mano al momento de querer estudiar. Mi experiencia con Fines fue muy negativa. En cambio, cuando fui a la Casa de Misiones fue todo mucho más fácil. Me ayudaron con la inscripción. Te simplifican todo para que la gente que quiere estudiar lo pueda hacer. ¿Qué te pidieron en el Sipted para anotarte? Nada del otro mundo. Con mi número de DNI y los certificados de hasta dónde había llegado con mi educación, ya sea primaria o secundaria, y listo. ¿Y cómo es el sistema de estudio en el Sipted? Es súper accesible para quien tenga ganas de estudiar. Yo empecé a fines del 2023. Y el tiempo que te lleva depende de vos. Si lo hacés de manera acelerada podés terminar estudios en 1 o 2 años o si te lo querés hacer de manera relajada le das el tiempo que te parece. Eso depende de cada persona. Empezás con un módulo introductorio para entender la metodología de estudio y después empezás a cursar las materias y las vas rindiendo a medida que te sientas capacitado de poder hacerlo. Todo el material te lo proporcionan de manera digital. No tenés que gastar en libros ni en fotocopias. Te proporcionan todos los contenidos. Y al momento de rendir la materia voy a la Casa de Misiones y ahí están los docentes que te toman el examen. ¿Cuántos misioneros están terminando el secundario actualmente con vos en la Casa de Misiones? Los grupos van cambiando. Porque como cada uno avanza a su ritmo, no siempre somos los mismos. Pero ahora somos unas 30 personas que estamos estudiando a través del Sipted. Todos misioneros que viven en distintos lugares de Buenos Aires, la gran mayoría vivimos en el Conurbano y venimos a estudiar y a rendir los exámenes a la Casa de Misiones. Hay tanto mujeres como hombres y de todas las edades. Hay algunos muy jóvenes de 20 años y también gente de más de 60 años. Y la verdad es que es un lindo grupo de personas y el lugar donde estudiamos es en un aula que está en el subsuelo, muy bien equipada y cómoda. Además, tenemos la biblioteca a nuestra disposición por si necesitamos algún material extra. ¿Lo recomendarías para otros misioneros quieren terminar sus estudios? Obvio. A mí el Sipted me cambió el destino. Porque yo quería estudiar y terminar mi secundario. Pero las escuelas de acá de Buenos Aires tenían muchas trabas burocráticas. Y cuando me acerqué a la Casa de Misiones me dieron la información del Sipted y ahora ya estoy terminando en este 2025 mi secundario y en paralelo ya empecé a cursar la carrera de Derecho en la Universidad Nacional del Oeste (UNO). ¿Y cómo hiciste para empezar la carrera universitaria sin haber terminado el secundario? Así como descubrí al Sipted, también me informé que hay una Ley que en su artículo 7 habilita a las personas mayores de edad a iniciar estudios universitarios aun sin haber terminado el nivel secundario. Es algo que no está muy difundido. De hecho no lo pude hacer en la Universidad de Buenos Aires (UBA) porque había mucha gente en lista de espera para este tipo de inscripción y quizá me tocaba dentro de algunos años. Y en la Universidad Siglo XXI y en la Kennedy no me permitieron la inscripción. Pero no me di por vencido y seguí buscando hasta que llegué a la Universidad Nacional del Oeste en Merlo, donde me pude anotar y donde ya estoy cursando la carrera de Derecho con la modalidad semipresencial, casi igual que lo del Sipted. Perfil Ruben Darío Bermúdez Misionero en Buenos Aires Tiene 47 años y nació en Posadas. Terminó la primaria en la Escuela Nº 5 y cursa el secundario a través del Sipted. Al mismo tiempo, comenzó a estudiar en la Universidad Nacional del Oeste (UNO). Está casado con Claudia Salinas y tiene dos hijos: Lucas (5) y Jesus Darío (10).

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