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  • Potenciar el pensamiento crítico con la IA: más allá de copiar y pegar

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 09/07/2025 02:49

    Es fundamental alfabetizar en inteligencia artificial (Imagen ilustrativa Infobae) La inteligencia artificial (IA) ha atravesado nuestra vida cotidiana. Hacemos uso de ella cada vez que entramos al homebanking, cuando un semáforo nos indica que nos quedan 10 segundos para cruzar o cuando el reloj nos cuenta los pasos. Pero también ha entrado abruptamente en el aula de la mano de los alumnos. Cada vez que se les solicita hacer un trabajo práctico, leer un texto complejo o responder un cuestionario, ellos acuden en su ayuda. De hecho, también los padres asumen que pagan servicios de IA para que sus hijos puedan hacer mejor sus tareas. Esta situación lleva a una preocupación válida en los docentes que encuentran que sus estudiantes reducen su esfuerzo intelectual creyendo que una aplicación hará el trabajo por ellos y recurren al “copiar y pegar” sin un análisis profundo respecto de la tarea. Sin embargo, en lugar de ver la IA como un obstáculo, podemos transformarla en una herramienta para potenciar el pensamiento crítico, reformulando las estrategias de enseñanza y la evaluación. Para que esto ocurra en el aula, es fundamental alfabetizar en la IA. Esto implica explicar cómo funciona, ayudar a comprender los principios básicos de la IA generativa, sus limitaciones y sus posibles sesgos, porque si ellos entienden cómo se genera la información, serán más críticos al evaluarla. A su vez, podemos enseñar a los estudiantes a utilizarla para generar ideas, organizar información o incluso para obtener una primera aproximación a un tema. Luego, desafiarlos a verificar, expandir, refutar y mejorar esa información con su propio análisis. En definitiva, usarla como herramienta y no como sustituto. Para ello, se les podría pedir que generen un texto o hagan un análisis, y luego que evalúen críticamente ese resultado. ¿Es preciso? ¿Podría mejorarse? ¿Qué falta? Y, sin lugar a dudas, usarla para promover la interacción y el debate, creando un ambiente donde se discuten diferentes puntos de vista y cada uno puede defender sus argumentos. Para ello, debemos dejar atrás la clase magistral para dar lugar a otras estrategias, tales como el aprendizaje basado en proyectos, donde se trabaja en equipo y donde cada miembro debe contribuir con su propio pensamiento y someter sus ideas al escrutinio de sus compañeros, con presentaciones orales donde se expongan los trabajos y respondan preguntas, por ejemplo, lo que los obliga a tener un dominio profundo de su tema y a comunicar sus pensamientos de manera clara y precisa. ¿Qué más podemos hacer? Por un lado, podemos redefinir las actividades y proyectos con preguntas abiertas y desafiantes, diseñando tareas que requieran análisis, síntesis y evaluación y que no tengan una respuesta única. Por ejemplo, en lugar de pedir un resumen de un material, solicitar un análisis comparativo de diferentes perspectivas sobre el tema. Por otro lado, podemos retomar problemas del mundo real, tales como presentar escenarios complejos que demanden que los estudiantes investiguen, propongan soluciones y justifiquen sus elecciones. Esto los obliga a ir más allá de la información superficial. De esta manera, se fomenta la reflexión. Para eso, es conveniente incluir preguntas metacognitivas en las tareas, interrogatorios que los inviten a pensar sobre su propio proceso de aprendizaje, cómo llegaron a sus conclusiones y qué desafíos encontraron. Por ejemplo: ¿cómo sabés que la información que utilizaste es confiable?, o ¿qué sesgos podrían estar presentes en las fuentes que consultaste? Pero nada de lo antedicho será posible si no cambiamos también el enfoque de la evaluación, poniendo énfasis en el proceso y no solo en el producto, evaluando cómo los estudiantes llegaron a sus conclusiones, las fuentes que consultaron, el razonamiento que emplearon y la calidad de su argumentación, además del resultado final. En este sentido, el profesor debe ir dando una retroalimentación constante que ayude a los estudiantes a mejorar su pensamiento crítico y sus habilidades comunicativas. Asimismo, dejar claro de antemano los criterios de evaluación que se esperan, como, por ejemplo, la claridad de conceptos, la originalidad de las ideas y la capacidad de argumentación. Es necesario animar los estudiantes a hacer/ hacerse preguntas, a cuestionar lo que leen y a no aceptar la información al pie de la letra. La función docente podrá ser exponerlos a diversas perspectivas, presentando otros puntos de vista sobre un tema para que los estudiantes aprendan a comparar diferentes propuestas y a formar sus propias conclusiones. La inteligencia artificial nos desafía a repensar la educación. Al integrar estas estrategias y este modo de evaluación, nos ayuda a guiar a los estudiantes para que no solo consuman información, sino que se conviertan en pensadores críticos, capaces de analizar, de refutar, de hipotetizar y de crear conocimiento de manera significativa. Es el desafío que nos espera en las aulas de hoy.

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