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  • La maleta

    » Diario Cordoba

    Fecha: 07/07/2025 18:15

    Les hablaba la semana pasada de los preparativos para el veraneo en Fuengirola. Empecemos por la maleta que, a pesar de ser la menor de mis preocupaciones, tiene su enjundia. Me vienen a la memoria así, a bote pronto, una decena de escenas de películas en las que el protagonista hace la maleta apresuradamente, metiendo en ella lo primero que pilla, a veces con percha incluida. Se trata de protagonistas masculinos. Las mujeres son más de salir pitando con lo puesto; ni maleta apresurada, ni nada; lo importante es poner tierra por medio. Envidio ambas imágenes cuando me enfrento a mi maleta, con su enorme boca abierta, preparada para engullir la ropa seleccionada que, independientemente del tamaño, siempre es demasiada para su capacidad. Que levante la mano quien no se haya sentado, incluso acostado, encima de una maleta hasta conseguir cerrarla. Las redes sociales están llenas de tutoriales sobre cómo hacer maletas optimizando su espacio, especialmente las de cabina, cuando se trata de viajar en avión, de las que no queremos separarnos para evitar que en vez de en Roma, suponiendo que ese sea nuestro destino, aterricen en Singapur. No es mi caso, puesto que voy a Fuengirola. No obstante, procuro utilizar todos los trucos que proponen las yotubers, que no son otros que los que nos enseñaban nuestras madres cuando nos íbamos de casa por primera vez. Los calcetines, dentro de los zapatos; los zapatos, dentro de bolsas para que no contaminen el resto del equipaje; los cinturones, recorriendo el perímetro interior de la maleta; la ropa, enrollada o muy doblada -parece un contrasentido, pero es como menos se arruga- ; la prenda de abrigo, que es lo que más ocupa, en el brazo, aunque en Fuengirola para abrigarse basta con un pañuelo. Y ahora viene lo mejor: la selección. ¿Qué me llevo? Córdoba es una ciudad de interior, clásica. Respetamos bastante las reglas acerca de cómo vestir de día, de tarde o de noche, así que año tras año hago mi maleta acatando esas reglas, sin tener en cuenta que Fuengirola es una ciudad costera y turística, donde la gente va a descansar, a relajarse y a prescindir de cualquier clase de etiqueta o código de vestimenta. Y no escarmiento. A sabiendas, quizá supersticiosamente, continúo cometiendo el mismo error. Me llevo un montón de ropa que no me va a servir, por aquello del por si acaso, y acabo con las bermudas y la camiseta para no parecer un bicho raro. Lo mismo hacen el resto de cordobesas y cordobeses, que a pesar de ir tan disfrazados (gafas de sol y sombrero incluidos) seguimos reconociéndonos y saludándonos por la calle. *Académica

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