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  • El ayuno intermitente podría mejorar la función cognitiva, según un estudio: qué dicen los expertos

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 07/07/2025 16:43

    El ensayo clínico se realizó en 96 personas con obesidad y comparó tres intervenciones: ayuno intermitente, dieta cetogénica y mediterránea (Freepik) Un nuevo ensayo clínico sugiere que el ayuno intermitente no sólo sería eficaz para perder peso, sino que podría tener un impacto positivo en el cerebro. Científicos del Instituto de Investigación Biomédica de Málaga (IBIMA Plataforma BIONAND), en España, observaron mejoras cognitivas en personas con obesidad tras seguir un esquema de ayuno en días alternos (ADA) durante tres meses. Los resultados, publicados en la revista Gut, mostraron cambios en la microbiota intestinal, reducción de marcadores inflamatorios y efectos favorables sobre funciones como la memoria, la atención sostenida y el control ejecutivo. Sin embargo, especialistas consultadas por Infobae coincidieron en que se trata de un estudio preliminar, con una duración limitada y una muestra reducida, que no permite extrapolar los resultados ni convertir este patrón alimentario en una recomendación general para la población. Qué evaluó el nuevo estudio sobre ayuno y cerebro El grupo que realizó ayuno intermitente mostró mejores resultados en memoria de trabajo, velocidad de procesamiento y control ejecutivo (Pexels) La investigación incluyó a 96 adultos con obesidad, divididos aleatoriamente en tres grupos: uno recibió una dieta mediterránea hipocalórica, otro una dieta cetogénica, y el tercero realizó ayuno intermitente en días alternos. Este último consistió en alternar jornadas de alimentación habitual con días de restricción calórica severa. Durante las 12 semanas que duró el ensayo, los participantes fueron sometidos a pruebas neuropsicológicas, análisis de microbiota intestinal, evaluación de marcadores inflamatorios en sangre y estudios de laboratorio con células microgliales derivadas de su sangre. Los investigadores también trasplantaron la microbiota de los participantes a ratones, para ver cómo influía en el cerebro y en la respuesta inflamatoria. Resultados del ensayo clínico y hallazgos clave Todos los grupos redujeron peso en un 7 %, pero solo el grupo ADA mostró beneficios cognitivos relevantes al finalizar las 12 semanas (Imagen Ilustrativa Infobae) Aunque los tres grupos lograron una pérdida de peso similar (alrededor del 7% del peso corporal), los mayores beneficios cognitivos se registraron en el grupo que practicó el ayuno intermitente. En particular, mostraron una mejora superior en pruebas de memoria de trabajo, velocidad de procesamiento y control ejecutivo. Además, el grupo ADA experimentó una reducción significativa de marcadores proinflamatorios, como la ferritina y la proteína MCP-1, así como una profunda remodelación de su microbiota intestinal. Aumentaron los microorganismos productores de butirato, un ácido graso de cadena corta con efectos antiinflamatorios y neuroprotectores, y disminuyeron aquellos vinculados con neurotoxicidad y procesos inflamatorios crónicos. “Este estudio muestra de forma clara que el ayuno intermitente puede mejorar las capacidades neurocognitivas de los sujetos que lo practican”, afirmó Francisco J. Tinahones, colíder del trabajo, en diálogo con ABC. “Uno de los hallazgos más relevantes es que el ayuno intermitente mejora el rendimiento cerebral, lo cual, desde una perspectiva evolutiva, tiene sentido”, agregó. Y explicó: “Es lógico pensar que, en épocas de escasez de alimento, el ser humano debía estar más alerta y con mayor agudeza mental para poder buscar comida. Si tras un período de ayuno nuestro cerebro se adormeciera o redujera su rendimiento, probablemente como especie no habríamos sobrevivido”. Los experimentos en ratones reforzaron la hipótesis: los animales que recibieron microbiota de los participantes del grupo ADA mostraron una mejor función inmunitaria cerebral, con activación de microglía en modo “limpieza” y una reducción de la neuroinflamación relacionada con la obesidad. “El ayuno genera señales químicas desde el intestino que actúan directamente sobre el sistema inmune cerebral”, explicó la codirectora del estudio, Virginia Mela. Y completó Isabel Moreno-Indias, también firmante del trabajo: “Y lo hace de forma accesible, sin suplementos, fármacos ni alimentos exóticos”. Cuál es alcance real del estudio Marianela Aguirre Ackermann sostuvo que el estudio “es pequeño, de corta duración y no permite extrapolar los resultados” (Imagen Ilustrativa Infobae) Pese al entusiasmo generado por estos resultados, especialistas consultadas por Infobae advirtieron que el estudio tiene limitaciones importantes y que los hallazgos no deben tomarse como una base suficiente para formular recomendaciones sanitarias. “La verdad es que son estudios absolutamente preliminares en donde hacen inferencias a largo plazo, cuando estudiaron solo tres meses”, planteó la médica especialista en Nutrición, Mónica Katz (MN 60164), directora del Centro Dra Katz y de la diplomatura de Obesidad en Universidad Favaloro y miembro de la Comisión Directiva de la SAN. En su opinión, “siguen intentando imponer una moda y lo que no miran es todo el resto que hace el ayuno”. Katz advirtió que en la práctica clínica, muchas personas que realizan ayuno intermitente “terminan comiendo todo en el peor horario, que es la noche, y se van a acostar”. Ese comportamiento, indicó, puede generar compensación alimentaria desordenada: “Compensan lo que no comieron en el día con ese período ventana en el que pueden comer y la mayoría muestra, al contrario, desinhibición de comportamiento, salvo personas con rasgos obsesivos importantes”. Según Katz, lo recomendable es “comer regularmente según la cultura alimentaria de cada persona, sin imponer modas pasajeras” Por su parte, la médica especialista en Medicina Interna y Nutrición, magister en diabetes e integrante del Grupo de Obesidad de la Sociedad Argentina de Nutrición (SAN), Marianela Aguirre Ackermann (MN 151.867) coincidió en señalar que se trata de una intervención limitada. “Este estudio lo que muestra es que el ayuno intermitente produjo mejoras cognitivas en personas con obesidad y lo que se asoció a esa mejora fue cambios en la microbiota y una reducción en la inflamación”, sostuvo. Pero aclaró que el hallazgo “hay que ponerlo en contexto”. En primer lugar, señaló que “es un estudio pequeño, son 96 personas divididas en tres grupos, entonces esto ya reduce la potencia estadística”. También subrayó que no todos los resultados fueron contundentes: “Si bien se observaron tendencias y hubo algunas diferencias estadísticamente significativas en algunas pruebas cognitivas, no todos los cambios fueron importantes o contundentes, y los mecanismos —según refleja el estudio— siguen en estudio”. Asimismo, Katz relativizó los resultados en términos de peso: “Los tres grupos del estudio perdieron alrededor del 7% de peso, con lo cual podría decirse que la mejor opción es comer regularmente como tu cultura lo diga. Si sos belga o japonés, tres veces al día; si sos español o argentino, cuatro”. Y concluyó: “Esto no es evidencia para transformarlo en una recomendación sanitaria. El ayuno fijo, en donde un día entero no se come o se come solo después de las 19 horas, realmente no tiene evidencia de beneficios a mediano y largo plazo en salud”. Katz advirtió que muchas personas que hacen ayuno intermitente compensan lo no ingerido durante el día comiendo de noche (Freepik) Aguirre Ackermann agregó que, si bien el estudio menciona una buena adherencia al patrón ADA, “eso no significa que sea fácil de sostener para todos”. Y enfatizó que “los estilos rígidos o extremos de alimentación no suelen ser sostenibles”. Desde su perspectiva, el aporte valioso del trabajo está en que “suma evidencia sobre la conexión que ya se conocía entre intestino, microbiota y cerebro, es decir, el eje intestino-cerebro”, pero insistió en que “no da respuestas definitivas”. “La ciencia va hacia la medicina de precisión, hacia la personalización”, subrayó. “Entonces, lo importante es entender que el ayuno intermitente puede ser útil en algunos casos, pero no es para todos”. En esa línea, destacó: “Los planes rígidos no enseñan a elegir, y lo que importa es diseñar un plan que pueda sostenerse en el tiempo, porque eso es lo que funciona. Un plan adaptado a cada persona, a sus necesidades, sus objetivos, sus horarios, sus emociones, sus hábitos, su historia”. ¿Puede el ayuno ser una herramienta útil? Lo que se sabe hasta ahora La investigación fue publicada en Gut y desarrollada por el Instituto de Investigación Biomédica de Málaga (Freepik) Desde el punto de vista científico, el estudio contribuye a consolidar el vínculo entre la microbiota intestinal, la inflamación sistémica y la función cognitiva en personas con obesidad. Según los autores, estos hallazgos cambian el paradigma sobre el impacto de los patrones alimentarios: “Dos dietas pueden lograr la misma pérdida de peso, pero con efectos muy diferentes sobre el cerebro”, sostuvo Tinahones. No obstante, el propio equipo reconoce: “Todavía estamos en una etapa temprana para hacer recomendaciones dietéticas personalizadas basadas en la microbiota individual”. Y destacan que se requieren estudios más amplios y prolongados para confirmar los beneficios neurológicos observados. Qué patrones alimentarios se consideran sostenibles “Los planes rígidos no enseñan a elegir. El mejor plan es el que se adapta a la vida de cada persona”, indicó Aguirre Ackermann (Canva) Las especialistas consultadas por Infobae coincidieron en que los planes más efectivos son aquellos que pueden sostenerse a largo plazo, sin rigidez ni modas pasajeras. Para Katz, “la mejor opción es comer regularmente, de acuerdo con la cultura alimentaria de cada uno”. En tanto que Aguirre Ackermann advirtió sobre el peligro de generalizar: “Hay un montón de gente que necesita desayunar a la mañana, y generalizar hace que muchas veces la gente intente entrar dentro de un corsé”. Y concluyó: “La clave es personalizar el tratamiento. Centrarnos en la persona y en sus objetivos”.

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