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» Primerochaco
Fecha: 06/07/2025 20:01
Un estudio publicado en Nature presentó el primer genoma completo de un individuo del Antiguo Egipto, revelando que sus ancestros incluían poblaciones provenientes de Mesopotamia. El hallazgo proporciona una nueva perspectiva sobre los orígenes genéticos de una de las civilizaciones más influyentes de la historia. El individuo, conocido como el «hombre de Nuwayrat», vivió entre hace 4.500 y 4.800 años, en los albores del Antiguo Egipto, cuando se construyó la pirámide escalonada de Saqqara. Sus restos fueron hallados en 1902 en una tumba en Nuwayrat, al sur de El Cairo, durante una excavación dirigida por el arqueólogo británico John Garstang. Actualmente, los restos se conservan en el World Museum de Liverpool. Los análisis genéticos, liderados por el Instituto Francis Crick de Londres y la Universidad John Moores de Liverpool, indican que el 20% de su ADN proviene de Mesopotamia (actual Irak y Siria), mientras que el 80% restante es de origen norteafricano. No se hallaron trazas recientes de ascendencia subsahariana. Esto sugiere que hubo flujos migratorios desde Mesopotamia hacia el valle del Nilo durante el período de formación del estado egipcio. Una vida dura en los inicios de Egipto El análisis de los restos revela que el hombre tenía unos 60 años al morir, una edad avanzada para su época. Medía 1,60 metros y sufría artrosis, con un notable desgaste en las articulaciones y dientes. El estudio postula que pudo haber sido alfarero, ya que su esqueleto muestra signos de haber pasado muchas horas sentado en una posición típica del trabajo con torno —una tecnología originaria de Mesopotamia que llegó a Egipto hacia esa época. Fue enterrado en una gran urna de cerámica, en una ladera seca y rocosa que ayudó a conservar su ADN en buen estado. A diferencia de las momias, cuyos tejidos suelen estar demasiado degradados por el calor y los métodos de embalsamamiento, los restos de Nuwayrat permitieron recuperar un genoma completo, algo inédito para este período de la historia egipcia. Pirámide de Sakkara, contemporánea del individuo analizado. Contacto más allá del comercio La evidencia genética confirma que los contactos entre Egipto y Mesopotamia en el tercer milenio antes de Cristo no se limitaron al comercio o la cultura, sino que incluyeron movimientos de población. Adeline Morez, investigadora principal del estudio, explicó que esta mezcla genética probablemente comenzó unos 5.000 años antes de la vida del individuo estudiado y se extendió durante siglos o milenios. Aunque se trata solo de un caso, el hallazgo refuerza la hipótesis de que Egipto no se desarrolló en aislamiento, sino que fue parte de una red de intercambio más amplia con Mesopotamia y el Levante mediterráneo (regiones actuales de Israel, Líbano, Siria, Jordania y Turquía). Egipto adoptó tempranamente tecnologías del Neolítico, como la agricultura, la cerámica y la escritura, todas originadas en Oriente Próximo. Implicancias futuras Hasta ahora, solo se habían obtenido secuencias parciales de tres individuos del Antiguo Egipto, todos pertenecientes a la fase final de esa civilización. Este primer genoma completo, en cambio, proviene del comienzo del Egipto faraónico, lo que representa un gran avance para la genética histórica. Los investigadores advierten que se necesita analizar más genomas para obtener un panorama amplio y representativo de la población egipcia antigua. No obstante, este descubrimiento sienta un precedente clave y demuestra cómo la genética puede contribuir a resolver antiguos enigmas sobre los orígenes de las grandes civilizaciones.
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