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Colon » El Entre Rios
Fecha: 06/07/2025 11:30
Atención Esta imágen puede herir su sensibilidad Ver foto Compartir imágen Un año atrás, desde una tarde de verano de la Madrid que empezaba a habitar, Agustín della Corte, joven actor oriundo de Paysandú, la ciudad uruguaya vecina a Colón, le decía al diario El País: “El futuro es mañana. Hoy mi horizonte no va más que hasta fin de año”. Acababan de elegirlo como protagonista de Olympo, la serie española a la que Netflix le apostaba todas sus fichas. El mundo apenas lo tenía en el radar por su actuación en La sociedad de la nieve (2023), donde fue Antonio Vizintín, y él empezaba los entrenamientos para el proyecto que iba a ponerlo, quizás, en todos lados.Ahora, que es otro julio, y otra tarde de infierno en Madrid y que la vida tiene aspecto de ser tan distinta —tan expuesta—, Agustín della Corte se ve igual. Apenas unos milímetros de barba, un signo de cansancio —las ojeras un poco más acentuadas—; un instante de cautela antes de dar ciertas respuestas lo diferencian de la videollamada anterior.“Mi vida cambia todos los días. Estoy tan abierto al cambio que eso hace que la esencia más pura se mantenga”, dice.Y sin embargo.Estrenada el 20 de junio de 2025 a nivel global, Olympo lleva dos semanas entre las 10 series más vistas de Netflix en el mundo. Es la historia de un grupo de atletas en un centro de alto rendimiento, ante la constante pregunta de hasta dónde son capaces de ir para llegar más alto.En ese esquema, Della Corte es Roque Pérez, capitán del equipo de rugby y gay en un ambiente de homofobia. Es probablemente el personaje más interesante de la serie.Su cara lleva semanas en rankings, virales, tapas de revista, campañas publicitarias y programas de televisión del prime time español. Nada de eso lo corre del eje. “Hay una construcción para que de afuera crean que hay algo muy místico, mágico o distinto ahí. Y en realidad pasás por la alfombra roja, te sacás la foto y te sentás a comer una pizza con el de al lado. Hay un detrás de escena en todo eso”, dice. “Y mi detrás de escena sigue siendo el mismo. Me levanto, me hago un café, riego las plantitas...”.Eligió instalarse en Madrid un poco por Olympo, otro poco para estar cerca de donde pasan las cosas. Llenó su apartamento de plantas incluso antes de tener cama. Y ahora entiende: entiende que trabajar de actor no es estar filmando todo el tiempo, que trabajar de actor también es ver series y películas, observar a sus colegas, entrenar el cuerpo, entrenar el espíritu, estar listo para cuando la oportunidad llegue.Porque en el caso de Agustín della Corte, desde el día en que se presentó a un casting de La sociedad de la nieve, la oportunidad siempre llegó.De su presente —de su futuro puede decir poco: este año filmará una película en América Latina y espera por la confirmación de la temporada 2 de Olympo—, parte de su charla con El País.—Se hizo bastante largo, fue muy exigente y desgastante, y por ahí no se me pasó tan rápido. Lo disfruté un montón y lo viví cada día con mucha intensidad porque al final era muchísimo lo que teníamos que grabar. Habré filmado casi todos los días de rodaje, entonces tuve que poner mucho de mí.—Sí, empecé los primeros castings en febrero de 2024 y desde ese momento tuve la cabeza en Olympo, hasta ahora. Y soy un obsesivo de querer hacer las cosas bien. Todavía no había experimentado interpretar a un personaje tan protagonista y con tanta trascendencia en la historia. Fue tremendo desafío, y con ese compromiso que estaba asumiendo vino esa gran carga de dedicarle el 100 % de mi tiempo y energía. Fue como un entrenamiento increíble, porque lo que aprendés en un día en un set no te lo enseña ninguna otra cosa. Rodando tele tenés menos chances de hacerlo bien. En ese sentido, te exige estar más despierto.—Sí. Creo que todos alguna vez hemos sentido que tenemos que ser de otra forma o dejar de mostrar una parte de nosotros para encajar en cierto lugar. Pensaba mucho en eso cuando pensaba en Roque: ¿en qué momentos de mi vida sentí que no debía mostrar una parte mía para encajar o pasar desapercibido? En mi experiencia en el deporte, he notado momentos en los que se ponen en juego discriminaciones o comentarios de cualquier carácter, no solo homofóbicos. Por suerte en mis círculos íntimos nunca lo vi, ni en mi club ni en la selección uruguaya, y en Uruguay, además, somos muy abiertos en ese sentido. Pero cuando viajás y jugás internacionalmente, si estás atento, podés identificar que todavía hay algo en lo que no estamos tan avanzados. Creo que si miramos un poco para adentro podríamos dar un pasito más.—Todos los actores queremos que la gente mire la serie y vea un poquito más allá de la superficie. A mí lo que más me interesa de trabajar de esto es que los papeles tengan un mensaje para dar, que comuniquen algo más allá de lo explícitamente visual o el entretenimiento. Y eso lo traslado a mí como persona. Intento analizarme mucho, analizar el trabajo que voy haciendo y lo que voy aprendiendo y qué tengo para decir de todo eso.—Y ahora el futuro… Yo qué sé (se ríe). Me vine a España porque hay mucho volumen de producción y realmente es una industria en la que me gustaría desarrollarme. Voy aprendiendo que en los períodos en los que un actor no trabaja, el trabajo te lo tenés que crear vos. Hay que tener mucha suerte para lograr mucha continuidad, pero yo creo que trabajo todos los días para mejorar como actor, para seguir siendo actor. Después llegará un proyecto en el que te contraten y te paguen, pero mientras hay que seguir, porque eso va a hacer que cuando llegue la oportunidad, la puedas exprimir al máximo.—Mi vida cambia todo el día. Estoy tan abierto al cambio que al final eso hace que la esencia más pura de vos mismo se mantenga. Siento que hay algo muy, muy adentro mío con lo que estoy bastante conectado, y que si sos tan consciente de lo que realmente sos como persona, sabés que por más de que te cambie la vida, eso no cambia. Yo me siento muy conectado con lo que realmente quiero de la vida, y eso no ha cambiado. Cambian las circunstancias, conozco mucha gente, hago cosas que antes no hacía o lo que sea y cambia todo alrededor, pero tengo muy separado lo de afuera de lo de adentro. Sigo siendo el mismo.
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