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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 03/07/2025 12:39
La actividad industrial se encuentra 10 puntos porcentuales por debajo del primer semestre de 2023, aseguran en la UIA (Colombia). EFE/Christian Escobar La actividad manufacturera enfrenta una etapa crítica, marcada por la caída de la demanda interna, el avance de las importaciones y los ajustes de costos de las empresas que presionan sobre el empleo. Diversos sectores industriales advierten, cada vez con mayor frecuencia, por despidos crecientes, suspensiones y cierres de turnos en un escenario de consumo debilitado y márgenes cada vez más reducidos. En la UIA remarcan que la producción se encuentra cerca de 10 puntos por debajo del nivel del primer semestre de 2023, un período que ya mostraba signos de fragilidad, y que tras perder poco más de 35.000 empleos formales desde agosto de 2023, ese número podría alcanzar a 60.000 hacia fines de 2025. Representantes del sector describen un panorama de ventas deprimidas, costos en alza y mayor competencia de productos importados, que ganan participación en las góndolas y limitan la capacidad de recuperación de la producción local. En el último tiempo, se consolidó una dinámica de ajuste en las plantillas. Las fábricas avanzaron en cancelación de horas extras, cierre de turnos y reducción de personal efectivo. En algunos sectores, como el textil e indumentaria, la caída de la actividad impactó de forma directa en el nivel de empleo registrado. Entre diciembre de 2023 y marzo de este año se perdieron más de 10.600 empleos formales en ese segmento, según datos de la Fundación Pro Tejer. Y aunque aún no hay datos oficiales de la cartera laboral, en el sector estiman que la pérdida de puestos de trabajo continuó en abril y mayo. En marzo, la pérdida total de empleo industrial formal fue de 4.000, cifra que significó un crecimiento importante respecto del dato de febrero, que había sido de 1.500 desvinculaciones. Y aunque todavía no fue publicado el número de abril -viene con rezago-, en la UIA estiman que la tendencia continuó en función de los datos que reveló la encuesta publicada a mediados de junio y los comentarios de los distintos sectores manufactureros. De todas maneras, la actividad industrial en abril creció respecto de marzo 2,2%, según el Indec, lo que podría anticipar un número no tan negativo en materia de pérdida de empleo, consignó el economista especializado en empleo, Matías Maito, de la Universidad Nacional de San Martín (Unsam). Dentro de los sectores más afectados se encuentra el textil, indumentaria y calzado. De hecho, una encuesta reciente de Pro Tejer reveló que el 72% de las empresas implementó medidas que afectaron el nivel de ocupación durante el primer trimestre del año. El 50% canceló horas extras, el 34% cerró turnos y el 32% realizó despidos. A comienzos de 2024, solo el 20% de las compañías había empezado a ajustar personal, pero hacia marzo de 2025 seis de cada diez firmas redujeron su dotación de trabajadores. Luciano Galfione, presidente de la entidad, explicó en declaraciones recientes que la confección constituye el eslabón más vulnerable de la cadena. Señaló que se trata de un segmento caracterizado por alta informalidad laboral, menor escala y productividad relativa más baja, lo que lo vuelve más sensible ante la caída del consumo y el aumento de los costos. También advirtió que el deterioro se manifiesta de forma generalizada y afecta a todos los eslabones de la cadena de valor, desde la producción de fibras hasta la comercialización, con especial impacto en pequeñas y medianas empresas. Por su parte, desde la Asociación de Industriales Metalúrgicos de la República Argentina (Adimra) enfatizaron que de acuerdo a los relevamientos mensuales que realiza el Centro de Estudios Económicos, la pérdida de empleo en el sector es de “aproximadamente 15.000 trabajadores en el último año y medio aproximadamente”. “Hacia adelante vamos a depender de las medidas que se tomen. Cuando se hace política industrial, de alguna manera se cuidan esos puestos de trabajo. Ahora, cuando esto no se hace, quedan desprovistos y pasa lo que está sucediendo. Lo que nosotros decimos es que el futuro es incierto, porque va a depender de las medidas que se tomen o de las que no se tomen, y creo que ahí está la clave”, remarcó el titular de Adimra, Elio del Re. Impacto de las importaciones En el plano general, referentes fabriles mencionaron la preocupación por la presión fiscal y los costos laborales. Afirman que el costo argentino limita la competitividad frente a la oferta importada, mientras las ventas locales siguen retraídas. Empresarios advirtieron que las importaciones de bienes de consumo y bienes de capital crecieron en los últimos meses, desplazando producción nacional en varias categorías de demanda. Empresarios advierten que las importaciones avanzan sobre un mercado interno debilitado EFE/ Cristina Terceiro Dirigentes de la UIA señalaron que el empleo fabril suele ser más inelástico ante la demanda, por lo que se sostiene más tiempo cuando se reduce la actividad. Sin embargo, la continuidad de la recesión empezó a reflejarse en despidos y suspensiones. En recientes declaraciones radiales, el presidente de la UIA, Martín Rappallini, sostuvo que si se mantenía la dinámica actual, la industria podría perder entre 60.000 y 70.000 puestos de trabajo en todo el año. Señaló que desde 2023 ya se habían perdido 39.000 empleos industriales formales y subrayó que el sector seguía la evolución con mucha preocupación. Rappallini describió un escenario de fuerte contraste entre rubros. Comentó que la industria automotriz mostró signos de recuperación, pero otros segmentos vinculados a la construcción, el calzado, la metalmecánica y el textil continuaron con retrocesos marcados. Consultado por la situación general, explicó que la economía atravesaba un proceso de normalización, tras años de expansión sostenida por gasto público y emisión monetaria. Dijo que la transición implicaba una readaptación a niveles de consumo reales, lo que generaba un ajuste complejo para las empresas. A su vez, otro alto directivo de la central fabril explicó que todas las empresas están “trabajando en la productividad”, renegociando contratos y reorganizando estructuras para adaptarse a la nueva realidad.
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