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  • El impacto de la inteligencia artificial en el mercado laboral

    » Comercio y Justicia

    Fecha: 02/07/2025 11:32

    Por Santiago Sain (*) La expansión de la inteligencia artificial está impactando en el mercado laboral. En un estudio reciente titulado “Generative AI and jobs: a refined global index of occupational exposure”, publicado el pasado 20 de mayo por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en colaboración con el instituto polaco NASK, se examinan alrededor de 30.000 tareas laborales individuales, ofreciendo un análisis detallado sobre la incidencia de la inteligencia artificial generativa en el empleo mundial. El estudio organiza su análisis a partir de una escala de cuatro niveles de exposición a la inteligencia artificial generativa, en la que se clasifican las tareas según su grado de automatización posible y la variabilidad. Esto va desde funciones altamente estructuradas y repetitivas, fácilmente asumibles por la IA, hasta actividades complejas que, por su carga cognitiva, emocional o creativa, resultan virtualmente imposibles de automatizar. A partir de este enfoque, estima que uno de cada cuatro empleos a nivel global podría verse afectado por la inteligencia artificial, aunque no necesariamente reemplazado. Esa proporción asciende a 34 % en países con infraestructura tecnológica más avanzada. El mayor impacto se concentra principalmente en tareas rutinarias y estructuradas, como las que predominan en funciones administrativas. En el nivel de máxima exposición coloca a las tareas rutinarias, mecánicas, con poca variabilidad. Son aquellas que pueden ser absorbidas casi por completo por sistemas de IA sin necesidad de intervención humana. La carga de datos, la digitalización de documentos, la transcripción de textos simples o el relleno de formularios son ejemplos típicos. Actividades previsibles, estructuradas y repetitivas que los algoritmos actuales ya procesan con notable eficacia. Un escalón más abajo el informe ubica tareas como redactar correos institucionales, generar reportes contables básicos, incluso la atención al cliente mediante chat o la traducción de textos estándar ya no requieren, en muchos casos, la intervención exclusiva de una persona. En un nivel de exposición intermedia aparecen funciones donde la IA puede asistir, pero difícilmente reemplazar por completo, por ejemplo, el análisis financiero preliminar, el diseño gráfico o la redacción de borradores. Aquí el criterio humano sigue siendo indispensable para interpretar contextos, tomar decisiones y revisar resultados. En una baja exposición, se agrupan tareas que exigen un mayor grado de juicio, la docencia universitaria, la mediación de conflictos, la consulta jurídica personalizada o la formulación de políticas públicas son algunos ejemplos. La IA puede servir solo como una herramienta de apoyo. Por fuera del esquema principal, el informe identifica también una categoría de exposición mínima, ingresan aquí entre otras tareas, la coordinación de equipos, la evaluación psicológica o el trabajo social de campo son prácticas que requieren sensibilidad y un fuerte componente humano. Si bien el informe no lo nombra, se puede inferir que hay un conjunto de tareas directamente sin exposición, estos son los trabajos manuales, físicos o vinculados al cuidado directo de las personas, la construcción, el mantenimiento técnico, las labores de peluquería y esteticistas, y todas aquellas tareas donde surja que lo presencial sea insustituible. También pone el foco en el género y muestra que muchas de las tareas más expuestas al reemplazo por la inteligencia artificial han sido asignadas históricamente a las mujeres en función de estereotipos de género que aún perduran en el mundo del trabajo, funciones administrativas, trabajos de oficina, atención al público, tareas de asistencia, entre otras. El informe deja en claro que la inteligencia artificial no reemplaza empleos en su totalidad, sino que transforma funciones dentro de cada ocupación. Automatiza tareas específicas, pero no sustituye capacidades humanas como el criterio, la empatía o la creatividad. Además destaca que la mayor exposición a la inteligencia artificial se registra en países de altos ingresos, como Estados Unidos, Canadá, Alemania, Japón y Corea del Sur, también ofrece datos relevantes para América Latina. Aunque no se detiene específicamente en el caso argentino, es posible inferir ciertos impactos. En Argentina, alrededor de 42% de la población ocupada trabaja en la informalidad. A ello se suman las fuertes desigualdades en el acceso a infraestructura digital a lo largo de nuestro país. Estas dos variables, combinadas, no impiden la expansión de la IA generativa, pero sí condicionan su alcance y moderan la intensidad de sus efectos más visibles en el mercado laboral argentino En nuestra legislación laboral, no tenemos normativa que regule la automatización de tareas, ni que garantice el derecho a la reconversión laboral o a la participación sindical en los procesos de transformación tecnológica. En Francia, la legislación exige transparencia algorítmica y garantiza instancias de negociación colectiva en procesos de automatización. También, la Unión Europea sancionó el reciente Reglamento de IA que establece niveles de riesgo y obligaciones específicas para proteger derechos fundamentales en contextos laborales automatizados. En este contexto se necesita una política pública integral que aborde el impacto de la inteligencia artificial en el trabajo desde una perspectiva inclusiva, protegiendo el empleo, respete el marco protectorio del derecho laboral y garantice condiciones dignas para todos los trabajadores. Esta cuarta revolución debe convertirse en una oportunidad para ampliar derechos, no para recortarlos. (*) Abogado. Especialista en derecho del trabajo

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