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Parana » InfoParana
Fecha: 01/07/2025 19:29
En diálogo con FM Litoral, el Dr. Carlos Berbara abordó con crudeza y profundidad los límites del sistema de salud mental, el abandono del Estado y los signos preocupantes que evidencian una crisis social que atraviesa a todos. La muerte de una persona en situación de calle en la plaza 1° de Mayo, en Paraná, conmocionó a la ciudad y volvió a instalar una pregunta incómoda: ¿cómo estamos abordando la salud mental en la Argentina? Desde lo estructural, lo profesional, lo político y también como sociedad. En un extenso y exquisito diálogo en el programa Palabras Cruzadas, el reconocido psiquiatra y exdirector de Salud Mental de Entre Ríos, Dr. Carlos Berbara, analizó el impacto social de la Ley Nacional de Salud Mental, la responsabilidad de los diferentes niveles del Estado, la hostilidad cotidiana como síntoma, y la urgencia de una mirada integral y humanizadora frente a la exclusión. “Lo que vivimos no es consecuencia de la pandemia: es el resultado de una estructura social cruel que desampara”, sentenció con claridad. El Estado ausente y el retroceso en derechos Berbara señaló que si bien la Ley Nacional de Salud Mental “garantiza el cuidado y promueve dispositivos alternativos a la lógica manicominal”, su implementación ha sido desfinanciada y desarticulada, especialmente desde el Estado nacional. “El Estado no sólo dejó de implementar la ley: desandó lo que ya habíamos ganado. Es un retiro obsceno”, afirmó. El psiquiatra explicó que los dispositivos necesarios —como hospitales de día, centros nocturnos, equipos interdisciplinarios permanentes— no se multiplicaron al ritmo de la demanda creciente. El resultado: más personas en calle, en situaciones de sufrimiento extremo y sin contención real. ¿Y la sociedad? Entre la hostilidad y la indiferencia Más allá de la responsabilidad institucional, Berbara también apuntó a un fenómeno más sutil pero profundamente preocupante: la naturalización de la hostilidad en las relaciones sociales. “Estamos generando una tipología de sociedad donde prima la discriminación por sobre la empatía, la violencia por sobre el respeto. Y eso se contagia”. Según Berbara, este clima generalizado de bronca y agresividad cotidiana —promovido muchas veces desde los discursos de poder— impacta incluso en quienes no tienen ninguna patología diagnosticada, pero que arrastran estrés, insatisfacción o frustraciones constantes. ¿Somos conscientes del deterioro? Una de las frases más potentes de la entrevista surgió cuando se le preguntó si la sociedad reconoce su propio malestar. Su respuesta fue contundente: “Es muy difícil que quien no se detiene a reflexionar advierta que está actuando de forma hostil. Y es aún más difícil cuando el entorno lo legitima”. El Dr. Berbara remarcó que no alcanza con ofrecer “un plato de comida y una ducha” a quienes están en la calle. Se requiere una política de integración real, donde salud, trabajo, contención emocional y dignidad estén garantizadas desde múltiples áreas del Estado. “El voluntariado hace mucho, pero no puede resolver lo crónico”, advirtió. ¿Y ahora qué? Al final del diálogo, se habló del famoso término “procrastinar” como síntoma contemporáneo. ¿Dejamos todo para después porque no podemos más? ¿Porque nos cuesta accionar? Según Berbara, sí. Pero no es sólo un problema individual. Es un reflejo de un sistema que ofrece falsas resoluciones, como leer un mensaje en WhatsApp y creer que el asunto está resuelto. “La tecnología vino a facilitarnos lo inmediato, pero también a desconectarnos del hacer real”, concluyó. “Visto de cerca, nadie es tan normal”. Y quizás ahí esté la clave: reconocer nuestra fragilidad como colectivo, y no dejar para mañana la reconstrucción de un tejido social que contenga, entienda y abrace a quienes más lo necesitan. Fuente: Palabras Cruzadas / FM Litoral
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