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» AgenciaFe
Fecha: 01/07/2025 00:25
No hacía falta explicar demasiado el porqué del rótulo “la peor semana” de los últimos tiempos en el Mundo Colón antes de jugar este lunes frío (en modo plan chino) contra Mitre de Santiago del Estero, a las siete de la tarde en el Cementerio de los Elefantes. La derrota frente a Nueva Chicago, en Mataderos, además de ser la tercera en fila de Yllana, ofició de acelerador en cuestiones que eran más que naturales: el reproche y la bronca de hinchas y socios por la mala campaña; la salida previsible del Director Deportivo y el Secretario Técnico, los dos en el mismo vuelo sin ticket de retorno; la imposibilidad de habilitar a Cristian García, refuerzo que el DT pide a gritos en campo como “5” de corte; la no llegada del quinto refuerzo (al cuarto lo despilfarraron pero está el cupo por Forneris); las banderas de protesta colgadas en la sede y el careo de los dirigentes con la gente para dar explicaciones en medio de la crisis. Menos mal que, desde los resultados ajenos, algo salió medianamente bien: Colón terminó la fecha anterior a ocho puntos del Reducido y jugaba su partido de cierre a la misma distancia; o sea con la ilusión de ganar por fin y achicar a cinco pensando en ese puesto octavo. La llegada del micro sabalero fue un anticipo del clima: si bien había efectivos policiales y estaba la motorizada, un grupo de hinchas los esperó con las mismas banderas de reclamo que habían colgado en la sede. Una, dirigida a todos; la otra, específica para el presidente sabalero: “Andate Godano”. Este trapo blanco, con letras negras, fue estratégicamente ubicado en la Platea Este, para que la TV de TyC Sports lo tomara y mostrara casi siempre que Colón pasaba la mitad de la cancha hacia el arco de la J.J.Paso. De entrada, ya sin nada de paciencia y con menos de cinco grados, bajó bien clarito el típico: “Si no juegan con nadie” (para abreviar toda la primera parte) en un Cementerio de los Elefantes que tenía los leales de siempre en sus trincheras pero con muchos lugares vacíos. Se animó Lago, para cambiar la onda, de tiro libre y la pelota se le fue arriba. Colón, con el habitual peaje liberado que regalan Talpone-Garrido en cada partido, quedó roto en el medio a los 8 minutos. Se fueron dos contra uno en tándem Rosales y Gallardo para los santiagueños y una volada irreprochable de Marcos Díaz evitó lo que hubiera significado 1.000 grados en las tribunas. Colón, entre el clima externo y las limitaciones internas, era un manojo de nervios: se escapaban los balones, se chocaban entre sí propios compañeros. Se animó Castro desde lejos y después el “9” la pifió desde cerca. Era poquito lo de Lago, casi nada de Jourdan y algo del “Grillo” con un par de buenos centros a la carrera. Con mucho menor peligro que la primera, volvió a responder muy bien Marcos Díaz en modo vóley para alejar un centro con trampa a favor de los amarillos de Mitre. Hasta que a los 43 minutos de esa primera parte hubo que anotar en los apuntes: ¿gol, polémica, expulsión, penal…?. No, en ese instante del primer tiempo, fue ensordecedor el “que se vayan todos, que no quede ni uno solo” que hizo temblar el Cementerio de los Elefantes. De ahí, al pitazo final del capítulo inicial y el coro de silbidos con el cual se metió rápidamente en la manga el equipo de Andrés Yllana, que después de un mes volvía a jugar de local ante su gente, con una victoria (CADU) y tres derrotas al hilo (Morón, Temperley, Chicago). Si bien la térmica marcaba muy pocos grados, la cancha era una caldera en las tribunas y en el césped. Volvieron si cambios y aparecieron las amarillas: primero para Negro en Colón y después para Alessandroni en la visita. Cuando comenzaba a crecer la sociedad de Lago con Taborda (había sacado un par de centros interesantes), Yllana mandó el cambio, lo sacó al Grillo y mandó a la cancha a Kevin Colli. En la primera que le quedó al casi debutante, no fue gol de Colón por poquito. Antes, Marcos Díaz volvió a rebotar un misil de Valdivia; después se lo perdió Gallardo de cabeza a las manos del “1” sabalero. Hasta que a los 28 minutos del complemento, Colón repitió uno de sus tantos pecados capitales: despejar hacia adentro (el otro es tocar de manera irritante hacia atrás), el rebote le quedó el “Kichu” Díaz que, con desvío en el trayecto, terminó en la red de Marcos Díaz, que esta vez había sido de lo mejor. Ahí, explotó todo. La mayoría de la gente con cánticos contra todos y apuntando a la Comisión Directiva; el sector más ruidoso, el de la barra brava, tumbó un portón, rompió el alambrado bajo y volaron cientos de proyectiles en la cabecera norte: ladrillos, palos y hasta botellas. Los bomberos intentaron frenar con agua helada y fue peor. “No se la agarren conmigo, vamos a terminar todos lastimados”, fue lo que dijo el juez Felipe Viola, mientras los referentes de Colón (con Gigliotti a la cabeza) le pedían tiempo y paciencia. Al toque, marcó el final. Una noche de junio de 2025, Colón volvió a los ‘80: deambulando en la “B”, sin rumbo, sin jugadores, sin técnico y sin conducción dirigencial. El partido con Mitre, en medio de una temporada que sólo genera la palabra vergüenza para la historia con Colón, será anécdota. La pregunta es saber cómo se sigue ahora de ahora en más. Porque una noche de junio de 2025, Colón de Santa Fe volvió a descender. El hincha genuino de Colón no se merece esta película ochentosa, en blanco y negro, como cuando Godano jugaba, que lo único que hace es atrasar, atrasar y atrasar al campeón ciudadano.
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