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  • Crisis en puerta: el campo fija condiciones para seguir produciendo

    Concordia » Diario el Sol

    Fecha: 30/06/2025 21:37

    La Comisión de Enlace de Entidades Agropecuarias —que agrupa a CONINAGRO, Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), Federación Agraria Argentina (FAA) y Sociedad Rural Argentina (SRA)— emitió un enérgico comunicado que representa mucho más que un simple reclamo sectorial. Con el título “Una Argentina sin retenciones”, las entidades agropecuarias pusieron sobre la mesa una advertencia directa: si el Gobierno no elimina los Derechos de Exportación y no garantiza previsibilidad, el campo podría retirarse del ciclo productivo. Lejos de eufemismos, la carta deja en claro que la presión fiscal actual es “asfixiante, inequitativa e injusta”, y que está socavando las bases del entramado agroindustrial que sostiene buena parte del empleo y la economía en el interior del país. “Este impuesto distorsivo, anacrónico y perjudicial ha hecho que nuestro país desaproveche inmejorables oportunidades de desarrollo federal”, sentenciaron. Ecos del conflicto de 2008 Aunque no lo mencionan explícitamente, el tono del comunicado remite de forma inevitable a la crisis del campo de 2008, cuando el enfrentamiento con el Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner por la Resolución 125 paralizó rutas, fracturó alianzas políticas y marcó un antes y un después en la historia reciente del país. Aquella vez, el rechazo a un sistema de retenciones móviles generó movilizaciones masivas, lockouts, escasez de alimentos en góndolas y una batalla legislativa que terminó con el "voto no positivo" del entonces vicepresidente Julio Cobos. El conflicto no solo frenó medidas fiscales del Gobierno, sino que también consolidó a la Mesa de Enlace como actor político nacional con capacidad de veto. Hoy, en un contexto económico más frágil aún, el agro vuelve a encender las alarmas. El impacto potencial de un retiro del campo Si el sector agropecuario decidiera replicar medidas de fuerza similares a las de 2008 —como el cese de comercialización o cortes de rutas— el impacto sería inmediato y profundo. No solo se resentiría el abastecimiento interno de alimentos y productos clave, sino que se verían afectadas las reservas del Banco Central, ya que el campo es responsable de más del 65% de las exportaciones argentinas. Además, una desaceleración o paralización del agro afectaría a las economías regionales, el empleo rural, la cadena de insumos, el transporte y la recaudación fiscal nacional y provincial. En un país con niveles de pobreza que superan el 50% en muchas zonas rurales, el efecto podría ser devastador. Reclamos concretos y advertencias veladas El documento advierte que ya no hay margen para medidas “discrecionales de corto alcance” y exige la construcción de una política agropecuaria de largo plazo, sin cambios repentinos ni cargas impositivas que destruyan la rentabilidad del productor. "El campo argentino necesita reglas claras, previsibilidad y una Argentina sin retenciones", concluye el texto, sin eufemismos. Si bien por ahora no se anunciaron medidas directas, el mensaje fue leído por analistas y actores políticos como una línea roja trazada por el campo. De no haber respuesta en las próximas semanas, podría darse un nuevo ciclo de tensión similar al de años pasados. Una pulseada que trasciende lo fiscal El conflicto actual no es solo económico: es político. El campo reclama previsibilidad, pero también representación, voz y reconocimiento. La relación con el poder central —marcada por años de enfrentamientos y promesas incumplidas— está nuevamente al borde de la ruptura. La pelota está ahora en la cancha del Gobierno. La historia reciente demuestra que subestimar al agro tiene consecuencias que pueden desestabilizar mucho más que el precio de la soja.

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