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    San Salvador » Noticiasyhechos

    Fecha: 30/06/2025 10:23

    José Amado El escándalo que surgió en torno al desvío de fondos destinados a los comedores escolares de Concordia es el primer cimbronazo de corrupción en un año y medio de la gestión de Rogelio Frigerio en el Gobierno provincial. Y explotó en uno de los lugares más sensibles en medio de una crisis social y alimentaria que, además, tiene a la localidad entrerriana en el podio nacional de pobreza infantil. Desde el Poder Ejecutivo señalan que se desplazó a la funcionaria sospechada cuando se recibió la denuncia y tras la investigación administrativa que corroboró el faltante de dinero. La exfuncionaria acusada, Silvina Murúa, afirma que hacía más de un año que venía denunciando lo que estaba pasando, aunque nunca renunció y encima un audio donde habla de fajos de billetes con un proveedor cómplice la dejó mal parada. En el entorno de los comedores, empleados contaron a ANÁLISIS que “desde arriba” frenaban los cambios ante las advertencias de Murúa, donde los cañones apuntan a su jefe político: el diputado provincial de Juntos por Entre Ríos, Marcelo López. Más allá de este caso, todos señalan que el robo en los comedores, desde el dinero hasta heladeras y utensilios, es algo habitual y descontrolado desde hace muchos años. El hecho que está bajo análisis es el desvío de 103.738.136 pesos en los meses de marzo y abril, según la auditoría interna realizada por la Dirección de Comedores. La maniobra que se sospecha es el presunto acuerdo ilícito con uno o dos proveedores (Iñaki Partarrié, propietario de Ahora Voy, y su padre Martín, de Partarrié Distribuciones SAS), a quienes les habrían pagado la mercadería que entregaban con sobreprecios, o falseando la cantidad de productos recibidos, y estos empresarios luego habrían retornado en efectivo el pago de sobornos. Es una hipótesis que aún ni siquiera llegó a la Justicia. Para entender este esquema y a los protagonistas, hay que retroceder un poco en el tiempo. En el actual Ministerio de Desarrollo Humano, a cargo de la arquitecta, docente y exintendenta de Gualeguay, Verónica Berisso, funciona la Dirección de Comedores, cuyo titular es Lautaro Lazzarini. Cada Departamento de la provincia tiene su Coordinación, encargada de garantizar el plan alimentario en cada establecimiento escolar. Antiguamente, desde el Ministerio que se denominaba de Desarrollo Social se enviaban a cada escuela bonos o cupones de compras. El tercer gobierno de Jorge Busti modificó el sistema, ya que se dirigían las compras para proveedores predeterminados. Entonces se resolvió girar el dinero directamente a cada establecimiento y que cada encargado compre los alimentos necesarios. Cada comedor recibe una tarjeta Sidecreer, donde se carga un monto de acuerdo a la cantidad de niños y niñas que asisten allí. Los responsables de estas tarjetas podían ser directores de escuelas, cocineros u otras personas que se desempeñen en los comedores. En el último tiempo se designó a personal que se dedicaba exclusivamente a la compra de mercadería y recibieron el nombre de tarjeteros. Así viene funcionando desde entonces: cada responsable debe rendir cuentas con remitos y facturas a la Coordinación de Comedores del Departamento. Si sobra plata, se puede utilizar para la carga de garrafas, la reparación de un horno o la compra de una heladera, por ejemplo. Esto es en la fría letra de un decreto. En la realidad, desde hace mucho tiempo, al menos en Concordia, esos recursos pasaron a ser un botín descontrolado. Claro que no era así en todas las escuelas: hay lugares donde nadie mete mano donde no corresponde y no se toca ni una cuchara. Pero en otros, lamentablemente no es así. (Más información en la edición gráfica de la revista ANALISIS, edición 1161, del día 26 de junio de 2025)

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