Contacto

×
  • +54 343 4178845

  • bcuadra@examedia.com.ar

  • Entre Ríos, Argentina

  • La misión que sorprendió a todos se convierte en sensación en tres bases argentinas

    Parana » Informe Digital

    Fecha: 29/06/2025 13:49

    EL CALAFATE, Santa Cruz.- En cualquier cocina argentina, es habitual encontrar hojas de rúcula sobre una pizza casera, brotes de lechuga baby o hierbas recién cortadas para añadir a un frasco de conservas; sin embargo, en la Antártida, estos productos frescos representan un lujo impensado. Actualmente, gracias a un proyecto llevado a cabo por un ingeniero apasionado, es posible cosechar todos esos alimentos en tres Bases Antárticas argentinas. “Jamás imaginé que podría hacer un aporte como ingeniero agrónomo en la Antártida”, confiesa Jorge Birgi. En 2015, recibió un e-mail en su oficina de la Estación Experimental Agropecuaria Santa Cruz del INTA que lo llevó a proponerse una misión que parecía casi imposible: cultivar verduras en la Antártida para reducir el consumo de enlatados entre militares y científicos. Así nació el desafío, desarrollando el prototipo del Módulo Antártico de Producción Hidropónica, MAPHI, y diez años después, en tres bases se producen verduras durante todo el año. Este proyecto es el resultado de la colaboración entre la EEA Santa Cruz del INTA, la Universidad Nacional de la Patagonia Austral, el Comando Conjunto Antártico (Cocoantar) y la Dirección Nacional del Antártico. También participa la EEA Mendoza del INTA, encargada de evaluar cada semilla que ingresa al continente blanco, un paso crucial ya que certifican la viabilidad de las semillas en la Antártida. Hoy en día, esta innovadora tecnología funciona en las bases Marambio, Esperanza y, recientemente, en Belgrano II. El proyecto en la Base Marambio, instalado en 2022Equipo técnico MAPHI, INTA. Hace diez años, aunque la tecnología hidropónica no estaba tan desarrollada, Birgi soñó con un modelo adaptado a la Antártida. Tras varios meses de investigación y pruebas, presentó un render virtual, sin tener claro cómo se aplicaría en la realidad. En 2018, el suboficial auxiliar César Araujo Prado, del Cocoantar, y Martín Díaz, de la Fuerza Aérea, se acercaron a su oficina tras leer la publicación del INTA sobre el sistema diseñado para las condiciones antárticas. Cinco días después, Birgi, originario de Tucumán y radicado en Río Gallegos, se encontraba abordando un Hércules con destino a Marambio, el primero de varios viajes que no había imaginado. “Quiero destacar la capacidad del INTA para articular estas iniciativas, lo que me permitió dedicar tiempo e investigación a un proyecto que parecía muy difícil de llevar a cabo”, subraya el ingeniero agrónomo, que también es docente investigador y dirige la cátedra de Frutihorticultura en la carrera de Ingeniería en Recursos Naturales Renovables de la Unidad Académica de Río Gallegos de la UNPA. Equipo del INTA partiendo de la Base Esperanza en la Antártida. “El primer módulo MAPHI 1 se instaló en la Base Marambio en 2022, dada su proximidad y facilidades logísticas. El MAPHI 2 estaba destinado a Esperanza y, debido al éxito del primero, fue más fácil de implementar, inaugurándose en 2023. Las consultas de otros países con bases en la Antártida nos permitieron dimensionar la importancia real de nuestro proyecto, fortaleciéndonos”, detalla Birgi, quien también posee una Maestría en Desarrollo de Zonas Áridas y Semiáridas en la Universidad de Santiago del Estero. “Para Esperanza, se transportó casi todo preensamblado en el Irizar, lo que facilitó el traslado de elementos de mayor tamaño. La parte estructural fue armada por César y un grupo del Comando”, explica. Acceder a la Base Esperanza requiere una logística considerable. Birgi voló en helicóptero desde Marambio en vertiginosos viajes que registró con su cámara. En 2024, se prevé iniciar la primera producción del MAPHI 3 en la Base Belgrano II, aunque el sistema aún no está completamente operativo. Estos módulos permiten cultivar lechuga, rúcula, lechuga morada y verde, hierbas aromáticas, cilantro, perejil, acelga, radicheta, albahaca y rabanitos, tanto en ciclo completo como microgreens, conocidos también como “verduras baby”, pequeños germinados de aproximadamente la altura de una mano que tienen un ciclo de 12 a 15 días, mientras que las plantas completas requieren 30 días. De este modo, combinan en función de las necesidades de cada base. Un plato con verduras cultivadas en la huerta hidropónica en el MAPHI de Base Esperanza, AntártidaEquipo Técnico MAPHI INTA Los germinados poseen un alto valor nutricional y su producción se adapta a las necesidades de cada base; en Belgrano II, por ejemplo, se prioriza la producción de perejil y cilantro para la elaboración de conservas. Birgi enfatiza que el objetivo principal “es mejorar la alimentación y generar un impacto psicológico positivo, buscando la autoproducción de alimentos frescos donde la logística es complicada”. Los módulos están diseñados para funcionar dentro de un contenedor marítimo. El MAPHI 1 tiene aproximadamente 6 metros de largo por 2 de ancho, mientras que el MAPHI 2 es más grande, alcanzando los 12 metros de longitud. “Se utilizan materiales disponibles y otros que deben transportarse; en el interior, hay dos estanterías de tres niveles”, describe Birgi. El agua y la solución nutritiva se alojan en tanques al ras del suelo. Producción de acelga en el MAPHI III de Base Belgrano II en la AntártidaEquipo técnico MAPHI INTA “En el primer nivel, sobre un panel de cuatro centímetros, se colocan bandejas germinadoras con plantines hasta que alcanzan una altura de 4 a 5 dedos, momento en el que se trasladan al siguiente nivel para continuar su crecimiento. El espacio se amplía considerablemente en el nivel superior”, expresó. El ingeniero monitorea diariamente desde su oficina en Río Gallegos el estado de cada módulo gracias a la información que recibe de manera remota. En el campus universitario de Río Gallegos hay también un prototipo del MAPHI, utilizado para la capacitación práctica presencial, que complementa la instrucción virtual. Recientemente se realizó un curso intensivo virtual titulado “Operador de sistema MAPHI”. Para la iluminación y el calor, se utilizan lámparas de sodio, dado que son económicas y de fácil obtención, permitiendo que la temperatura interior alcance cerca de 30 grados Celsius, incluso con temperaturas exteriores de -20 a -30 grados. El proyecto busca implementar luminarias y tecnologías que Argentina pueda financiar y conseguir fácilmente, reduciendo así el consumo y la dependencia logística. Producción de hortalizas dentro del MAPHI en Base Belgrano II, AntártidaEquipo técnico MAPHI INTA A los módulos solo puede acceder el personal asignado para proteger los cultivos, y permanecen cerrados para mantener la temperatura. En la Base Belgrano II, el diseño permite que el personal observe los cultivos desde el comedor a través de una ventana que lo comunica. Hoy, Birgi lidera un sueño que nunca imaginó: ayudar a que, en uno de los lugares más inhóspitos del planeta, se cosechen verduras para el consumo humano. Alcanzar este punto implica una gran logística, con el Comando Conjunto Antártico brindando apoyo logístico y personal para instalar y operar los módulos. Esto incluye los viajes en los Hércules y el Rompehielo Irizar. El INTA Santa Cruz desarrolló la tecnología de producción y realiza el seguimiento de los módulos. El área de Informática de la UNPA implementó un sistema de monitoreo remoto que permite controlar las condiciones de cada módulo. Asimismo, la EEA Mendoza del INTA es responsable del control fitosanitario de todas las semillas enviadas a la Antártida, y la Dirección Nacional del Antártico regula la actividad. El financiamiento de todo el operativo es conjunto entre todos los organismos nacionales. Si bien otros países cuentan con módulos de producción en la Antártida, sus objetivos pueden diferir. Por ejemplo, la estación alemana Neumayer tiene un sistema cuyo propósito es investigar la producción de vegetales en otros planetas. El enfoque argentino se centra en generar alimentos para las bases antárticas de la manera más eficiente posible, produciendo verduras sin afectar el entorno, al menor costo y con la mejor tecnología. “Este sistema no solo mejora la calidad de vida en las bases antárticas, sino que también prueba equipos, componentes y diseños en un entorno extremo. Esto abre camino a desarrollos tecnológicos aplicables a otras regiones con dificultades similares: suelos pobres, temperaturas extremas o estaciones de cultivo muy limitadas”, afirmaron desde el INTA Santa Cruz.

    Ver noticia original

    También te puede interesar

  • Examedia © 2024

    Desarrollado por