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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 29/06/2025 06:35
Javier Milei en Puerto Madero Es cierto que había que evitar el corte cotidiano de calles que molestaba al conjunto de la población como también lo es que su exceso y contrapartida se ha convertido en impedir cualquier modalidad de manifestación que exprese las necesidades de la sociedad. Una medida tenía una lógica clara, la otra constituye un extremo indeseable y violatorio de derechos constitucionales. Nadie duda tampoco de la sobreabundancia de empleados públicos porque si hay algo en que el kirchnerismo falló, fue en privilegiar el acomodo y el cargo por encima de la concepción del esfuerzo y la producción. Visión netamente no peronista, el peronismo no estaba integrado por empleados del Estado, sino por obreros industriales. Hay una absoluta perversión en el concepto de concentración económica que expresa ideológicamente este gobierno, cuando enfrenta al personal del Hospital Garrahan con la excusa de los llamados “ñoquis” y otras inconsistencias maliciosas. Está claro que a lo que se están refiriendo es a la salud pública, a la solidaridad, porque en el caso de que hubiera gente que cobrara sin trabajar, se los detectaría y expulsaría de movida. Milei sabe de echar gente con celeridad y en muchos casos cometiendo profundas injusticias. El ministro del área, dueño de empresas privadas de salud, me resulta un ser absolutamente despreciable, incapaz de dar la cara y de defender a los médicos de un hospital pediátrico estatal de renombre internacional. Con buenos modales se comporta, por su parte, el Jefe de Gabinete Guillermo Francos. Son los mismos buenos modales que le permitieron ser miembro de todos los gobiernos sin expresar ninguna coherencia ideológica. Y con Caputo, Sturzenegger y su equipo económico, la Argentina está en caída libre, solo sube la pobreza y el endeudamiento la acompaña en igual dirección. El Garrahan no es un límite, es tan solo la expresión de la desnudez de individuos degradados, perversos, de una lacra que no es casta, integrada por miserables personajes que plantean que la riqueza se puede construir exclusivamente sobre el dolor y la miseria ajenos. A estos personajes siniestros, esa situación no los incomoda ni perturba porque son dueños de una ideología que se lo perdona. Adoración del becerro de oro, eso era en la Biblia tal miseria humana, esos despreciables personajes son los que se imponen hoy como lo hicieron en tiempos de la Dictadura y de Menem. Con el mismo cinismo y la misma desvergüenza. Recordemos que Martínez de Hoz llevó la deuda de 6000 millones de dólares que le había dejado Isabel Perón a cerca de 50.000 millones con una base esencial que es la ley de entidades financieras de la cual nunca pudimos salir y que, en rigor, convertía a los bancos en esencia extranjera y a la renta bancaria en una estructura mucho más generosa y productiva que el esfuerzo de aquellas empresas y argentinos que se ocupaban del trabajo. Luego, vendrá la recuperación de la democracia, pero, ya debilitado, Alfonsín terminará por entregar antes de tiempo el poder al más nefasto de los presidentes constitucionales argentinos, Carlos Menem, quien va a convertir las grandes empresas nacionales (el gas, la luz, el agua, los aeropuertos y los bancos nacionales) en estructuras privatizadas, gestando una burguesía parasitaria incapaz e impotente para producir riqueza por su propio esfuerzo y talento. Hagamos memoria: en la privatización del ferrocarril, lo primero que van a regalar es la parte de cargas, la rentable, dejando en manos del Estado aquellos espacios que, como el transporte de pasajeros, daban pérdidas. Lo mismo harán paulatinamente con todas las otras áreas del Estado: privatizaron la recolección de basura sin despedir a los obreros, y quedó la ganancia para los privados y los gastos y el personal a cargo del Estado. Ahí nace esa nueva burguesía argentina, que después de la agrícola y la segunda, que será la industrial, es la tercera, la que tenemos hoy, la que podríamos llamar burguesía rentista o parasitaria, que Millei expresa y promueve en toda su dimensión improductiva. El debate de fondo es qué lleva a los humildes, a los empobrecidos, a los que hoy sufren de carencias que nunca antes habían debido soportar, a seguir apoyando al esclavista, al opresor. Es raro, psicológicamente no es la primera vez que se da, pero la pregunta de la relación entre esclavo y amo es demasiado antigua para no tener la infinidad de respuestas que van desde el psicoanálisis y la filosofía a la imposibilidad o inexistencia de otra salida. Nosotros no pudimos enfrentar a la extrema derecha con un movimiento patriótico y popular digno de ese nombre. La decadencia kirchnerista dejó a lo popular al desnudo, reducido a esta triste defensa de Cristina que, con razones o sin ellas, solo termina siendo un obstáculo para la reconstrucción de la alternativa nacional. Resulta llamativo cómo La Libertad Avanza desprecia a sus aliados, tan llamativo que en muchos lugares ni los obsecuentes del PRO lograrán un lugar digno de respeto. En una intendencia donde sobraban votos oficialistas, la inexistente Libertad Avanza le ofreció al intendente consolidado y firme el cuarto legislador. Son personajes menores, enfermos de soberbia y carentes de talento, una mala combinación que en el gobierno anterior se dio, pero en el actual adquiere las caricaturescas proporciones del exceso. Como todo lo que hace el mileísmo, es la deformación de las consignas. Es cierto que aparecen en el PRO algunos gestos dignos, como el del gobernador Ignacio Torres, que lo diferencian de los obedientes eternos. Quizá esa triste realidad permita demostrar que la dignidad se impone por encima de la cobardía del que asiente a todo y que es más trascendente, duradera y respetable. En cuanto al Kirchnerismo, soy de los que piensan que Massa es parte de la molestia que Cristina y sus seguidores de La Cámpora intentan ejercer para obstaculizar la vigencia Axel Kicillof como candidato. Resulta curioso también advertir cómo los políticos obsecuentes y los medios de comunicación arrastrados comienzan su discurso diciendo que la provincia de Buenos Aires está incendiada, que explota, sin asumir que se están refiriendo a los pobres que ellos mismos crearon y que en esa miseria y en esa pobreza, la delincuencia se ha instalado por encima de la rebeldía. Pero hay un punto de la delincuencia que muta en rebeldía. Entonces, algunos personajes menores, cuyos rostros están a las claras, pueden terminar teniendo que asumir que ese estallido de la provincia es simplemente el resultado de la impunidad y la perversión de los ricos y los poderosos sobre los necesitados. Lo complejo para el desarrollo de un sentimiento y una actitud patrióticos es que la decadencia de Cristina, Scioli, Boudou y Alberto Fernández nos deja en un estado de dificultad, no de indefensión. De dificultad frente al ataque del enemigo en su variante más perversa. Es un resultado lógico: la degradación del Movimiento Nacional generó el nacimiento de la derecha en su versión más cruel y desalmada. No es casual que la mayoría de los periodistas diga que el centro es un lugar inexistente, que no figura en las encuestas, porque los que las pagan jamás aceptarían que el centro es la cordura. La cordura es la patria y la patria es lo que el izquierdismo irracional, que ya es pasado, y el derechismo perverso, que es presente, jamás podrían aceptar. En ese centro reside la posibilidad de una salida democrática y pluralista de esta ignominia.
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