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» El litoral Corrientes
Fecha: 29/06/2025 03:55
Dicen (más o menos así) que “el ser humano es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra”. Nadie puede negar la vigencia y alcance del dicho; basta con repasar los índices de los libros de historia universal para encontrarnos con los mismos enfrentamientos a golpe de piedra, hacha, flecha o misil. Cada afirmación de la barbarie no hace más que enfrentarnos, una y otra vez y a lo largo de los siglos, ante el mismo espejo que nos devuelve la misma imagen sangrienta de la iniquidad que, en otros tiempos, ignorábamos o nos enterábamos tarde… para no expiar culpas; a diferencia de hoy en día que lo vemos en vivo y en directo, o en un reel de Tik Tok, como si de un video juego se tratara. No es novedad que el actual fascismo creciente a nivel mundial nos recuerda un poco (o mucho) a los años treinta, esos que desataron la Segunda Guerra mundial: horror, horror más horror. A finales del siglo XVIII y comienzo del XIX el incombustible poeta alemán Federich Hölderlin, intuyó los cambios que se avecinaban en la cultura occidental, esa decadencia señalada y criticada ochenta años después por Nietzsche que declaraba la muerte de dios y proponía ideas de un camino de superación a través de su Zaratustra. Hölderlin, en una de sus Grandes elegías titulada Pan y vino se preguntaba, entre otras cosas: “¿para qué poetas en tiempos de penuria?” haciendo hincapié en que el ser humano había roto el lazo con los dioses; había profanado completamente el espacio de lo sagrado. Y en esa pregunta no apuntaba a la inutilidad de los poetas para cantar la desgracia sino más bien la necesidad de afrontar una voz para recuperar la luz y tinieblas de los dioses; tal como afirmaba Martin Heidegger en su ensayo sobre el asunto: “Ser poeta en un tiempo de penuria significa: cantando, prestar atención al rastro de los dioses huidos” (…) “Es necesario mirar hacia el abismo donde se encuentran los dioses, escribe Hölderlin en su himno Los Titanes a cerca de la ‘omnipotencia’ de tal abismo, y él, el poeta, ha de observar ese abismo antes que los otros mortales”. Nuestros poetas del tango compusieron letras en los años treinta que señalaban una crisis ética y material del ser humano que bien se veía como una realidad-verdad universal, a pesar de haber sido concebidas desde una situación concreta de Argentina, me refiero principalmente a: Al mundo le falta un tornillo (Enrique Cadícamo, 1932) y la celebérrima Cambalache (Enrique Santos Discépolo, 1934). Pocos años después, en 1939, Hitler invadiría Polonia, lo que iniciará la Segunda Guerra Mundial. En estos tiempos, más que nunca: poesía, y más poesía. Recodamos a Baudelaire: la poesía es la negación de toda iniquidad. Muestrario mínimo Al mundo le falta un tornillo Todo el mundo está en la estufa Triste, amargao y sin garufa Melancólico y cortado Se acabaron los robustos Si hasta yo, que daba gusto ¡cuatro kilos he bajado! Hoy no hay guita ni de asalto Y el puchero está tan alto Que hay que usar el trampolín Si habrá crisis, bronca y hambre Que el que compra diez de fiambre Hoy se morfa hasta el piolín Hoy se vive de prepo Y se duerme apurado Y la chiva hasta a Cristo Se la han afeitao Hoy se lleva a empeñar Al amigo más fiel Nadie invita a morfar Todo el mundo en el riel Al mundo le falta un tornillo Que venga un mecánico Pa' ver si lo puede arreglar ¿Qué sucede?... ¡mama mía! Se cayó la estantería O San Pedro abrió el portón La creación anda a las piñas Y de pura arrebatiña Apoliya sin colchón El ladrón es hoy decente A la fuerza se ha hecho gente Va no encuentra a quién robar Y el honrao se ha vuelto chorro Porque en su fiebre de ahorro Él se "afana" por guardar Hoy se vive de prepo Y se duerme apurado Y la barba hasta a Cristo Se la han afeitao Hoy se lleva a empeñar Al amigo más fiel Nadie invita a morfar Todo el mundo en el riel Al mundo le falta un tornillo Que venga un mecánico A ver si lo puede arreglar Enrique Cadícamo Cambalache Que el mundo fue y será una porquería, ya lo sé En el quinientos diez, y en el dos mil también Que siempre ha habido chorros, maquiavelos y estafaos Contentos y amargaos, valores y dobles Pero que el siglo veinte es un despliegue De maldad insolente, ya no hay quien lo niegue Vivimos revolcaos en un merengue Y en el mismo lodo, todos manoseaos Hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor Ignorante, sabio o chorro, pretencioso o estafador Todo es igual, nada es mejor ¡Lo mismo un burro que un gran profesor! No hay aplazaos, qué va a haber, ni escalafón Los inmorales nos han igualao Si uno vive en la impostura Y otro afana en su ambición Da lo mismo que sea cura, colchonero, rey de bastos Caradura o polizón Qué falta de respeto, qué atropello a la razón Cualquiera es un señor, cualquiera es un ladrón Mezclao con Toscanini, va Scarface y Napoleón Don Bosco Y "La Mignón", Carnera y San Martín Igual que en la vidriera irrespetuosa De los cambalaches se ha mezclao la vida Y herida por un sable sin remaches Ves llorar la Biblia junto a un calefón Siglo veinte, cambalache, problemático y febril El que no llora, no mama; y el que no afana, es un gil Dale nomá, dale que va Que allá en el horno se vamo a encontrar No pienses más, séntate a un lao Que a nadie importa si naciste honrao Si es lo mismo el que labura Noche y día como un buey Que el que vive de las minas, que el que mata, que el que cura O está fuera de la ley Enrique Santos Discépolo
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