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» Diario Cordoba
Fecha: 29/06/2025 01:34
La liturgia de la Iglesia celebra hoy la solemnidad de san Pedro y san Pablo, los dos pilares en que se fundamenta la predicación del Evangelio y el cristianismo. Al mirar sus vidas, puede surgir una objeción: ambos fueron testigos pero no siempre ejemplares: ¡eran pecadores! Pedro negó a Jesús y Pablo persiguió a los cristianos. La triple respuesta de Pedro a las preguntas de Jesús, «me amas», «me quieres», «me amas más que éstos», puede ser un magnífico resumen de su vida. El «Señor, Tú sabes todo, Tú sabes que te amo» es una síntesis de la trayectoria de aquel pescador que se convirtió en roca de la nueva comunidad de creyentes; de aquel Simón que pasó a ser Pedro, piedra. En el corazón y en los ojos de Pedro había un sincero: «Señor, Tú sabes que te amo» desde que se sintió llamado por Jesús, desde que fue escogido como primero de los doce, cuando le confesó el primero como el Mesías, Hijo de Dios, cuando ante el abandono de otros discípulos dijo a su señor esas maravillosas palabras: «¿A dónde vamos a ir? Tú tienes palabras de vida eterna». En cambio, la trayectoria cristiana de Pablo arranca de aquel bendito momento en que «Aquel que me escogió desde el seno de mi madre y me llamó por su gracia se dignó revelar a su Hijo en mí». En la fiesta de Pedro y Pablo celebramos también el «Día del Papa», que este año estrena esplendorosamente León XIV, cuyo escudo eleva, sobre un fondo azul, color que evoca las alturas del cielo y se caracteriza por su valor mariano, un símbolo clásico en referencia a la Santísima Virgen María, el lirio «flos florum». En el otro campo, de color blanco, destaca el emblema de la Orden Agustina, un corazón ardiente atravesado por una flecha. Esta figura representa simbólicamente las palabras de san Agustín recogidas en el libro de las «Confesiones»: «Has herido mi corazón con tu amor». Se trata de un elemento que, desde el siglo XVI, estará siempre presente en el emblema de los agustinos, aunque con diferentes variantes, como la presencia del libro que simboliza la Palabra de Dios, capaz de transformar el corazón de todo ser humano como lo hizo con Agustín. El libro recuerda también las luminosas obras que el Doctor de la Gracia regaló a la Iglesia y a la humanidad. El lema, «In illo Unum» - «En el único Cristo somos uno»-, retoma las palabras que san Agustín pronunció en un sermón, para explicar que «aunque los cristianos somos muchos, en el único Cristo somos uno». El escudo está timbrado por una mitra de plata, adornada con tres bandas de oro unidas por un palo del mismo metal, con las ínfulas ondeando, forradas de rojo, adornadas con cruces y flecos de oro, y unidas a las llaves de san Pedro cruzadas y superpuestas, la banda de oro y la banda de plata, unidas por un cordón rojo. En su primer saludo, el papa León XIV nos ofreció el más hermoso destello divino: «Dios nos ama a todos incondicionalmente». Luego, en su primer discurso a los miembros del Cuerpo Diplomático, el 16 de mayo, subrayó con fuerza las «tres palabras claves que constituyen los pilares de la acción misionera de la Iglesia: Paz, justicia y verdad». Y en la homilía en la misa de inicio del Ministerio Petrino, nos dejó un encargo ineludible: «¡Esta es la hora del amor! La caridad de Dios, que nos hace hermanos entre nosotros, es el corazón del Evangelio. Nosotros queremos decirle al mundo, con humildad y alegría: ¡Miren a Cristo! ¡Acérquense a Él! ¡Acojan su Palabra que ilumina y consuela! Escuchen su propuesta de amor para formar su única familia: en el único Cristo nosotros somos uno». Con estas palabras del Papa como telón de fondo, miremos a Pedro y a Pablo. Pedro fue cercano a la sensibilidad judía y Pablo a la de los gentiles. Pedro apacentaba a todas las ovejas, mientras Pablo abría caminos, formulaba la fe de forma renovada e innovaba con su creatividad. Necesitamos hoy los dos espíritus de estos apóstoles en la vida de la Iglesia. Porque, como nos dijera el recordado y querido poeta cordobés Leopoldo de Luis, en uno de sus poemas más bellos: «Qué inmensamente solo está el que llora / en medio de la fría, oscura tierra». *Sacerdote y periodista
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