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» tn24
Fecha: 28/06/2025 15:02
Clark Olofsson, el asaltante sueco vinculado al origen del concepto psicológico conocido como «síndrome de Estocolmo», murió a los 78 años tras una prolongada enfermedad. La noticia fue confirmada por su familia al diario Dagens ETC. Con un pasado delictivo que abarcó más de cinco décadas, Olofsson pasó más de la mitad de su vida en prisión, condenado por delitos como robo a mano armada, tentativa de homicidio, tráfico de drogas y agresiones. El episodio que lo colocó en el centro de la atención mundial ocurrió en agosto de 1973, durante el llamado “drama de Norrmalmstorg”, cuando fue convocado por pedido de otro asaltante, Janne Olsson, quien había tomado como rehenes a cuatro empleados en un banco de Estocolmo. Olofsson, que cumplía una condena en ese momento, fue trasladado al lugar a solicitud de Olsson, como condición para liberar a los secuestrados. La llegada de Olofsson al banco marcó un giro en la situación: la tensión se redujo y una de las rehenes, Kristin Enmark, comenzó a mostrar empatía hacia sus captores. En varias declaraciones públicas durante el cautiverio, Enmark defendió a los asaltantes y manifestó su temor, no hacia ellos, sino hacia una posible intervención violenta de la policía. Este comportamiento, inusual para una víctima de secuestro, fue el punto de partida para que psiquiatras suecos y luego expertos internacionales acuñaran el término «síndrome de Estocolmo». Tras seis días de encierro, las autoridades decidieron intervenir lanzando gas lacrimógeno desde el techo del banco. Los delincuentes se entregaron sin ofrecer resistencia y los rehenes fueron liberados. Sin embargo, sorprendieron al negarse a abandonar el lugar antes que sus captores, y se despidieron de ellos con abrazos. Más tarde, también optaron por guardar silencio durante el juicio, como gesto de protesta contra las autoridades. Un legado ligado a la psicología criminal El llamado «síndrome de Estocolmo» describe un fenómeno psicológico por el cual las víctimas de secuestros o abusos prolongados desarrollan vínculos emocionales con sus captores, incluso llegando a justificar o defender su comportamiento. Aunque no ocurre en todos los casos, ha sido documentado en diversas situaciones, y se considera una respuesta psíquica compleja frente al trauma. Uno de los casos más notorios vinculados a esta condición fue el de Patricia Hearst, nieta del magnate estadounidense William Randolph Hearst. En 1974, tras ser secuestrada por el grupo guerrillero Ejército Simbionés de Liberación, no solo no intentó escapar, sino que se unió a sus captores y participó en robos a mano armada, declarando públicamente su adhesión a la causa del grupo. Fue arrestada un año después y condenada por sus acciones. Con la muerte de Clark Olofsson, se cierra un capítulo clave en la historia criminal contemporánea y en la comprensión de los mecanismos mentales extremos que pueden desarrollarse en situaciones de encierro y violencia prolongada.
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