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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 28/06/2025 14:42
A inicios del siglo XIX, el conde polaco Jan Potocki continuó la tradición fantástica literaria en Europa con su novela 'Manuscrito encontrado en Zaragoza'. El mundo se requiebra entre el sueño y la realidad dentro de Manuscrito encontrado en Zaragoza, la novela más famosa del conde polaco Jan Potocki (1761 - 1815) que se publicó a inicios del siglo XIX, definiendo así el rumbo de la literatura fantástica occidental. Posesión demoniaca, espectros, delirio y pecado mueven los hilos de la historia que está narrada a partir de distintas “jornadas” que constituyen cada uno de los capítulos de la novela, dentro de los cuales Potocki hace uso de la “myse-en-abyme” (puesta en abismo, por su traducción en francés), técnica literaria que consiste en insertar una historia dentro de otra historia, estructura común en obras de gran peso universal como Las mil y una noches, Don Quijote la Mancha o Los cuentos de Canterbury. Sin embargo, antes de que Potocki cuente las jornadas del protagonista, el escritor abre la novela con una “advertencia” que pone en contexto las singularidades del supuesto manuscrito que contiene toda la historia. Entre los aprisionamientos y masacres de la Guerra de Independencia Española (1808 - 1814), enmarcada en los conflictos napoleónicos que enfrentaron a la nación de Cervantes, Reino Unido y Portugal contra Francia, es hallado un manuscrito que encierra relatos enigmáticos sobre fantasmas y demonios. El supuesto escrito es encontrado durante el enfrentamiento armado por un oficial anónimo del ejército francés, quien fue parte de la toma de la ciudad de Zaragoza y decide adentrarse en las profundidades de la región hasta dar con una casa abandonada. “En un rincón advertí, sin embargo, esparcidos en el suelo varios cuadernos escritos, y al echarles una ojeada comprobé que contenían un manuscrito en español. Aunque mi conocimiento de esa lengua es escaso, sabía de ella lo necesario para darme cuenta de que era un texto entretenido, en el que se hablaba de bandidos, de almas en pena y de adictos a la cábala”. Días después, el oficial es apresado por sus enemigos españoles, cuyo capitán no solo termina por perdonarle la vida al descubrir que conserva bajo su cuidado el manuscrito, sino que también lo invita a su casa y, tras varias insistencias del soldado francés, le hace una traducción al francés del enigmático texto. Pasada esta anécdota, Potocki introduce al lector dentro de la mirada de Alfonso van Worden, un joven español nombrado capitán de las Guardias Valonas por el rey Felipe V, el cual cuenta en primera persona los extraños sucesos que le suceden en su camino por Sierra Morena - tierra mítica que pisaron Don Quijote y Sancho Panza - junto con su criado López y su zagal Mosquito. En su intrincado viaje, cuyo destino es Madrid, Worden es advertido por el posadero de Andújar para que evite el camino de Sierra Morena a toda costa porque “no se sabe lo que puede ocurrir cuando los demonios se hacen dueños de una comarca”. Sin embargo, el joven capitán ignora las advertencias del posadero en nombre de su honor y valentía. Poco tiempo después, Worden y sus dos acompañantes llegan al Valle de los Hermanos, una inquietante zona en la que se encuentran los cadáveres de dos bandidos colgados de un árbol. A lo largo de las jornadas de van Worden, este enigmático espacio concentra gran parte de los sucesos cuyas fronteras pisan de manera incierta los terrenos de la ilusión, el delirio y lo sobrenatural. Pisar el Valle de los Hermanos implica para los personajes encadenarse a una condena indeterminada, quizás tan eterna como la misma llama del infierno. De hecho, en su primer paso por esta región, López y Mosquito desaparecen sin dejar un solo rastro, como si el viento se los hubiese llevado. Alfonso, escéptico y aguerrido, continúa su camino por Sierra Morena hasta que se encuentra con la Venta Quemada, una lúgubre casa cuya inscripción termina por tentar al protagonista, sellando su destino para siempre. Dice la inscripción: “Señores viajeros, tened la caridad de rogar por el alma de González de Murcia, que fue ventero de la Venta Quemada. Y sobre todo, seguid vuestro camino y no se os ocurra, bajo ningún pretexto, pasar aquí la noche”. Fiel a su carácter rebelde y tenaz, el jefe de las Guardias Valonas hace lo contrario: dormir en la venta. Al igual que el Valle de lo Hermanos, Venta Quemada es tierra fértil para extrañas apariciones. En medio de la noche, Worden descubre, al escuchar doce campanadas, que dos encantadoras mujeres -llamándose ellas mismas como sus primas- viven en la casa: Emina y Zibedea. El encuentro con estas mujeres supone el desbordamiento psíquico, espiritual y físico de van Worden, quien se ve seducido por ellas al mismo tiempo que desconfiado, inquieto. “No sabía ya si eran mujeres o demonios disfrazados de mujer. No me atrevía siquiera a mirarlas. Puse mi mano sobre mis ojos, y me sentí desfallecer”. Jan Potocki fue contemporáneo de otros grandes artistas, como el pintor Francisco de Goya o el dramaturgo Leandro Fernández de Moratín. A partir del encuentro de Alfonso con estos siniestros personajes, Manuscrito encontrado en Zaragoza adquiere claros tintes del género fantástico literario, pues a lo largo de la historia el lector no deja de dudar en torno a la naturaleza de los acontecimientos relacionados con Emina y Zibedea. Mientras que van Worden está seguro de que sus supuestas primas existen en la realidad, otros personajes, como el ermitaño, le aseguran que en realidad son demonios que lo están arrastrando al mismo infierno. La inquietante presencia de estas mujeres de pronto se acerca más a la existencia de un orden sobrenatural dentro del mundo que a la experimentación del delirio en cuanto otros hombres son presa de sus encantos, como el cabalista don Pedro de Uceda, cuyo conocimiento de la cábala y las operaciones místicas del universo le permite ahondar sobre la naturaleza de los vampiros y su relación con Emina y Zibedea. “Los vampiros, entre otros, son una invención nueva, si puede hablarse así. Yo distingo dos especies: los vampiros de Hungría y Polonia que son cadáveres que salen de sus tumbas durante la noche, y van a chupar la sangre de los humanos. Y los vampiros de España, que son espíritus inmundos que dan vida al primer cuerpo que encuentran y le infunden toda clase de apariencias y...” El crítico literario Tzvetan Todorov, en su Introducción a la Literatura Fantástica, analiza la misteriosa aparición de estas mujeres al definir su concepción de lo fantástico literario, argumentando que la novela se podría considerar dentro de ese género porque la realidad misma de los personajes parece quebrarse. Además, estos personajes femeninos se aproximan a la larga tradición literaria de la mujer como representación del demonio. Es decir, como símbolos del mal, del pecado y la perdición. En su larga travesía, Alfonso van Worden es testigo de otras aventuras tan alucinantes como la suya, como la del filósofo Atenágoras, en donde Potocki ubica, valiéndose de su amplio conocimiento histórico y literario, el primer relato de fantasmas de la historia. “Había en Atenas una casa muy grande y espaciosa, que se hallaba deshabitada. Con frecuencia, en el silencio más profundo de la noche, se oía un ruido de hierros que chocaban con otros hierros, y si se escuchaba con más atención, un ruido de cadenas que parecía venir de lejos e iba acercándose”. Asimismo, la novela se vale del mito (la cábala) para reflexionar en torno a la palabra misma a través de la evocación poética. “Sabéis que Adonai creó el mundo con la palabra, y después él mismo se hizo palabra. La palabra golpea el aire y el espíritu, y obra sobre los sentidos y sobre el alma”. A 220 años de la publicación de Manuscrito encontrado en Zaragoza La novela fue publicada en dos partes, aunque ediciones posteriores solamente retomaron las partes relacionadas con lo fantástico. Este 2025, se cumplen 220 años de la publicación completa de la primera parte de Manuscrito encontrado en Zaragoza, editada en San Petersburgo en 1805. La segunda parte se publicó en 1813 en París, a cargo del editor Gide Fils, la cual retomó algunos de los capítulos ya contenidos en el primer apartado. Al año siguiente, el mismo editor reimprimió la obra con el título Las diez Jornadas de la Vida de Alfonso van Worden con algunos cambios y adiciones. La novela, escrita originalmente en francés, fue traducida por primera vez al polaco en 1847 por Edmund Chojecki y en 1956 el académico Leszek Kukulski, uno de los especialistas en la vida y obra de Potocki más importantes, publicó en Varsovia una edición crítica del libro. En 1958, el reconocido crítico literario Roger Callois publicó en la editorial francesa Gallimard una versión no completa de la novela que abarcó sobre todo la parte de la historia que mejor se inscribe en el género fantástico y cabalístico. Uno de los encargados de traducir la novela de Potocki al castellano fue el escritor y crítico literario español José Luis Cano, quien retoma la versión no completa de Roger Callois para Alianza Editorial. Jan Potocki nació el 8 de marzo de 1761 en el castillo polaco de Pikow y el 2 de diciembre de 1815, encerrado en su biblioteca, el autor se suicidó con un balazo de plata en la cabeza.
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