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» Diario Cordoba
Fecha: 28/06/2025 11:30
Los nombres de los pueblos dan tantas vueltas como la propia historia de estas localidades: conquistas, dominios, guerras... Por eso, no es extraño que, antes de bautizarse como los conocemos en la actualidad, algunos de estos municipios tuvieran topónimos totalmente irreconocibles hoy en día. Los orígenes, a veces, son muy sorprendentes. Es lo que ocurre con un pueblo de Córdoba, que acabó quedándose con el apellido familiar de un portugués. Sobre quién fue ese extranjero, cómo terminó en este rincón de la provincia y por qué acabó dando nombre a un municipio tratan las líneas que siguen. Otro capítulo curioso de esta historia quizás sea que un rey tratara de desterrar al olvido el nombre del pueblo por su rebeldía. De hecho, lo refundó bajo una denominación totalmente diferente cuando salió vencedor. Pero empecemos por el principio. De romanos a musulmanes Los restos más antiguos que se han hallado en el término municipal corresponden a la ocupación íbera de la zona. En tiempos romanos era conocida como Ipagrum, cuyo significado no está del todo claro. Los historiadores mantienen dos teorías: o bien se traduciría como 'campo alto' o tal vez su origen sea turdetano-griego, un derivado de la raíz hippos, que significa caballo. Recreación de la localidad en el siglo XVI. / Córdoba Ipagrum adquirió relevancia en época romana por su participación en la batalla de Munda, de la que salió victorioso, sobre los partidarios de Pompeyo, Julio César. Tras la conquista musulmana, en el año 891, fue adherida a la cora de Cabra bajo el nombre de Poley o Bulay. Más tarde, en el siglo XI, fue anexionada por el reino nazarí de Granada. Un noble portugués No es hasta después de la Reconquista cuando el hombre que protagoniza esta historia hace acto de presencia. Fernando III el Santo domina la localidad en 1240. En poder del reino de Castilla, pasa a ser gobernada por un noble portugués que se hacía llamar Gonçalo Eanes D'Ovinhal. Vista aérea de la plaza de San José. / CÓRDOBA Gonçalo era hijo de Juan Gómez D'Ovinhal, rico-home de Portugal, y de María Pérez de Aguilar, hija de los señores de la villa de Aguiar, en Portugal. Durante el reinado de Alfonso X, esta población cordobesa pasa a conocerse, en compensación por los servicios prestados por el gobernador, como Aguilar, apellido de la rama materna del primer señor de la localidad. Un nombre amenazado Más tarde, por su situación fronteriza con Granada, su nombre se completó, dando lugar al actual topónimo: Aguilar de la Frontera. Pero aquí no acaba la historia. ¿En qué momento pierde este nombre? Durante los inicios del reinado de Pedro I, el pueblo de Aguilar de la Frontera estaba bajo control de Alfonso Fernández Coronel. Este noble se rebeló contra el monarca y, cuando el rey acabó con la rebelión, tomó la decisión de refundar el municipio bajo el nombre de Monterreal. En el escudo, sustituye el águila por un rey sentado con la espada desenvainada. Tras las guerras civiles castellanas entre Pedro I y Enrique II, el pueblo pasa manos de Gonzalo Fernández de Córdoba. El nombre de Monterreal no perdura y el apellido del gobernador portugués pasa a la historia.
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