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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 28/06/2025 10:36
Solo 1 de cada 3 niños utilizan sillas de retención infantil en sus traslados en automóvil en Argentina. (Imagen Ilustrativa Infobae) En Argentina, la seguridad de los niños en el tránsito enfrenta un serio desafío. El uso de Sistemas de Retención Infantil (SRI), conocidos como sillitas, es obligatorio hasta los 10 años, tal como lo estipula el Decreto 32 de 2018. Esta normativa exige que, en todas las rutas nacionales, los niños viajen correctamente asegurados, una medida que puede reducir hasta un 70% el riesgo de lesiones graves o fatales en caso de un accidente. Sin embargo, esta disposición mayormente no se cumple. Según cifras oficiales de la Agencia Nacional de Seguridad Vial (ANSV), solo el 33,7% de las personas utiliza SRI en Argentina. El dato se agrava al analizar que, dentro de ese grupo, un 85% no lo utiliza el sistema de la forma correcta. Además, más del 40% de los siniestros viales ocurre en un radio de 40 cuadras del hogar, lo que se explica porque hay miles de niños que viajan a diario en automóvil y que por hacer trayectos cortos, no llevan la protección adecuada. El SRI es la herramienta de seguridad más efectiva para evitar lesiones y proteger la vida de los niños en un accidente de tránsito. Su uso no solo es necesario en viajes largos o en rutas, sino también en cada desplazamiento cotidiano, incluso al recorrer distancias cortas. Las sillas deben colocarse con las sujeciones que tienen los autos en los asientos originales y después sujetar a los niños con los arneses. (Imagen Ilustrativa Infobae) La seguridad vial infantil constituye un aspecto central de la salud pública de cualquier país. Cada decisión relacionada con la protección de los niños en el automóvil incide directamente en su bienestar, y aunque los avances normativos ofrecen un marco de protección, el desafío reside en trasladar la ley a la acción cotidiana. Distintas organizaciones buscan generar conciencia sobre la adecuada utilización de los SRI y ofrecen espacios para la revisión y el asesoramiento de las familias. Es en esos espacios donde se detectan los errores de concepto más comunes como la mala instalación del sistema, el cinturón de seguridad colocado de manera incorrecta, y los arneses enrollados o mal puestos. Todos estos errores, sin embargo, suelen darse en los viajes cortos, muchas veces como consecuencia del apuro por llegar a una institución escolar o la incomodidad de ajustar correctamente el SRI. Es muy frecuente que cuando un adulto viaja solo en un auto con un niño en el asiento posterior en su silla infantil, esta se coloque en el extremo trasero derecho, de modo de poder intervenir o visualizar más rápidamente al menor con un simple giro de 90 grados desde la posición de conducir. Sin embargo, al momento de estacionar suele ocurrir que los adultos queden parados en la calle con la puerta abierta tanto sea para sentar o retirar al niño de su silla infantil. Esta situación suele generar ansiedad y apuro, lo que incrementa la tasa de errores al sujetar al niño. Muchas veces se decide simplemente sentarlo sin atar los cinturones. La mayoría de los niños no viajan correctamente sujetados a sus sillas infantiles. (Imagen Ilustrativa Infobae) “La mayor siniestralidad se produce en trayectos cortos” dijo Aylen Dell Olio, líder de proyecto de Mamás Seguras del que participaron la Asociación para la Disminución de Siniestros Viales (ADISIV) y La Segunda Seguros. Fortalecer la cultura de prevención exige el compromiso de toda la sociedad. Cada viaje seguro implica una elección basada en la conciencia y en el acceso a información de calidad. El trabajo conjunto de organismos, aseguradoras, asociaciones civiles y familias puede marcar la diferencia y contribuir a reducir el impacto de la siniestralidad vial en la infancia argentina. Otra cuestión que surge como un error común es la falta de información respecto al tipo de sillas infantiles a utilizar. Sobresale la importancia de comprar sillas homologadas que permitan llevar a los niños en contramarcha hasta los 18 o 22 kilos y la necesidad de descartar los sistemas que hayan superado su vida útil o que hayan estado involucrados en accidentes previos.
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