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  • Argentina y el desafío de alcanzar los 100 millones de toneladas de maíz: factores y oportunidades en juego

    Parana » Informe Digital

    Fecha: 28/06/2025 08:31

    Desde hace casi una década, la producción de maíz en Argentina permanece estancada en alrededor de 50 millones de toneladas, pese a que es posible duplicarla. La cadena agroindustrial tiene como meta lo que denominamos 10×10: sembrar 10 millones de hectáreas y obtener 10 toneladas por hectárea, alcanzando así una producción total de 100 millones de toneladas de maíz. ¿Por qué no hemos logrado esto? ¿Qué es lo que nos falta? Hace aproximadamente 30 años, Argentina lideró la producción agropecuaria a nivel mundial. Gracias a la combinación de biotecnología, siembra directa y la expansión de la frontera agrícola, el país llevó a cabo una revolución que triplicó la producción total de granos, pasando de 40 a 130 millones, con un gran potencial de crecimiento tanto cuantitativo como en valor agregado. Sin embargo, el Estado no reconoció al sector agropecuario como un socio estratégico para impulsar un desarrollo agroindustrial federal, localizado en las áreas de producción; lo consideró como una mera fuente de recursos, incluso al punto de comprometer su viabilidad. Así, hemos llegado a un estancamiento productivo, mientras que Brasil, que también comenzó la década de los noventa con un proceso hiperinflacionario, pasó de producir 55 millones de toneladas a más de 320 millones, convirtiéndose de importador de alimentos en el principal exportador mundial. Con políticas agropecuarias y fiscales adecuadas, en los últimos 30 años Brasil incrementó su PBI en un 257%, Paraguay un 252% y Uruguay un 324%. En contraste, el PBI de Argentina apenas creció un 56% en ese mismo período. Hoy enfrentamos costos elevados, suelos menos fértiles, una infraestructura logística deficiente, una alta presión impositiva y un parque de maquinaria agrícola envejecido e insuficiente. Todo esto nos resta competitividad en un mundo con mayor proteccionismo, una menor tracción de China, un creciente desinterés demográfico y precios de commodities en descenso. Nuestro sector no ha conseguido generar los consensos necesarios para implementar políticas favorables. Brasil, en cambio, estableció el Instituto Pensar Agro (IPA), que asesora y coordina al bloque parlamentario agropecuario, el cual representa más del 60% de ambas cámaras legislativas. Los resultados son evidentes. Por ello, Maizar decidió formar parte del Comité Agrobioindustrial (ABI), junto a otras nueve instituciones y bajo el liderazgo de la Fundación Barbechando, para establecer un puente directo con el Congreso Nacional. Nuestro compromiso con las políticas públicas se concreta a través del Espacio Legislativo Interpartidario del Agro (ELIA), una iniciativa que reúne a legisladores de 18 provincias, asegurando una representación federal amplia. En particular, el 70% del maíz se exporta como grano, mientras que solo el 30% se procesa internamente. Desde Maizar, estamos trabajando en diversas iniciativas para evidenciar el enorme desarrollo que podríamos alcanzar en Argentina si se fomentara la industrialización del maíz en las zonas de producción. Actualmente, no es viable producirlo a más de 500 kilómetros del puerto, debido al alto costo de los fletes. Aquí, Brasil se presenta nuevamente como un modelo a seguir: produce maíz a 2000 kilómetros del puerto, en Mato Grosso, gracias al desarrollo de uno de sus principales polos de procesamiento de este cereal. Necesitamos alcanzar consensos. Por ejemplo, para avanzar en una ley de biocombustibles que impulse la producción de maíz generándole valor, es fundamental que todos los sectores involucrados coincidan; así lo expresó el presidente de YPF, Horacio Marín, en el Congreso Maizar 2025. Estado, petroleras, automotrices y agroindustria deben sentarse a la misma mesa para elaborar una ley que beneficie a todos; de lo contrario, no se logrará nada o lo que se genere tendrá un impacto limitado. Necesitamos acuerdos firmes que trasciendan administraciones y presiones particulares, permitiéndonos alcanzar metas a largo plazo. Si bien los biocombustibles son el principal rubro para incrementar el procesamiento local de maíz, existen muchas otras oportunidades, como expandir la producción de proteína animal (su destino principal) y generar insumos para la industria alimentaria, papelera, textil, de alimentos para mascotas, entre otras. En nuestro reciente Congreso, que llevó como lema “Por más valor”, pudimos observar algunos ejemplos de empresas que han creado polos productivos locales a su alrededor. Además, el sorgo presenta un gran potencial de crecimiento en valor agregado en el país, especialmente en alimentos sin TACC, con varias iniciativas particulares en marcha en ese sentido. El sector agropecuario está preparado para ser el motor de despegue que el país necesita. Iniciativa y resiliencia nunca le han faltado; solo requiere un entorno favorable. Está claro que el camino no pasa por evitar la política, sino por integrarla. No podemos dejar pasar otra oportunidad. ————– El autor es presidente de Maizar

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