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» Sin Mordaza
Fecha: 27/06/2025 17:09
El barrio San Eduardo, en la zona noroeste de Rosario, atraviesa una situación crítica marcada por el abandono estatal, el deterioro urbano y el crecimiento sostenido de la inseguridad. A pesar de los reclamos reiterados al Distrito Noroeste, los vecinos denuncian que las respuestas del municipio son escasas y los problemas, cada vez más profundos. Uno de los focos más graves es un basural a cielo abierto que se extiende por varias cuadras. “Desde la Municipalidad solo mandan una pala mecánica de vez en cuando para correr la basura que tiran vecinos y personas del asentamiento que está en la esquina del barrio”, relató un residente de la zona. La acumulación de residuos genera un foco permanente de contaminación, con bolsas dispersas, presencia de roedores y un desagüe tapado que provoca anegamientos cada vez que llueve. Paradójicamente, a solo seis cuadras del barrio avanza la obra de ampliación de calle Newbery y la construcción del puente sobre el arroyo Ludueña, un ambicioso proyecto de infraestructura urbana que parece ignorar a San Eduardo. “Vemos cómo progresa la ciudad a metros de nuestras casas, pero a nosotros nos cortaron calle Wilde y ahora tenemos que desviarnos varias cuadras para cruzar hacia la zona del aeropuerto”, explican los vecinos. La inseguridad también empeoró desde el retiro de un destacamento móvil policial. “Desde que se fue, los robos aumentaron. Hay violencia y nadie patrulla”, denuncian. A esto se suma la consolidación del asentamiento en la esquina del barrio, donde antes había algunas casillas y ahora ya se levantaron viviendas de material. La expansión del asentamiento, aseguran, acentuó los problemas de higiene y aumentó la sensación de desprotección. Otro punto de conflicto es el mal estado de las calles. El tránsito de colectivos como el 110 y el 146, que modificaron su recorrido y ahora pasan por el barrio, destruyó aún más el ya deteriorado pavimento. “Estas calles no están preparadas para soportar el peso de los colectivos. Están llenas de pozos que llevan años sin arreglarse”, sostienen. La situación se completa con una plaza recientemente inaugurada, que no logra cumplir su función: los niños juegan entre basura y ratas, sin condiciones mínimas de salubridad ni mantenimiento. “Nos cansamos de reclamar y no obtener respuestas. No pedimos nada extraordinario: pagamos nuestros impuestos y merecemos vivir en un barrio limpio, seguro y transitable”, afirmaron los vecinos, que exigen acciones urgentes por parte del municipio. Escuchar la nota completa:
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