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» El vigia
Fecha: 27/06/2025 13:00
El espacio aéreo argentino, históricamente regulado y supervisado con meticulosidad para garantizar la seguridad de sus cielos, se encuentra en la actualidad inmerso en una turbulenta atmósfera de cambios. El gobierno nacional, en su afán por liberalizar la economía y reducir costos operativos en diversos sectores, ha puesto la mira en la industria aeronáutica. A través de una serie de medidas y, particularmente, con la implementación del Decreto 378/2025, se han introducido reformas significativas en la normativa que rige la aviación civil. Si bien desde el oficialismo se pregona una modernización del sector y una mayor competitividad, un análisis exhaustivo revela una preocupante tendencia hacia la desregulación, con potenciales consecuencias nefastas para la seguridad aérea y las condiciones laborales de los profesionales que la hacen posible: pilotos y tripulantes de cabina. La seguridad aérea no es un mero capricho regulatorio; es el resultado de décadas de experiencia, investigación de accidentes, y la implementación de protocolos rigurosos destinados a minimizar los riesgos inherentes a la actividad de volar. Uno de los pilares fundamentales de esta seguridad reside en la adecuada gestión de la fatiga de las tripulaciones. Pilotos y tripulantes de cabina son profesionales altamente capacitados cuyas decisiones y acciones son críticas para el desarrollo seguro de cada vuelo. La fatiga, consecuencia directa de períodos de descanso insuficientes y jornadas laborales extenuantes, deteriora la capacidad de reacción, el juicio y la concentración, incrementando significativamente la probabilidad de errores humanos, la causa principal de accidentes aéreos a nivel mundial. Históricamente, la normativa aeronáutica argentina, alineada con los estándares internacionales de la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI), ha establecido límites precisos en cuanto a las horas de vuelo y los períodos de descanso obligatorios para las tripulaciones. Estas regulaciones buscaban garantizar que los profesionales llegaran a la cabina de mando o a sus puestos de servicio en condiciones óptimas para desempeñar sus funciones de manera segura y eficiente. Sin embargo, las recientes reformas implementadas por el gobierno argentino parecen ir en una dirección peligrosa, flexibilizando estos límites y abriendo la puerta a un potencial aumento de la fatiga en las tripulaciones, con el consiguiente riesgo para la seguridad de los pasajeros y la integridad de las aeronaves. El Decreto 378/2025, eje central de esta controversia, introduce modificaciones sustanciales en el régimen de tiempos de vuelo y descanso para pilotos y tripulantes de cabina. Si bien el decreto establece topes anuales de horas de vuelo (1000 horas para pilotos en vuelos regulares y 1400 horas para vuelos no regulares), la flexibilización en los períodos de descanso semanal y diario genera profunda preocupación en el sector. Anteriormente, el personal aeronáutico gozaba de un descanso semanal mínimo de 36 horas consecutivas. La nueva normativa, si bien no elimina este descanso, introduce la posibilidad de reducirlo o modificar su distribución, lo que podría llevar a tripulaciones trabajando durante períodos más largos con descansos menos reparadores. Un nuevo marco regulatorio con fisuras peligrosas La justificación oficial para estas reformas se centra en la necesidad de equiparar la normativa argentina con la de otros países, como Estados Unidos, argumentando que las regulaciones previas encarecían los costos de las tripulaciones y limitaban la competitividad del sector. Sin embargo, esta comparación simplista ignora las particularidades del contexto argentino y las potenciales consecuencias de una reducción en los estándares de descanso. La densidad del tráfico aéreo en algunas rutas, las condiciones operativas específicas de los aeropuertos argentinos y las características propias de las aerolíneas locales no siempre son comparables directamente con las de otros países. Uno de los aspectos más críticos de estas reformas radica en la potencial implementación de los llamados "Sistemas de Gestión de la Fatiga" (FRMS, por sus siglas en inglés) por parte de los operadores aéreos. Si bien la implementación de un FRMS bien diseñado y supervisado puede ser una herramienta válida para gestionar la fatiga en contextos específicos, la preocupación surge ante la posibilidad de que, en un entorno de desregulación y presión por reducir costos, estos sistemas se conviertan en una excusa para exigir jornadas laborales más extensas con períodos de descanso mínimos. La efectividad de un FRMS depende crucialmente de la transparencia, la participación de los trabajadores y una supervisión rigurosa por parte de la autoridad aeronáutica, elementos que podrían verse comprometidos en el actual clima de reformas. Las reacciones por parte de los gremios aeronáuticos no se han hecho esperar. Asociaciones de pilotos y sindicatos de tripulantes de cabina han manifestado públicamente su profunda preocupación por el impacto de estas reformas en la seguridad aérea y en las condiciones laborales de sus representados. Han advertido sobre el riesgo de un aumento de la fatiga en las tripulaciones, lo que inevitablemente incrementaría la probabilidad de errores humanos y pondría en peligro la vida de pasajeros y tripulantes. Incluso se han anunciado medidas de fuerza y acciones legales para intentar revertir estas modificaciones normativas, argumentando que se está priorizando la reducción de costos por encima de la seguridad. La prórroga por 90 días otorgada por la Administración Nacional de Aviación Civil (ANAC) para que las aerolíneas se adecúen a las nuevas normas de descanso, lejos de calmar los ánimos, ha generado aún más incertidumbre y preocupación. Los pilotos advierten sobre la posibilidad de "cientos de cancelaciones" de vuelos durante las próximas vacaciones de invierno si las aerolíneas no logran adaptarse a tiempo a las nuevas regulaciones, lo que evidencia la magnitud del impacto que estas reformas podrían tener en la operatividad del sector y en los usuarios del transporte aéreo. Es fundamental comprender que la seguridad aérea es un sistema complejo que se construye sobre múltiples capas de protección. La adecuada gestión de la fatiga de las tripulaciones es una de estas capas esenciales. Relajar los estándares de descanso en aras de una supuesta mayor eficiencia económica es un error estratégico que puede tener consecuencias catastróficas. La historia de la aviación está plagada de accidentes en los que la fatiga de las tripulaciones fue un factor contribuyente o determinante. Ignorar estas lecciones del pasado y ceder a la presión por reducir costos a expensas de la seguridad es una actitud irresponsable y potencialmente letal. Consecuencias potenciales: sacrificando la seguridad en el altar de la eficiencia Además de la flexibilización de los períodos de descanso, otras reformas introducidas por el gobierno en el Código Aeronáutico generan inquietud en relación con la seguridad a largo plazo del sector. La eliminación de la exigencia de personal argentino en las aerolíneas y la supresión del derecho de preferencia del Estado para adquirir bienes de empresas que cesen sus actividades, aunque puedan tener como objetivo fomentar la inversión extranjera y la competencia, podrían debilitar la capacidad del Estado para supervisar y garantizar el cumplimiento de los estándares de seguridad. La pérdida de control sobre activos estratégicos y la posible llegada de operadores con estándares de seguridad menos rigurosos representan un riesgo potencial para la integridad del sistema aeronáutico argentino. La desregulación del régimen laboral aeronáutico, otro de los pilares de las reformas impulsadas por el gobierno, también podría tener un impacto indirecto en la seguridad. La precarización de las condiciones laborales, la pérdida de derechos adquiridos y la erosión del poder de negociación de los gremios podrían generar un clima de malestar y desmotivación entre los profesionales del sector, lo que a su vez podría afectar negativamente su desempeño y su compromiso con los estándares de seguridad. Un personal aeronáutico descontento y sobrecargado de trabajo es un caldo de cultivo para errores y omisiones que pueden tener consecuencias graves. El gobierno tiene la responsabilidad de garantizar un sistema de transporte aéreo seguro y eficiente para todos los ciudadanos. Esto implica mantener estándares regulatorios rigurosos, supervisar de cerca las operaciones de las aerolíneas y asegurar que las condiciones laborales de los profesionales del sector permitan un desempeño seguro y óptimo. La flexibilización excesiva de los tiempos de vuelo y descanso, la potencial debilitación de la supervisión estatal y la desregulación laboral representan un retroceso peligroso que podría poner en riesgo décadas de avances en materia de seguridad aérea en Argentina. La seguridad no es negociable, y cualquier reforma que la ponga en riesgo debe ser reconsiderada y revertida. El cielo argentino merece seguir siendo un lugar seguro para volar, y esto solo se logrará con una regulación inteligente y una supervisión rigurosa, que prioricen la vida y la integridad de las personas por encima de cualquier otro interés. Las actuales reformas, lamentablemente, parecen apuntar en la dirección equivocada, sembrando dudas sobre el futuro de la seguridad aérea en el país. Referencias: i Un Sistema de Gestión de la Fatiga (FRMS), por sus siglas en inglés Fatigue Risk Management System, es un enfoque sistemático utilizado en la industria de la aviación para gestionar, monitorear y mitigar los riesgos asociados a la fatiga en el personal operativo, como pilotos y tripulantes de cabina. En esencia, un FRMS es un sistema basado en datos y principios científicos que busca asegurar que el personal esté suficientemente alerta para desempeñar sus tareas de manera segura y eficiente. En lugar de simplemente prescribir límites fijos para las horas de vuelo y descanso (un enfoque "prescriptivo"), un FRMS permite a las organizaciones gestionar la fatiga de manera más flexible, teniendo en cuenta diversos factores que pueden influir en ella. Los componentes clave de un FRMS suelen incluir: - Políticas y procedimientos: Documentación que establece los objetivos del FRMS, las responsabilidades, los procesos y los procedimientos para la gestión de la fatiga. - Procesos de gestión de riesgos: Métodos para identificar los peligros relacionados con la fatiga, evaluar los riesgos asociados y desarrollar estrategias para mitigarlos. Esto puede incluir el análisis de datos operativos, informes de eventos y evaluaciones de riesgos específicos. • Procesos de garantía de la seguridad operacional: Mecanismos para asegurar que el FRMS esté funcionando de manera efectiva y que se estén alcanzando los objetivos de seguridad. Esto puede implicar auditorías, revisiones y la recopilación de retroalimentación. • Procesos de promoción: Actividades destinadas a aumentar la conciencia sobre la fatiga y sus riesgos, y a fomentar una cultura en la que el personal se sienta cómodo reportando la fatiga sin temor a represalias. • Consideración de factores humanos: Un FRMS debe tener en cuenta los principios de la ciencia del sueño, los ritmos circadianos, los efectos del trabajo por turnos y el jet lag, entre otros factores que afectan el descanso y el estado de alerta. • Recolección y análisis de datos: El FRMS se basa en la recopilación de datos relevantes sobre los patrones de sueño, las horas de trabajo, los incidentes relacionados con la fatiga y otros indicadores para informar la toma de decisiones y la mejora continua del sistema. • Participación del personal: La implementación exitosa de un FRMS requiere la participación activa y la colaboración del personal operativo, incluyendo pilotos y tripulantes de cabina. La idea detrás de un FRMS es pasar de un modelo único para todos basado en reglas fijas a un enfoque más adaptable que permita a las aerolíneas y otros operadores gestionar los riesgos de fatiga de una manera que sea apropiada para sus operaciones específicas, al tiempo que se mantiene o incluso se mejora la seguridad operacional. Sin embargo, como se mencionó en el artículo anterior, existe la preocupación de que, si no se implementa y supervisa adecuadamente, un FRMS podría ser utilizado para justificar horarios de trabajo más extensos con períodos de descanso insuficientes, lo que podría comprometer la seguridad aérea.
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