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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 27/06/2025 02:43
Informes Infobae - Parejas swinger Sebastián Arias y Brisa Marai se definen como una pareja swinger liberal y relatan que su acercamiento al intercambio de parejas se dio de manera espontánea. “Fue una casualidad o causalidad. Una cosa te va llevando a la otra y fuimos explorando sexualmente”, explicó Sebastián, de 49 años, padre de un adolescente de 17 e integrante activo de la comunidad swinger. Brisa, en tanto, recordó cómo comenzaron: “Empezamos a salir a boliches swingers y nos fue gustando”. La naturalidad con la que ambos abordan el tema refleja una dinámica basada en la comunicación y la exploración conjunta, donde el deseo de experimentar y fortalecer el vínculo se convierte en motor de nuevas experiencias. “En nuestro caso en particular, tengo la suerte de tener una pareja bisexual y era casi una condición el hecho de poder estar con personas de su mismo sexo. Y una cosa llevó a la otra”, explicó Damián Rolón Ortiz, de 44 años, que está de novio desde hace seis años con Gisela Benítez, de 25 años. En relaciones donde se habilita la exploración sexual con terceros, la comunicación, los acuerdos previos y el respeto mutuo, son pilares fundamentales al momento de replantear los límites de la intimidad. “Que nuestra vida sexual incorpore a terceros o a otras parejas no implica que nuestro comportamiento social y familiar cambie”, advirtió Damián. Brisa Marai y Sebastián Arias se definen como una pareja swinger liberal. (Imágenes: Redes Sociales) Sebastián, además de ser padre, se desempeña como profesor de gimnasia y entrenador de adolescentes. Consultado sobre si su hijo conoce su estilo de vida, respondió: “Yo creo que los chicos están avanzados, están en otro nivel, y no lo llaman ni swinger ni liberal. El problema es la gente más grande”. Para él, la sexualidad de las nuevas generaciones se vive con mayor libertad y sin etiquetas, mientras que los prejuicios siguen vigentes entre los adultos. “Mi familia no lo sabe, pero son de mente abierta. Nunca lo conté porque no tengo por qué contar mi intimidad con él”, afirmó Brisa en relación a Sebastián. Esta separación entre la esfera privada y la pública es una constante en las parejas swingers, donde la discreción y los códigos propios son centrales. La dinámica de los encuentros también se aborda con franqueza. Sin embargo, explicaron que existe cierta dificultad al entablar relaciones en un boliche swinger en comparación con uno tradicional. “Si es difícil levantar de a uno, imagínate de a cuatro (risas). Ahí es cuando al rompecabezas le faltan piezas”, bromeó Damián. La metáfora ilustra la complejidad de coordinar deseos y consensos entre varias personas, un aspecto que, lejos de ser trivial, requiere diálogo y acuerdos explícitos. Los encuentros entre dos o más parejas, o con terceros, tienen reglas establecidas para respetar la seguridad de todos los involucrados. Gisela Benítez y Damián Rolón Ortiz son pareja desde hace seis años y pertenecen a la comunidad swinger. (Imágenes: Redes Sociales) “Todo se habla, se pide permiso y siempre nos manejamos con respeto. También puede haber personas solas. Hay lugares preparados para solos y solas y suceden las cosas que la gente quiere que suceda”, detalló Sebastián. La existencia de normas claras y la importancia del consentimiento, desmitifica la idea de que estas citas carecen de límites o que es un “todos contra todos”. La experiencia de observar y ser observado durante los encuentros sexuales es otro de los aspectos que despierta curiosidad entre quienes no forman parte de estas prácticas. “Para mí, cuantas más personas, mejor”, confiesa Gisela. Es que la interacción visual y la complicidad entre los participantes se convierten en parte del juego. “A mí me gusta todo: mirar, hacer, mandar y que hagan”, agregó. Su pareja coincide en que la apertura sexual ha fortalecido su vínculo. “Es una relación más saludable desde que tenemos este tipo de sexualidad”, afirmó Damian. Es que la fidelidad, lejos de asociarse solo a la exclusividad, se redefine en términos de confianza y comunicación. “Los sentimientos están por un lado, el sexo está por otro”, resumió Sebastián, diferenciando el plano afectivo del sexual. El mundo swinger redefine la fidelidad y la intimidad, priorizando el consentimiento y los acuerdos explícitos entre sus participantes La cantidad de personas involucradas en los encuentros varía según las preferencias y acuerdos de cada pareja. “Nosotros solamente cambiamos parejas con parejas”, explicó Sebastián. Por su parte, Brisa señaló que la presencia de observadores no les incomoda, siempre que se mantenga el respeto. Para Gisela, la mirada ajena puede resultar estimulante. “A mí me calienta. De hecho, cuando todos dejan de hacer sus cosas y nos empiezan a mirar, más me prende y me motiva”, admitió. Plantear el deseo de explorar el universo swinger dentro de la pareja puede ser un desafío y la forma de comunicarlo es importante. Sebastián sugiere iniciar la conversación en un contexto íntimo: “Yo arrancaría hablando en la cama, agregando terceros ficticios en las situaciones sexuales”. La introducción de un “tercero ficticio”, como puede ser un juguete sexual, se presenta como una manera de abrir el diálogo y explorar fantasías compartidas antes de dar el paso hacia una experiencia real. Lejos de responder a una única motivación, la experiencia se vive como una elección consciente que busca enriquecer la vida sexual y fortalecer el vínculo de pareja. El mundo swinger, tal como lo describen sus protagonistas, desafía los prejuicios y estereotipos que suelen rodear a las formas no tradicionales. Aunque aún es un tabú para gran parte de la sociedad, esta práctica se presenta como una alternativa válida para quienes buscan explorar nuevas formas de intimidad.
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